No valió para nada, tampoco para sacar conclusiones
Cada temporada, a cada equipo, se le da algún partido en el que las circunstancias se conjuran, a favor o en contra, para determinar el marcador, casi independientemente de lo que hagan los dos equipos. Eso le pasó al Racing frente al Zaragoza. Mala suerte (en el fútbol, como en la vida, juega su papel), pero nada que objetar. Pero tampoco nada que deducir futbolísticamente de esa derrota. El Racing no ha descendido, pese al desánimo general. Hubo errores, graves, individuales en su mayor parte, pero también una actitud muy digna de los que se quedaron en el césped y ejemplar de los racinguistas que estaban en la grada.
Hay que reflexionar, pero sin pasarse
Dice José Alberto que en la Champions no hubiera llamado el VAR al árbitro para revisar el color de la tarjeta de Íñigo. Puede ser. En ningún sitio es más metete el várbitro que en el fútbol español y no discuto que en otros lares el de Ampuero se hubiera quedado con su enésima amarilla, pero todos sabemos que en España ese plantillazo en el tobillo de un rival se está peritando (gran aportación de Iturralde) como roja. Siempre. Y el que mejor lo sabe es el Racing, que lleva camino de plusmarca de expulsiones, ya que las rojas de Pombo y las del propio Íñigo llegaron por esa vía. Cuando se juegue en la Champions se podrá actuar pensando en como pitan (incluso los árbitros españoles) en la Champions, mientras sigan en Segunda harían bien en considerar como varbitran Sagués Oscoz, Ocón Arráiz, Vicandi Garrido y compañía. ¿Eso debe costarle la lapidación a Íñigo? No. Debe reflexionar, pero sin pasarse. Su juego le exige ir al límite en cada duelo, él no puede jugar como Toni Kroos. El Racing no se puede permitir no contar con su capitán e Íñigo tiene que seguir metiendo el pie, si puede ser sin clavar los tacos en el tobillo de nadie. No sin Íñigo. No más tarjetas rojas.