Le Normand, el adiós de un símbolo txuri-urdin en el último lustro
El central francés llegó en 2016 a Zubieta. Se convirtió en el jugador que daba sentido al entramado defensivo de Imanol. Clave en el título de Copa de 2021. Quería ganar la Euro siendo aún de la Real.
Robin Le Normand ya es nuevo jugador del Atlético de Madrid. O lo que es lo mismo, ya es historia de la Real Sociedad. Historia en ambos sentidos. Porque ya se ha ido, y porque su paso por el club txuri-urdin ha sido inevitablemente histórico. Es el triste adiós a uno de los jugadores más reconocidos y reconocibles del equipo realista en esta época dorada de resultados de la mano de Imanol Alguacil, hasta llegar a convertirse en todo un símbolo del realismo del último lustro.
Su marcha al Atletico deja un socavón en el eje de la defensa de la Real Sociedad que no será fácil de tapar, pero sobre todo un profundo hueco de pena en el corazón de los aficionados realistas, porque le habían cogido un cariño especial a este francés que llegó a Zubieta en 2016 sin hacer nada de ruido y que vivía alejado del foco mediático del fútbol en una pequeña localidad guipuzcoana llamada Astigarraga, colindante con San Sebastián. Siempre intentando estar en un segundo plano, a Le Normand nunca le gustaron los flashes de los fotógrafos, porque él prefería hablar sobre el terreno de juego. El Breton era tan querido en ‘su’ pueblo que sus vecinos le cuidaban de su perro cuando tenía que viajar con la Real Sociedad, le dejaban fruta fresca para cuando llegara de madrugada, y hasta le homenajearon siendo el pregonero de sus fiestas. Eso es lo que se lleva el Cholo Simeone a su Atlético: un buen tipo, por encima de todo.
Hecho a sí mismo
Pero lo que realmente define a Robin Le Normand es que es un central hecho a sí mismo, pulido con el toque exigente de Imanol Alguacil, el entrenador que más ‘culpa’ tiene en Zubieta del espectacular nivel que ha llegado a alcanzar. Porque, que no se engañe nadie, el Bretón llega al Atlético consagrado como uno de los mejores centrales del mundo. Pero no ha sido nada fácil llegar hasta este punto. De hecho, parece mentira que lo haya conseguido. Cuando aterrizó en Zubieta en 2016, era un jugador que dudaba de sí mismo, de su nivel y su futuro, con muchas cualidades físicas, pero también muchos complejos. Todo eso lo tuvo que pulir poco a poco, con mucho trabajo, y sobre todo mucha concentración.
Le normand se centraba tanto en su trabajo en Zubieta que hasta le costaba sonreír. Se llegó a decir, incluso, que nunca se reía. No son pocas las bromas que tenido que soportar con ese tema. Desde su llegada, siempre fue puesto en entredicho. Pocos imaginaban lo que iba a conseguir en el primer equipo cuando jugaba en el filial y le costaba tanto estar a la altura de la Segunda B. “No tiene nivel para llegar al primer equipo, como mucho podrá hacer historia en Segunda, pero no está para Primera“, se llegó a decir dentro de la cantera de la Real. Palabras duras, pero en ese momento era lo que mostraba en sus partidos con el Sanse.
De no llegar… a hacer historia
Le Normand nunca se rindió. Y los técnicos de Zubieta tampoco. A pesar de su difícil adaptación y las dudas, creían que se podían pulir sus defectos. Porque tenía algo diferente: Carácter, decisión, empeño, y mucho trabajo. Quien más creyó en el Bretón fue el entonces entrenador del filial txuri-urdin, un tal Imanol Alguacil. Coincidir con el oriotatarra le cambio la vida al francés. Le corregía, le exigía y le gritaba para que mejorase. Y Le Normand se esforzaba al máximo, con una capacidad de sacrificio a la altura de pocos, con un objetivo entre ceja y ceja: debutar en la Real y llegar a ser futbolista profesional. Y entonces le llegó su primera gran oportunidad. Con Asier Garitano en el banquillo de la Real se estrenó en Primera. En el Benito Villamarín contra el Real Betis. Fue un 2 de diciembre de 2019, tres años después de su llegada a Zubieta.
A partir de ahí, su historia en la élite se escribe sola. Porque ha sido una evolución constante y meteórica, hasta llegar a convertirse en campeón de la Eurocopa con España siendo titular indiscutible para el Seleccionador Luis de la Fuente, a pesar de lo que muchos dijeran de él. El Bretón quiso aparcar durante el campeonato de selecciones su futuro para no descentrarse, y porque tenía claro que si conseguían proclamarse campeones, quería hacerlo siendo jugador de la Real Sociedad. Fue su señal de respeto y agradecimiento por todo lo que le han dado en el club donostiarra. “Sin la Real no sería el futbolista que soy, se lo debo todo”, repite siempre que puede sin reparos. Estará eternamente agradecido a la Real Sociedad, y no descarta en el futuro volver a Zubieta, a la que considera como su segunda casa.
Cinco años inolvidables
En cinco años, Robin Aimé Robert Le Normand (Pabú, 11-11-96) se ha convertido en un jugador insustituible en una Real Sociedad que ha entrado en la historia del club donostiarra al lograr cinco clasificaciones europeas consecutivas, entre ellas una para la Champions League. Y fue una pieza clave en el título de Copa del Rey logrado en La Cartuja en 2021. La pareja de centrales que llegó a formar con Igor Zubeldia fue considerada como una de las mejores y más solidas de Primera división.
Porque el trabajo que empezó en el filial con Le Normand, Imanol lo siguió en el primer equipo, hasta lograr una bestia competitiva sin igual, un ganador de duelos incomparable, y un dominador del juego aéreo como no hay en nuestra liga. Eso ha sido el Bretón de la mano del oriotarra, que ahora se queda sin su principal baluarte defensivo. 221 partidos con la Real le contemplan para siempre, un central de culto que fue ganándose con su esfuerzo y su sacrificio el cariño de toda la gente de la Real. Un ejemplo de superación, la demostración más palpable de que con trabajo se pueden conseguir las metas más altas. Incluso que el Atlético de Madrid pague 30 millones más 5 en variables por tu fichaje, pudiendo ser la tercera venta más elevada de la historia de la Real (salvo que las cifras que salgan del club colchonero digan lo contrario, claro).
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