Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

Es un futbolista especial. Puro talento. Íñigo Vicente no tiene desde luego apariencia de atleta (aunque cuando tiene el balón es más rápido de lo que aparenta), cuando pierde el esférico tiende más a cabrearse, consigo mismo o con el árbitro si le parece que le han hecho falta, que a correr detrás del cuero para recuperarlo, pero es muy bueno. Por la calidad técnica que tiene, desde luego, pero todavía más por el carácter competitivo y su liderazgo. Cuando todo va bien, suele esperar en su costado izquierdo, pero cuando el equipo se atasca es el que da un paso adelante, o hacia un lado, o hacia atrás, o hacia donde haga falta para pedir el balón y tratar de generar algo. El lunes, ante el Huesca, lo demostró una vez más. Durante todo el partido, pero sobre todo en la segunda parte se echó el equipo a sus espaldas. Como sugiere la foto de Cubero, fue el buen pastor del Racing. Es verdad que a Saúl le deja huérfano demasiado a menudo frente a lateral y extremo, pero viene todo de serie en el paquete. Si no, estaría en el Athletic. Jugadorazo.

Íñigo Vicente, del Racing, en El Sardinero.
Ampliar
Íñigo Vicente lideró el juego del Racing contra el Huesca.Nacho Cubero

A lo mejor lo de partidazo...

Soy muy de José Alberto. En general, me gusta la manera de ser y de expresarse de los asturianos (aunque cada uno es de su padre y de su madre), hemos tenido, además, bastante buena suerte con entrenadores de aquella tierra, con tres ascensos ovetenses (Paquito, Paco Fernández e Iván Ania) y un año y medio mágico con uno de Careñes (Marcelino García Toral). Y la sidra natural es la única bebida alcohólica por la que doy un paso hacia la barra. Pero, aquí viene el pero, que lo estaríais esperando, estoy empezando a detectar cierta tendencia innecesaria a la hipérbole a la hora de calificar el fútbol de su equipo. El lunes, después de un análisis certero del desarrollo del partido, que suscribo casi al 100%, acabó diciendo que el Racing había hecho un partidazo. Y no es verdad. Ni por asomo. Demos mérito a jugar contra el Huesca, que es incomodísimo, a seguir sumando, al buen tono físico general del equipo hasta que pitó el árbitro..., pero no jugó un partidazo. Y no necesita vender humo. Está haciendo un trabajo formidable, es coherente (hasta en lo que se le puede discutir, lo es), suma puntos al nivel de los grandes, tiene pinta de ir a salvar al equipo y no creo que deba ir a la sala de prensa a edulcorar el relato. Eso, para los que necesitan explicarnos lo que no vemos, José Alberto.

Alfonso Liaño y Pablo Torre, viendo el Racing-Huesca desde un palco en El Sardinero.
Ampliar
Pablo Torre estuvo el lunes en El Sardinero junto a su amigo Alfonso Liaño, portero del Vimenor.Nacho Cubero

¿Quién habrá sido el que se olvidó de dar la baja?

Pablo Torre estuvo el lunes en El Sardinero viendo el Racing-Huesca. Le hubiera gustado estar en el campo, pero un error del Racing hizo que el único club de todo el mundo al que no podía salir cedido Pablo del Barcelona sea precisamente este. Estaba todo acordado entre las tres partes, Xavi Hernández le dio la autorización, la camiseta con el nº10 estaba reservada para él y el chaval había comenzado a avisar a sus amigos en la primera plantilla y en la del Rayo, en la que están alguno de sus íntimos, pero..., no pudo ser. La razón es absurda: A pesar de que el Racing le traspasó meses antes, a pesar de que el Barça le había dado de alta en la Seguridad Social y le había presentado oficialmente, alguién en el Racing se olvidó de darle de baja en la Federación hasta el 22 de julio. 22 días después de empezada la temporada 22/23. Y como la norma dice que un futbolista no puede tener dos licencias diferentes en el mismo club en la misma temporada, el equipo de su corazón era el único en el que no podría jugar esta temporada. Totalmente absurdo. Por desidia. O por incapacidad. A él le costó muchas lágrimas y le quitó las ganas de salir a otro sitio. E Íñigo Vicente heredó el 10. El lunes estuvo en un box de los Campos de Sport (eso no lo prohibe ni la Federación ni el que se olvidó) acompañado de su íntimo amigo Alfonso Liaño, hijo de Paco y portero del Vimenor. Estaban en casa.