Tras las huellas de Maine Road, el viejo templo del City
Del octogenario y mítico estadio ‘citizen’ sólo quedan vestigios. Se demolió en 2003... para hacer apartamentos. Aún queda algo de arqueología futbolera.
“Llévame a casa, a Maine Road, al lugar al que pertenezco, en el Kippax, para ver al City, llévame a Maine Road...”. Durante ocho décadas Maine Road fue la arteria que le daba vida al Manchester City. Una calle larga que desembocaba en el viejo estadio citizen, que adoptó el nombre de la vía. Si eras hincha skyblue, el viejo templo. Durante mucho tiempo, el lugar (exceptuando el viejo Wembley) con el récord de espectadores en un partido: 84.569 para ver un ManCity-Stoke en 1934. Como The Kop en Liverpool, también tenía una grada conocida en todo el país, Kippax, por ser la que daba a la calle del mismo nombre. En 2003 la entidad decidió mudarse del barrio de Rusholme al actual donde se ubica el City of Manchester (lo de Etihad Stadium es solo el nombre comercial) y casi se borró de un plumazo Maine Road de la geografía futbolera británica.
Porque el estadio fue derribado, sin piedad. “Lo echaron abajo para construir casas baratas, el City era lo que le daba dinero y vida al barrio”, explica a AS un vecino, Pete. En concreto, se levantaron 340 apartamentos. El césped lo ‘heredó' la Metropolitan University of Manchester y sólo queda de Maine Road el círculo central del terreno de juego. Conservado como último vestigio del estadio, tiene una placa en el punto exacto donde se sacaba la pelota de centro en memoria de Stan Gibson, jardinero del estadio durante 40 años. A su alrededor, un epitafio: ‘Este punto central es el corazón de Manchester: fútbol, arte y cultura, 1923-2003′.
Pasear por lo que en su día fue la histórica casa del City es desconcertante. Sólo se aprecia ese círculo central y el nombre de dos calles cercanas, ‘Citizen Place’ y ‘Blue Moon Way’, en referencia al himno del club. No hay más. Es como si en solo veinte años se hubiera extirpado al City del barrio.
Ni un mural, ni una bandera colgando de alguna de las ventanas. Ni siquiera alguna pegatina con el escudo en una farola. El circo del City se fue y el cordón umbilical se ha perdido. “Alguna vez viene algún hincha nostálgico”, es lo más que dice otro autóctono. No se respira fútbol, es un suburbio como cualquier otro de una ciudad importante británica. Anodino.
Y el caso es que Maine Road es una pieza esencial para entender el fútbol en una de las ciudades más futboleras del planeta. El estadio por un tiempo llegó a acoger al Manchester United toda vez que una bomba nazi durante la II Guerra Mundial dejó inutilizable la casa de los diablos rojos. ‘Escucha, y nos oirás cantar’, dice en piedra el redondeado memorial en lo que fue Maine Road. Pero la realidad es que, veinte años después, no se escucha nada.
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