El día de Ferrero y Piqué
El legendario extremo, símbolo de la mejor época del club, volvió a El Molinón para ser aclamado con el ex azulgrana y propietario del Andorra en la grada.

Enzo Ferrero, flanqueado por Redondo y Joaquín. Esa fue la imagen previa al partido entre el Sporting y el Andorra; la imagen de la nostalgia para los aficionados más veteranos del club rojiblanco, aquellos que peinan canas y han superado los 50 años de edad. En esa foto solo faltaría Quini para representar de forma plena la mejor época en los 120 años de historia de la entidad.
El Sporting estaba en deuda con Ferrero desde el pasado verano, cuando se cumplieron 50 años de la llegada a Gijón de este crack argentino, una efeméride importante en la historia del club. Motivos familiares, derivados de los problemas de salud que arrastra su esposa, también retrasaron la vuelta del ‘Piky’ --como le conocían en Boca Juniors-- al césped del viejo estadio El Molinón donde fue protagonista de tantas tardes de gloria en un tándem galáctico con Enrique Castro, ‘El Brujo’ Quini.
El ‘Pibe’ ya había tenido su reconocimiento hace un año cuando se inauguró la Puerta 11 con su nombre; incluso antes, como uno más, en aquella presentación estelar de Orlegi Sports y su presidente Alejandro Irarragorri, recién llegados a la propiedad del Sporing. Pero faltaba que el legendario futbolista, al que no fueron capaces de mover de Gijón los grandes clubes de este país, volviera a pisar el terreno de juego del municipal gijonés para ser aclamado por su afición. Y este viernes 28 de noviembre fue el día.
Enzo Ferrero recibió una camiseta con el número de partidos que jugó de rojiblanco (340), saludó varias veces a los aficionados dirigiéndose a todos los graderíos, besó el césped y se emocionó. Este gijonés de adopción, nacido en Campana (Argentina), pero que decidió echar raíces en esta ciudad de la que nunca se movió, tuvo su homenaje en un día que acabó triste porque no pudo ver ganar a su equipo.

Cuando el balón comenzó a rodar por el césped, pocos podían imaginar el desenlace de un partido donde se esperaba volver a ver un Sporting ganador. El VAR tuvo que llegar al rescate del equipo rojiblanco en el último minuto. Mientras se revisaba la jugada que podía acabar en penalti, los gritos de ‘Directiva, dimisión’ volvieron a sonar en las gradas donde hubo otro protagonista, Gerard Piqué.
El propietario del Andorra acompañó a su equipo en esta difícil salida en la que Carles Manso asumió el papel de entrenador de forma interina. Gerard Piqué siguió el partido aislado en una cabina, declinó su presencia en el palco de autoridades y sufrió en los últimos minutos en los que iba contando segundo a segundo el paso del tiempo con el triunfo en las manos que al final se esfumó por ese polémico penalti.
Piqué es uno de los grandes centrales de la historia del FC Barcelona. Como lo fue Migueli, por ejemplo, al que la afición de El Molinón recuerda en aquella noche en que Enzo Ferrero le rompió la cintura. “Fue un contraataque desde el centro del campo. Llegué al área y me encontré con Migueli, al que tuve que hacer tres quiebros. Se quedó tendido en el suelo, lo que me permitió apuntar el disparo y puse el balón en el ángulo superior contrario, al que Amigó no pudo llegar”, contaba el argentino que al final de aquel partido fue retirado al vestuario a hombros de varios hinchas.
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Aquel 28 de octubre de 1979, hace 46 años, el Sporting fulminó al Barça con un 4-1, gracias a tres goles de Quini y a esa obra maestra de Enzo Ferrero a dos minutos del final. “Fue un partido impresionante y me sacaron en volandas. Puede que haya sido el gol más bonito que marqué, aunque también el que le hice al Torino fue sensacional”, sentenciaba el ‘Pibe’.
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