Más ‘Vecchia’ que ‘Signora’

La Juventus de 2025 es bastante asimilable a Gloria Swanson en El Crepúsculo de los Dioses. Vive ilusoriamente en los días de champagne de su prestigioso pasado, pero su presente es tétrico. Mucho orgullo, poca relevancia y bastantes, otra vez más, líos legales. La Vecchia Signora sigue siendo la entidad más respetada y temida de Italia, pero el fútbol la ha abandonado. Lleva un lustro sin pelear la Serie A (en los últimos cinco Scudetti su desventaja final con el campeón promedió los 16 puntos) y desde que se fue Cristiano, para ver estrellas en Turín hay que mirar al cielo, no al césped.

Hoy se maquillará para el Bernabéu, pero la Pasarela Cibeles no oculta su realidad: acumula pérdidas millonarias (sólo la temporada pasada fueron 58M€), arroja números rojos desde 2017 y se estima que las sucesivas inyecciones de capital de los Agnelli a través del holding Exor no lograrán acabar con la deuda al menos hasta la campaña 2026-27. La Juve ya ni está entre los 10 clubes con más valor para Forbes, ha caído al 11º, con 1.846M€, muy lejos del líder, este Madrid (5.800M€) con el que hoy cruza sables...

“No hay deseo ni hambre... los jugadores tienen que mostrar más orgullo”

Alessio Tacchinardi, tras el 2-0 bianconero en Como

Se nota mirando la plantilla turinesa. Volver a coleccionar de nuevo Balones de Oro como hacía la familia Agnelli durante décadas (Sívori, Rossi, Platini, Baggio, Zidane, Nedved...) parece una quimera porque lleva tres años sin ‘colar’ siquiera un futbolista bianconero entre los 30 finalistas. El valor de su plantilla según Transfermarkt es dos veces y medio menor (602M€) que la que maneja Xabi Alonso (1.401M€). De hecho, se ha devaluado 26 millones de euros en relación a la de la Juve 2024-25 (628M€).

Ha desaparecido de la Azzurra

La crisis de talento se nota también en su aportación a la Azzurra. En la última convocatoria de esta Italia ya de por sí venida a menos, sólo dos representantes juventinos seleccionados por Gattuso: Cambiaso y Locatelli. Ni Tudor (con un pie fuera del banquillo) ni su plantilla se salvan. Tras el duro 2-0 en Como del pasado domingo, Alessio Tacchinardi (261 partidos como juventino) disparó a discrección: “No hay deseo ni hambre... los jugadores deben mostrar más orgullo. Se dice que Tudor ha aportado espíritu Juventus, pero no es suficiente”.

La Juve es aristocracia del fútbol europeo del más rancio abolengo, pero sus formas siguen a milímetros del fuera de juego, cuando no en él. Tras el escándalo arbitral del Calciopoli en 2006 que le desposeyó de dos títulos y por el que dio con sus huesos en la Serie B, Andrea Agnelli y sus dos lugartenientes, Nedved y Fabio Paratici, fueron suspendidos en 2023 por el llamado Caso de las Plusvalías en el se manipularon las cifras de las compras y traspasos de futbolistas para sortear los controles financieros, pecado aún más grave al ser un club que cotiza en Bolsa. “Siento que hemos vendido nuestra alma”, llegó a decir uno de los directivos investigados. Agnelli renunció a la presidencia tras 12 años en el cargo y ahora es su primo, John Elkann, quien manda aunque la cara pública la pone Gianluca Ferrero, el antiguo contable de la familia. Todo sigue quedando en casa.

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Pocos éxitos y demasiada ingeniería fiscal como mínimo dudosa. Ahora está en la mirilla de la UEFA, que anunció la semana pasada la apertura de un procedimiento contra la Juve por posible violación del Fair Play Financiero en el último trienio. El fallo, que podría ir de la multa económica a una sanción, se espera para la primavera del año que viene. Últimamente, más escándalos que títulos, el último fue la Copa de Italia 2023-24. Un gigante crepuscular.

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