CHAMPIONS (FASE LIGA) | REAL MADRID - MILAN
Brahim viaja al pasado
El malagueño fue un ídolo del Milan, portó con orgullo el histórico 10, heredó el cántico de Kaká... Reencuentro con el club que le catapultó.
Siam venuti fin qui per vedere segnare Brahim. ‘Venimos hasta aquí para ver marcar a Brahim’. Un cántico, dedicado a George Weah, continuado con Kaká y heredado por Brahim. Palabras mayores. Como el hecho de haber heredado un dorsal, el 10, que lucieron como rossoneri Rivera, Paolo Rossi, Rijkaard, Baresi, Ancelotti, Gullit, Baggio, Rui Costa o Seedorf. Un peso que no pesó a Brahim. Tres temporadas de éxito colectivo (uno de los líderes del Scudetto de 2022 y de la semifinal de Champions de 2023) y crecimiento individual. La puerta a un retorno a Madrid con estatus renovado. Para Brahim no será un partido más. Hoy es un viaje al pasado. Con todas las letras.
Ya se cruzó con su Milan en verano, en pretemporada, pero eran partidos de fogueo. En el Bernabéu será el primer reencuentro real, oficial. Ya no están Paolo Maldini o Stefano Pioli, dos de sus grandes valedores. Ambos lucharon con todas sus fuerzas, con más fe que posibilidades, por evitar el divorcio. Pero en Chamartín dejaron claro que la doble cesión era un viaje de ida y vuelta. Sin opciones de compra. Tres años fueron suficientes. Sí podrá darse un abrazo con Theo Hernández. “Ubrahim Bolt”, bromeó el internacional francés en redes con el gol de Brahim, esprint ante Oblak mediante, en la pasada Supercopa de España. “Hablo más con Theo que con mi novia”, sonrió el malagueño hace unos meses en Sky Sport Italia. La relación con el resto de sus compañeros fue estupenda, pero con el lateral alcanzó otra dimensión. Partidas recurrentes a la Play, conversación continua... Dos fratelli. Una amistad que no ha apagado la distancia.
Progreso y evolución
Tampoco el tiempo ha enterrado el cariño de Brahim por Milán. Siempre será especial para el madridista. Tres años donde se sintió un milanés más, donde aprendió y pulió un italiano que aún practica en Valdebebas con los Ancelotti, Pintus, Francesco Mauri, Simone Montanaro y compañía. Vivía a apenas dos minutos de San Siro y no se movió en sus tres años como rossonero. Allí sufrió los estragos de la pandemia en su primera campaña. Allí se cocinó su evolución.
No tardó en percatarse de que el fútbol italiano era diferente en lo físico y comenzó a potenciar el core y el tren inferior. Mucha hora extra para evitar irse al suelo en el duelo. El secreto de goles como el que marcó el curso pasado al Leipzig. Velocidad y regate, pero también estabilidad. Amén de un progreso en tareas de intendencia que conquistó a Ancelotti e hizo entonar el mea culpa al italiano cuando los minutos eran esquivos con el mediapunta al comienzo de la temporada pasada. “El tiempo pasado en Milán le hizo mucho bien, a nivel defensivo ha trabajado mucho y ha vuelto en una condición táctica óptima. Se posiciona siempre bien sin balón. Es raro verlo en un delantero de su calidad”, sentenció Carletto.
Después de haber superado en tiempo récord la lesión en el aductor derecho. Se barruntaron cerca de 90 días y se quedaron en 42. Un acelerón que le lleva al reencuentro. Si con el Madrid lleva 72 partidos (15 goles y 13 asistencias), como milanisti fueron 124 (18 y 15). Dieron para mucho. Ahora es icono de Adidas, uno de los jóvenes más influyentes de España para Forbes y el León que más ruge en el Atlas. Todo ha llegado ya vestido de blanco, pero el Milan fue el trampolin. El rosso y el nero siempre serán colores especiales para Brahim.
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