Del Nido Carrasco, a la palestra tres meses después

Tres meses después, José María del Nido Carrasco volverá a ejercer como presidente del Sevilla. Al menos, de forma pública, ya que no realiza declaraciones desde el balance de la pasada campaña, fechado el 18 de junio. Desde entonces, el director deportivo Antonio Cordón dijo que no ha conocido a un presidente que trabaje tanto, pero el sevillista de pie sigue sintiéndose aún más vilipendiado si cabe por su máximo mandatario.

Del Nido Carrasco sigue gobernando de espaldas a su afición. Las críticas solo aumentan pero no parecen inmutarle. Al contrario, parece haberse insonorizado y si para ello hay que dejar de aparecer en público o minar de seguridad privada la zona del palco del Sánchez Pizjuán, se hace.

Las últimas afrentas a la afición parecen haber traspasado límites. El Sevilla ha suspendido la tradicional ofrenda a la Virgen de los Reyes en la Catedral por motivos de seguridad. El presidente no acudió al acto de los Fieles de Nervión, donde se homenajeaba a sevillistas con 75 años de carnet. Tampoco acudió al homenaje a José Antonio Reyes en su Utrera natal, pueblo del que es oriundo el vicepresidente José Castro, que llegó con retraso para no tener que salir al césped con el padre y el hijo del difunto futbolista. Y por terminar, Badé fue homenajeado en el centro del campo sin que el presidente lo acompañara en su despedida después de que el francés hubiera dado una Europa League y un puñado de millones que permiten la supervivencia del club.

La comparecencia llegará una semana después del cierre del mercado y al abrigo de la primera victoria del curso del equipo de Almeyda. Tiempo suficiente para que el presidente haya sido aleccionado para intentar salir airoso de dichas cuestiones o de otras sobre por qué se tienen que bajar el sueldo los futbolistas pero no se tiene constancia que los cargos ejecutivos de la entidad lo hayan hecho. Sea como fuere, a estas alturas es misión imposible que Del Nido Carrasco convenza a nadie salvo que sea para decir que se marcha. Y como ésa es otra misión imposible, solo queda esperar que los sevillistas no acaben con cara de tontos como tras la valoración del mercado de Antonio Cordón. Porque alegres, seguro que no.

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