La clave no es la diferencia, es la actitud
Hace ya semanas que el racinguismo no para de escudriñar la clasificación y los calendarios de los equipos involucrados en la lucha por evitar el descenso. Normal, después de tres descensos a las primeras de cambio en las tres últimas ocasiones en las que los cántabros pasaron (fugazmente) por Segunda. Por eso, y porque va como un bólido, y porque su calendario es a primera vista el más asequible, salvo la visita a Mendizorroza, el Málaga mete miedo. Al empezar el partido frente al Granada los de La Rosaleda estaban ya, tras tres victorias consecutivas, a dos puntos del Racing, así que El Sardinero estalló de alegría al término del partido cuando su equipo recuperó los dos partidos (cinco puntos más el golaverage) de renta sobre los malacitanos. No está de más, desde luego, tener margen de error, pero lo que más debe tranquilizar al racinguismo no es esa ventaja, sino la intensidad que demuestra su equipo. Así va a seguir sumando. Se comió al Albacete y repitió con el Granada, dos equipos que luchan por ascender. Actitud. Y aptitud, que a veces se nos olvida que el Racing tiene calidad de sobra para lograr la permanencia, otra cosa es que durante una parte de la temporada se renunció a apostar por ella.
Lo que suman los que no juegan cuando juegan
A José Alberto, como a todos los entrenadores, le pagan por tomar decisiones, sobre todo cuando, como ayer, le faltan cuatro titularísimos, Parera, Rubén Alves, Íñigo y Jordi Mboula (convocado, pero solo se podía romper el cristal en caso de incendio). Y el ovetense acertó. Era de cajón lo de Ezkieta, también lo de Pol Moreno, el tercer central siempre que ha necesitado una alternativa o un complemento a Germán o a Rubén, pero ya no tanto lo demás. Podía haber elegido a Tienza en el pivote y haber dejado a Juergen y a Pombo junto a Íñigo Vicente de trescuartistas, de hecho, era lo más probable viendo sus últimas alineaciones. Y no. Puso al colombiano junto a Aldasoro, que es su sitio en el 4-2-3-1, aunque le iría mejor de volante en un 4-3-3, le dio vuelo en el extremo a Unai Medina y prefirió a Peque que a Pombo. Y a Baturina que a Matheus, titular en Zaragoza. Sombrerazo, que decía Manolete. Lo cuadró José Alberto. Ezkieta, Pol, Unai, Peque, los que no juegan, jugaron muy bien. Sombrerazo, que no es fácil. Y no quiero acabar esta reflexión sin hablar de Álvaro Mantilla. Acabo de ver de nuevo el partido y reconozco que cometí ayer una injusticia con él: le puse un ‘1′ en las calificaciones del AS y le tuve que haber puesto un ‘3′. O un ‘4′, si se pudiera. Debí estar muy amomado, como decimos en Cantabria, para no darme cuenta que en los 20′ que jugó fue un imán para todos los balones que metieron al área los granadinos. Y los sacó todos con autoridad, con la cabeza y con el pie. Y con el corazón, sobre todo con el corazón.