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REAL ZARAGOZA / ANÁLISIS

La pesada herencia que va a recibir Fran Escribá

Ya no están Torrecilla y Carcedo, las dos apuestas fallidas del director general Sanllehí, pero queda un Real Zaragoza en caída libre y que puede acabar la jornada en puntuación de descenso.

Zaragoza
Carcedo, en el asiento de copiloto, en el momento de abandonar esta tarde la Ciudad Deportiva.
Alfonso Reyes

Ya no están Torrecilla y Carcedo, las dos apuestas fallidas del director general Sanllehí, pero queda un Real Zaragoza en caída libre y que, si el Lugo derrota esta noche al Cartagena, puede acabar la jornada en puntuación de descenso, una posición alejadísima de su límite salarial, el séptimo más alto de la categoría, y que no guarda relación alguna con los 25 millones de euros invertidos por los nuevos propietarios de la sociedad anónima deportiva desde el pasado mes de mayo. Desde luego, Fran Escribá no va a tener fácil darle la vuelta a la herencia que va a recibir, salvo que el despropósito se corrija en el mercado invernal.

Torrecilla deja una plantilla descompensada, con hasta cuatro laterales derechos (Fran Gámez, Larrazábal, Luna y Vigaray) y tres izquierdos (Fuentes, Nieto y Lasure), sin ningún centrocampista explosivo que ataque los espacios o que rompa líneas en conducción, sin regateadores -la excepción es el discontinuo e irregular Bermejo- y sin extremos o especialistas de banda. Demasiados jugadores del mismo perfil, que no mezclan y, que por calidad y por personalidad, no responden a las exigencias de este club y de su afición. Tienen actitud y compromiso, pero no les alcanza.

El ya ex director deportivo hablaba de posiciones dobladas y lo que hay son cromos repetidos. Cuando hacía falta una reconstrucción masiva, se apostó por retocar sólo la línea de ataque, donde únicamente Giuliano ha justificado hasta ahora su incorporación. El gigante senegalés Gueye, el fichaje estrella de Torrecilla y Sanllehí, no es ni titular en el Zaragoza menos goleador de la historia, y ha jugado con cuentagotas, lo que dice demasiadas cosas… Lo mismo que el central boliviano Quinteros, inédito en tres meses. En resumen, se cimentó el primer proyecto de la nueva propiedad sobre un fracaso continuado de dos años y, además, con el mismo arquitecto, poniéndole únicamente cinco futbolistas nuevos, y las consecuencias no se han hecho esperar.

Por su parte, Carcedo, que se ha despedido esta tarde de la plantilla, no le ha ido a la zaga a Torrecilla. Elección directísima de Sanllehí, al que conocía de su etapa como ayudante de Emery en el Arsenal londinense, es un teórico, un académico cautivado por las nuevas tecnologías aplicadas al fútbol como el ‘Big data’, que concede a la pizarra un enorme valor, un míster de los llamados intervencionistas. Es decir, que le gusta jugar a entrenador y que se note. Nadie puede dudar de su honestidad y hasta bonhomía, pero le han faltado valentía, experiencia, liderazgo, intuición y lectura de los partidos, aspectos esenciales cuando se trata de entrenar al Real Zaragoza. Ni él mismo acabó creyendo en lo que hacía y jugó casi siempre en función del rival, cambiando de sistema cada dos por tres. Su Zaragoza no tuvo fútbol ni por dentro ni por fuera, carecía de capacidad de sorpresa y apenas llegaban jugadores a posiciones de remate. La conclusión son esas nueve jornadas de quince disputadas sin ver puerta. A La Romareda nunca le gustó. Y lo expresó a coro.

Fran Escribá, un técnico experto y baqueteado en los banquillos del Elche, el Getafe, el Villarreal y el Celta, llega con la misión de levantar rápidamente a un equipo sin pulso para llegar al parón navideño con el mayor número de puntos posible para no verse obligado a una hazaña como la de JIM de hace dos temporadas. El mercado invernal va a tener otra vez una enorme relevancia, porque es necesario cambiar muchas cosas en este Real Zaragoza.

La ventaja de Escribá es que llega al cargo con David Generelo, que jugó una década en el Real Zaragoza y conoce perfectamente el paño.