Orlegi da por muerto el proyecto mundialista y quiere centrarse en el club
La desconfianza municipal ha sido clave en el fracaso de Gijón, aunque la propiedad del Sporting considera que “estamos condenados a entendernos”.
“Entre todos la mataron y ella sola se murió”. Este popular refrán español es quizá el que mejor le viene al fracasado intento por incluir El Molinón entre las candidaturas a ser sede del Mundial 2030 que organizarán España, Portugal y Marruecos.
Una explicación del significado de este refrán puede ser el que se aplica a aquellos casos donde participan varios colectivos en los que nadie está dispuesto a asumir su responsabilidad y su culpa cuando el desenlace es negativo. Y eso es lo que ha ocurrido con la pretendida candidatura del estadio más antiguo del fútbol español que gozaba de ciertas preferencias en la Real Federación Española de Fútbol precisamente por esa circunstancia.
La alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, dio por finalizado el viernes todo este proceso con su video en las redes sociales donde justificaba su negativa a firmar el pliego de condiciones de la FIFA; el método utilizado para cerrar el asunto ha sido inédito en la alcaldía para hacer pública una decisión. Por su parte, el Sporting y sus propietarios, en concreto Orlegi Sports, se resignan a su suerte, dan por muerta la candidatura y prefieren centrarse en la gestión del club que compraron en junio de 2022 con el objetivo de llevarlo a Primera División.
Orlegi Sports se remite a la nota hecha pública por el Sporting, cuando salió al paso del comunicado del Ayuntamiento donde anunciaba su decisión de no firmar el protocolo. Ese escrito se cerraba con el compromiso por parte del grupo mexicano con el Sporting que “no tiene fecha de caducidad”. Más aún, pasadas las horas, se descarta cualquier vía de enfrentamiento por este tema porque “estamos condenados a entendernos con el Ayuntamiento”.
Reparto de culpas
Pero llega el momento de buscar a los responsables de este fracaso, aunque todos apuntan hacia el otro lado, al de enfrente, para repartir esas culpas. Lo cierto es que en el desarrollo de los acontecimientos ha habido errores por todas partes y cuando una debe asumir su cuota de responsabilidad.
Para llegar al desenlace se puede analizar el desarrollo cronológico de los acontecimientos, empezando que el Sporting ha sido desde el primer momento quien ha abanderado el proyecto de candidatura sin implicación alguna del Ayuntamiento, como habría correspondido al propietario de la instalación sobre la que gira todo, El Molinón.
Orlegi Sports asumió el protagonismo desde que el 17 de julio de 2022, menos de un mes después de comprar el Sporting, llevó de la mano a Madrid a los políticos para sumar a Gijón a las ciudades aspirantes a ser sede del Mundial 2018. El Ayuntamiento de Gijón tenía al PSOE y Ana González como alcaldesa al frente, con la que hubo una aparente sintonía. El grupo mexicano no se percató del oscuro horizonte político que se le presentaba a la entonces primer edil gijonesa.
Después llegó la puesta en escena del macroproyecto estimado en 300 millones de euros que incluía la construcción de un nuevo estadio, desplazado de su ubicación actual, y la necesidad de todo un nuevo plan urbanístico para la zona del Piles que escandalizó a muchos en Gijón y provocó enfado sobre todo entre los propietarios de los negocios que ahora mismo se explotan en los bajos del estadio. Ahí comenzó la desconfianza generalizada de la ciudad hacia el proyecto y en concreto hacia Orlegi, punto que se antoja clave en la posición adoptada por el nuevo gobierno municipal.
El proyecto de nuevo estadio tuvo que volverse a elaborar dentro de unos parámetros más razonables. Se redujo a la mitad, 150 millones de euros, con la misma firma del estudio Sordo Madaleno que lidera el yerno de Alejandro Irarragorri.
En este sentido, otro asunto que ha sentado mal en Gijón ha sido el olvido permanente por parte de Orlegi Sports --con el consentimiento de la otra parte, por cierto-- de que El Molinón es propiedad municipal y cualquier reforma debe pasar necesariamente todos los trámites que se establecen en las administraciones públicas. Ahora bien, en descargo del grupo mexicano habría que recordar que el Ayuntamiento de Gijón nunca ha dado un paso para plantear una reforma propia del estadio que, por ejemplo, elaboró en 2010 cuando la ciudad formó parte del grupo de candidatos a acoger el Mundial-2018 al que España aspiró también con Portugal frente a Rusia, país triunfador en aquella carrera.
Por eso hay que recalcar la impresión que ha dejado el Ayuntamiento de Gijón de mirar hacia otro lado en todo momento, sin mostrar interés alguno por el nuevo proyecto más que dejarse llevar por el devenir de los acontecimientos entre fotos y reuniones. La reforma del estadio en 2010, que duerme en un cajón del Consistorio, se planteaba con un coste de poco más de 20 millones de euros, cifra que se pudo haber actualizado para la ocasión de haber mostrado el mínimo interés.
El desconocimiento del plan de financiación ha sido el gran argumento del gobierno municipal para tirarse del barco y atacar el deseo de Orlegi Sports; pero tampoco se dio el paso al frente desde el Ayuntamiento planteando al menos la cantidad que sería capaz o estaría dispuesto a asumir. En ese mismo caso está el Principado de Asturias, el tercer actor principal en la fracasada candidatura de Gijón, que solo ha estado en el momento de proyectar la imagen del proyecto, sin compromisos de ningún tipo; en todo momento, se ha obviado la ayuda estatal de la que van a disponer las ciudades organizadoras y que el Gobierno regional pudo aclarar para allanar un poco el camino.
Finalmente está el pliego de condiciones que impone la FIFA para ser sede de un Mundial. El Ayuntamiento de Gijón hizo pública su incapacidad para asumir esas exigencias un mes después de conocerlas, al borde del plazo límite fijado para su firma, es decir, casi sin tiempo para reaccionar. Unos requisitos que el gobierno municipal firmó en 2010, con otra alcaldía, y cuyo carácter vinculante establecían como algo fundamental también para haber rechazado el proyecto, cuando la Federación Española ha venido aclarando que solo habría que respetarlos si finalmente la ciudad es candidata tras ser evaluada directamente por la FIFA.
En definitiva, en todos los lados se pueden encontrar culpables. Incluidos los colaboradores necesarios en un asunto del calado de una candidatura para acoger y participar en una Copa del Mundo de Fútbol. En este caso, la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), la patronal de hostelería (OTEA) y las Cámaras de Comercio que han aparecido en reuniones y fotos sin haberse pronunciado, sobre todo, en los momentos finales y críticos del proyecto que iba a suponer la modernización del estadio El Molinón y desarrollo para Gijón y Asturias en los próximos años con la mejora de infraestructuras necesarias y otro tipo de equipamientos.