El Málaga es un polvorín con un futuro incierto
El Málaga va a caer en Primera RFEF en medio de una fractura social sin precedentes. Afición enfadada, intervención judicial que no se resuelve y demasiados pleitos pendientes.
Si no ocurre algo rocambolesco el Málaga descenderá a Primera RFEF 25 años después de su ascenso desde la tercera categoría que entonces se llamaba Segunda B. Y lo hará en medio de una fractura social casi sin precedentes. Es verdad que el club lleva casi una década en fase crepuscular. Pero lo de ahora es un incendio en toda regla de tal magnitud que será muy complicado de apagar.
No es tan simple señalar a los culpables de semejante oprobio. En el fondo es una cadena de despropósitos que viene de arriba hacia abajo. El administrador judicial, José María Muñoz, no acertó con el director deportivo Manolo Gaspar; éste tampoco eligió bien a sus entrenadores y permitió que el primero de esta temporada, Pablo Guede, confeccionase una plantilla demencial y desequilibrada sin extremos ni laterales, superpoblada de centrocampistas todos de las mismas características y sin delanteros excepto Rubén Castro que ha decepcionado. El siguiente técnico, Pepe Mel, permitió la llegada de Lumor Agbenyenu, un fichaje atrozmente desafortunado a quien hubo que despedir de manera improcedente. Y el tercero, Sergio Pellicer, tiene contrato hasta 2024. ¡Inconcebible!
El club no supo meter bisturí tras el aviso de la campaña anterior también con tres entrenadores. Manolo Gaspar se dejó llevar por las redes sociales para despedir a José Alberto. En su lugar contrató a Natxo González que fue un desastre y luego el mencionado Guede que, como decíamos, no funcionó.
La fractura social
La afición ha bajado el pulgar a jugadores y dirigentes. N’Diaye, Esteban Burgos, Jozabed etc fueron especialmente censurados. Pero las iras han caído sobre José María Muñoz. Sus decisiones económicas tenían como objetivo salvar a la entidad de la desaparición; en cambio las deportivas no han salido bien. Y esa es la realidad. Los aficionados pidieron su dimisión con virulencia. A falta de presidente es el señalado como máximo responsable.
La realidad judicial
El Málaga lleva tres años intervenido judicialmente. Eso quiere decir que poco se puede hacer en la gobernabilidad del club. mientras no se resuelva este asunto. Lo más que podría hacer la jueza que lleva este caso es poner a otro administrador. No es tarea sencilla. Los juicios pendientes son demasiados entre partes interesadas como el todavía propietario, Abdullah Al Thani o la empresa hotelera BlueBay. Por no hablar de otros pleitos serios. Unos para recibir dinero (casos Horta u Ontiveros); otros donde se reclaman cantidades al club como por ejemplo el Banfield que pide 1.223.221 € por Cecchini. Y de éstas hay unas cuantas reclamaciones más en un año que se presentará muy duro. El Primera RFEF y con una vorágine de juicios.
Para abrir boca. El 23 de mayo hay señalada una audiencia previa entre el Málaga y BlueBay (esta empresa hotelera posee el 49% de las acciones de la sociedad vinculada al club malagueño Nas Spain 2000) por el que la entidad malaguista reclama 2.400.000 euros en concepto de publicidad en las camisetas de hace varias temporadas.
En esta situación Kike Pérez, el director general, deberá volcarse en planificar la parcela deportiva mientras Muñoz (no olvidemos que rinde cuentas a la magistrada cada tres meses) tendrá que seguir cuadrando números sin descartar que se vuelvan a tomar medidas extremas (hace poco más de un año ya hizo un ERE). Pérez busca director deportivo para hacer un equipo nuevo que intente el regreso a Segunda por la vía rápida. El tema será si a este futuro responsable de fichajes le puede cuadrar o no Pellicer, con un contrato en vigor que dejó en herencia Gaspar antes de salir. El Málaga es un polvorín y su futuro, incierto.