Escribá levanta al Zaragoza
El técnico ha enderezado el rumbo de un equipo que estaba en situación crítica. No conoce la derrota –dos victorias y tres empates- y ha puesto siete puntos de distancia con el descenso.
El Real Zaragoza es otro con Fran Escribá, otro muy distinto al de Carcedo, al que su inexperiencia y falta de liderazgo y sus extravíos tácticos colocaron en una situación crítica. Escribá se estrenó con el equipo aragonés con un sonoro ridículo frente al modestísimo Diocesano en la Copa, pero en la Liga no conoce la derrota –dos victorias y tres empates- y ha puesto siete puntos de distancia con el descenso.
Al Zaragoza no le sobra nada y todo le cuesta mucho, pero la mejoría con el cambio de entrenador es incontestable, empezando por la eficacia, lo sustancial en el fútbol. El Zaragoza de Carcedo, un equipo que jugaba siempre en función el rival y que no sabía qué hacer con la pelota, sólo fue capaz de marcar nueve goles en la primeras quince jornadas, mientras el de Escribá, pese a no haber podido contar aún con Iván Azón, ha logrado ocho goles en cinco encuentros, cuatro de ellos de estrategia, una faceta a la que el nuevo técnico concede una enorme relevancia dada la igualdad de la categoría.
Escribá le ha dado orden y concierto al Zaragoza, que, dentro de sus enormes limitaciones técnicas, es ahora un equipo más dinámico, más práctico y más vertical. El 4-4-2 le sienta bastante mejor y, sobre todo, le rinde mayores beneficios que los continuos cambios tácticos de Carcedo, que llegó a jugar en varios partidos con tres centrales en La Romareda, lo nunca visto en la historia del Zaragoza.
Pero la mejora también obedece a la elección de los futbolistas. Después de un mes largo en el cargo, Escribá ya conoce perfectamente a su plantilla y eso ha derivado en varias decisiones fundamentales, como la vuelta de Francés al eje de la defensa para formar pareja con Jair –dos porterías seguidas a cero- o la inclusión de Francho como ‘doble 6′, la demarcación que más se ajusta a sus características y que le permitió brillar como nadie en la goleada al Huesca. También Mollejo es otro como acompañante de Giuliano en el ataque. Y aunque todavía es pronto para valorar el relevo en la portería, Rebollo tuvo un debut de lo más prometedor.
Dirigir a un Zaragoza en Segunda con tantas urgencias no resulta fácil y ahí está la suerte que han corrido una docena larga de entrenadores en estos diez años de vacas flaquísimas, a los que el reto les ha venido grande desde el principio y a los que les asustaban hasta las conferencias de prensa. En eso también es muy diferente Escribá a Carcedo. El nuevo entrenador, baqueteado en el fútbol profesional y bien secundado por Generelo, que conoce el paño de La Romareda, tiene un discurso mucho más ágil, no esquiva ninguna cuestión futbolística y siempre tiene una mirada autocrítica y de exigencia. “Ahora nos sentimos fuertes y capaces de todo, pero también debemos tener claro que no hemos hecho absolutamente nada. Que esta buena inercia que llevamos nos haga seguir viendo que estamos en el camino, aunque falta mucho por recorrer”, dijo nada más ganar con enorme autoridad al Huesca.
“Una de las primeras condiciones que debe tener un técnico es convencer cuando habla”, dejó dicho el gran Angelito Labruna, gloria del River Plate y del fútbol argentino. Y Escribá, desde luego, está convenciendo a un grupo de jugadores donde no sobresale, precisamente, la personalidad ni en los más veteranos.
El Zaragoza tiene una plantilla descompensada, con muy poco fútbol y sin capacidad de sorpresa, porque carece de centrocampistas que ataquen el espacio, de especialistas de banda, de regateadores y de un goleador importante, pero ahora tiene un entrenador experto, con las ideas claras y que no se asusta, un técnico que ha sacado al Real Zaragoza de su caída libre y que espera, aunque no lo diga en público, que el club eche el resto en el mercado invernal, haga hueco y ‘limpieza’ en la plantilla y le firme varios refuerzos de verdad para poder aspirar a algo más que a finalizar el campeonato en la mitad de la tabla, desperdiciando una nueva temporada.