¿Cuánta culpa tiene Mendilibar?
El remate de En Nesyri rescató un punto para el Sevilla pero está por ver si dio una vida extra al vasco que llega a otro parón en entredicho.
A los 95 minutos y 48 segundos emergió la figura voladora de Youssef En Nesyri para marcar con un cabezazo inapelable, salvar un punto y, de paso y por el momento, la cabeza de su entrenador, que parecía entregada en bandeja de plata. Una vez más, el Sevilla perpetró un partido definido por la impotencia en la primera mitad y los arreones de amor propio pero con escaso fútbol en la segunda. Un guión repetido constantemente esta temporada, en la que las excusas ya escasean y en la que el foco de la culpabilidad señala a Mendilibar.
Y si bien el vasco tiene buena parte de culpa, en absoluto es responsabilidad exclusiva suya lo que ocurre en el Sánchez Pizjuán. En su debe, por supuesto, su empecinamiento en querer jugar de una forma pero alinear a jugadores para otra. Mendilibar quiere que su Sevilla corre, presione arriba, robe y sea vertical. Algo que es factible con jugadores como Sow, Ocampos, Lukebakio, En Nesyri... pero imposible con Fernando, Suso, Óliver o Rakitic. Y el entrenador se empecina en ello.
La principal excusa para el dantesco inicio de temporada fue lo que tardó en cerrarse la plantilla y que todo el vestuario tenía la cabeza en otra parte. Ahí a Mendilibar sólo se le puede achacar no haber alzado la voz, pero el problema que se denunciaba desde la dirección deportiva lo tuvieron la práctica totalidad de equipos de la Liga. Y la mayoría están por encima del Sevilla en la clasificación. Sobre la bocina, por cierto, se fichó a Mariano, que lleva más lesiones que partidos jugados, y con el tiempo cumplido, a Sergio Ramos, suplente contra el Rayo.
Precisamente Sergio Ramos llegó con el mercado cerrado y cuando comenzaba el anterior parón internacional. Por aquel entonces, pocos dudan que una derrota en el Metropolitano, con el 0/12 que hubiera supuesto, habría acabado con Mendilibar en la cola del paro. Una borrasca, que no dejó ni una gota en la capital, salvó al vasco y el club gestionó las dos semanas sin fútbol con la llegada de Ramos que mantuvo entretenido al respetable.
Ahora Mendilibar parece haberse salvado, pero no es descartable que su cabeza sea ofrecida a la grada. El problema es a quién se traería. O lo que es peor, quién pudiera opinar para elegir al sucesor, porque nadie debe olvidar que la más que justificada destitución de Lopetegui fue paliada con el inaudito segundo advenimiento de Jorge Luis Sampaoli. Como dirían Los Simpsons, con erótico resultado.
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