RAYO VALLECANO I ENTREVISTA AS
Pedro García: “El Rayo es como un hijo, lo tuve y sigo pendiente”
Fue vicepresidente deportivo cuatro años con Fontán (85-89) y presidente dos más (89-91). El empresario charla con AS sobre su etapa en el Rayo, el presente del equipo y cómo le gustaría que fuese su futuro.
Pedro García Jiménez (Ronda, Málaga, 1948) pasea cerca del estadio y la gente le sigue reconociendo y parando. Los rayistas de antaño le recuerdan de su etapa como presidente, marcada por las elecciones entre los dos Pedros, las últimas antes de que el Rayo se convirtiese en Sociedad Anónima Deportiva y aterrizase Ruiz-Mateos. Él fue el último presidente de la ADRV (Agrupación Deportiva Rayo Vallecano). “Hablé con Ruiz-Mateos sobre el cambio de nombre a Rayo Vallecano de Madrid. No me gustaba porque el club era, es y será de Vallecas. Lo hizo por marketing, por sus empresas, porque quería que apareciese Madrid...”, explica el empresario, que ha registrado la patente de un avión que podría acabar con los grandes incendios. Algo que lo extrapola al fútbol, a quien presupone la máxima ejemplaridad, por la que pide a Tebas y Rubiales que entierren el hacha de guerra y desea ver a Raúl Martín Presa y a la afición vivir con “unidad y respeto” un centenario que ya asoma. Casi cien años de vida en los que su intervención resultó clave. De ahí que Pedro no deje de repetir que uno de sus mayores logros ha sido evitar la desaparición de la Franja allá por los 90...
—¿Cómo llega al Rayo?
—Era aficionado. Siempre he vivido en la zona de Retiro y seguía al equipo. En la época de Fontán, me ofrecieron la posibilidad de entrar en la directiva. Estuve de vicepresidente deportivo cuatro años (85-89), antes de ser presidente (89-91). Me fui identificando cada vez más con la gente de Vallecas. Conocía a todas las peñas. Me llenaron mucho y eso me hizo presentarme a las elecciones a la presidencia. Fueron duras y moviditas porque el rival era bastante bueno...
—¿Cómo las recuerda?
—Saqué una cinta de cassette, puse unos trenes para ir a Vigo... Esas fueron algunas de mis ocurrencias. Los dos Pedros (el otro aspirante fue Pedro Ruiz Campos) le echamos bastante imaginación, competitividad… ¡y dinero! Al final, yo tuve un apoyo importante de peñas y socios.
—¿Qué funciones asumió con Fontán?
—Controlaba todo lo deportivo. Veía todos los partidos, me iba con los equipos… Había que multiplicarse. Recuerdo las ventas de Morón, Pepín, Trobbiani, Mendiondo… Y traje a Sabas, Botella, Hontecillas, Jan Berg, Wilfred… También a los rumanos Sabou y Viscreanu, que vivían en un albergue de la Cruz Roja.
—¡Wilfred! Hábleme de él...
—Lo descubrimos por un comisario amigo mío de Vallecas. Wilfred estaba viviendo en un piso con su familia. Si tenía historial deportivo, nunca lo vimos. Fue Jesús Paredes, un preparador físico nuestro, quien lo preparó. Tenía grandes cualidades y luego hubo equipos europeos interesados en él. Además, le acompañaba algo muy importante, su bondad. Por eso la gente le quiso y le quiere tanto. Cota, él… Aquellos jugadores tenían un sentimiento por el Rayo, querían estar aquí.
—¿Y cuál fue el mejor jugador que vio?
—¡Botella! Pudo haber sido internacional perfectamente, pero su debilidad pudo más que su profesionalidad.
—¿Cómo fue el salto a la presidencia?
—Pues de esas cosas que te dan… Me llenó mucho Vallecas, demasiado. Sentía que podía ayudar. De hecho, aquellos años de mi vida trabajé 24 horas al día. La transformación del club en sociedad anónima implicaba 611 millones de pesetas, conseguirlos era la única manera de salvar al Rayo y no había forma… Se interesó Ruiz-Mateos y ya no podía dejarlo escapar.
—Para unos será quien lo salvó, para otros quien trajo a Ruiz-Mateos con lo que eso conllevó...
—No era hombre de fútbol. Vamos, que no había visto un balón en su vida...
—¿Y por qué se mete en el Rayo?
—Había unas elecciones europeas y entendió que el Rayo era muy goloso y podía ser una plataforma para conseguir repercusión. Me llamó el Día del Padre y, por el manos libres, me preguntó si sabía quién era. Su voz era inconfundible. Me dijo de quedar y a partir de ahí empezamos a negociar. Yo tenía mi grupo de asesores para ver qué podíamos hacer con un personaje tan difícil e inteligente. Cuando sacó diputados ya no quería seguir adelante. Ahí fue lo complicado, mantenerle.
—¿Qué les pedían exactamente en esa conversión a SAD?
—Debías depositar el capital social, que era de 611 millones, en la LFP. El único que aceptó fue Ruiz-Mateos y hasta que no vi cómo ponía el dinero no respiré. Al irme me quedó la sensación de que había salvado al Rayo porque otros muchos clubes desaparecieron...
—¿Fue su gestión más difícil?
—¡Sin duda! Ruiz-Mateos era una persona brillante en los negocios. Si no estabas despierto, te la liaba... Yo me tenía que preparar mucho y eso conllevaba un desgaste grande. Cuando no quería quedarse el club, filtró que estaba haciéndole la cama, manipulando a la gente del Rayo y echándosela encima. Me encontraba construyendo una promoción en Chiclana y me llamó José María García porque Ruiz-Mateos le dijo que yo estaba en Madrid, que él me había visto. Tuve que ir a un restaurante para que me llamara allí el locutor y quedara constancia de la veracidad de mi historia. A Ruiz-Mateos no le dejé escapatoria para dejar tirado al Rayo.
—¿Ha cambiado mucho el fútbol?
—Mucho. Hay empresas que compran clubes para gestionar el dinero que te dan LaLiga, las televisiones, los patrocinadores… Hoy en día, el sentimiento sólo lo tiene el socio.
—Usted coincidió con Mendoza, Gil, Núñez...
—Tuve una gran amistad con ellos. A mí Mendoza me llamaba y Gil, igual. Se respetaban mucho. Cuando hay intereses, se generan confrontaciones, pero no son como las de ahora. Aquellos eran genios. Con la vehemencia que tenían eran más hinchas que los propios aficionados de sus equipos.
—¿Ahora son más gestores?
—El mejor gestor en el mundo del fútbol es Florentino Pérez. Y si hablamos de sentimientos por su equipo habría algunos ejemplos como Ángel Torres, Roig… Pero a Peter Lim no le puedes pedir que tenga sentimiento valencianista. Por eso, el aficionado debe tener claro que él tiene un sentimiento y el presidente, una gestión. Eso no quita que haya que exigir…
—¿Y cómo ve la gestión de Presa?
—Debería ser más transparente y explicar más. Sucede en el Rayo y en más equipos. Por eso quien ostenta la presidencia, sea cual sea el club, debe tener claro que éste existe porque hubo muchísimas personas que durante años pusieron su grano de arena. Antes, además de dinero, fuimos otros los que también pusimos nuestro esfuerzo. Igual que los socios. Por eso, debes gestionar, solucionar los problemas y explicárselo a tu masa social. Un equipo no es una empresa al uso porque gestionas sentimientos. Se discute más por el fútbol que por una herencia...
—¿Ve solución a esa ruptura social?
—Ambas partes tienen que buscarla. Ellos representan a Vallecas, que es humilde, trabajador… Por eso hay que respetarles mucho y, sobre todo, a esa gente que lleva más de cuarenta años de socio. Los aficionados tienen un sentimiento y el gestor, aunque no tenga la obligación total, debe aclarar por qué pasan ciertas cosas. Hay pequeños fuegos que no costaría apagar y, entre unos y otros, nunca podemos salir bien.
—¿Esa unidad sería el mejor regalo para el centenario?
—Simplemente bastaría con que se respetasen. Y si tienen algo que aclarar, que lo aclaren. Si yo tuviese las acciones me habría sentado con quienes no están de acuerdo y les habría dicho: ‘Soy el propietario, tengo que gestionar esta empresa y no me pidáis que tenga el mismo sentimiento que vosotros’. Voy a respetarlo y darles lo más que pueda. Divididos sólo le damos ventaja al contrario.
—División que también se refleja en el fútbol español...
—El mundo del fútbol es ejemplar, nadie llega a tantos millones de personas como él. Ahora mismo los enfrentamientos entre LaLiga y la RFEF son brutales, no pueden dejarse llevar por los egos y caer en la bronca. También creo que la guerra la ha empezado la gente de su alrededor. Cuando hay intereses puede haber un tira y afloja, pero ahora la postura de ambos es irreconciliable. ¿Cómo lo haría yo? Sentando a los dos presidentes cara a cara para que llegaran a un equilibrio y acuerdos. ¿Por qué Tebas y Rubiales no se pueden llevar bien? Que se reunieran sería lo más importante que podría suceder en el mundo del fútbol ahora mismo.
—¿Hay mucha traición en este mundo?
—Yo eché a todos los directivos. Tuve una rebelión y dije que todos se fueran. Me exigían echar a una persona y me negué.
—Su época fue la de los grandes conciertos en el estadio y los bautismos múltiples...
—Aún recuerdo el de Queen en el 86. Bueno, y los Testigos de Jehová dejaban mucho dinero. Al final, o ponías el dinero o te tenías que inventar…
—¿Sigue viendo al Rayo?
—¡Sí! Es como un hijo, lo tuve y sigo pendiente de sus pasos.
—¿Qué le pareció la pasada temporada?
—Iraola, al que se ve constante, trabajador y muy preparado, demostró una gran capacidad al gestionar la euforia de la primera vuelta y la segunda, ya en el alambre. Era un orgullo leer que éramos el mejor local de Europa y jugando bien… Al Rayo lo veía todo el mundo e ilusionaba.
—¿Y ahora le ilusionan los fichajes?
—Era fundamental mantener al entrenador y se ha conseguido. La plantilla está equilibrada y estoy muy de acuerdo con el fichaje de Diego López. Es un porterazo con 40, 41 o los años que tenga.
—¿Quién es su debilidad de esta plantilla?
—Fran García me encanta, aunque Isi tiene unos momentos brillantes, en los que hace cosas de auténtico crack.
—¿Y el objetivo?
—Mantenernos, mantenernos… Hay que tener los pies en el suelo y si viene un regalo, bienvenido sea.
—¿A qué se dedica usted en la actualidad?
—Estoy con un nuevo proyecto, una patente de limpieza de la contaminación y el diseño de un avión contra incendios. He ido a todos los Ministerios, pero no me han hecho caso. Tengo patrocinadores interesados en apoyarnos. No hay que olvidar que la contaminación mata a ocho millones de personas y en España alrededor de 50.000 todos los años.