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REAL VALLADOLID

Lázaro: “Tengo la espinita de no haberme despedido en mi estadio”

Dejó el fútbol por culpa de su rodilla con apenas 27 años y ahora ha reconducido su vida siendo concejal en Olmedo y representante de jugadores como David Torres.

Lázaro: “Tengo la espinita de no haberme despedido en mi estadio”
José Luis Rojí

Carlos Lázaro (Olmedo 1990) fue jugador del Real Valladolid desde 2008 en el Promesas y a partir de 2009 en el primer equipo y hasta 2012, tiempo en el que vivió por ejemplo el ascenso con Djukic. A sus 32 años mira con cierta nostalgia aquella época y asume su temprana retirada del fútbol hace ya cinco años, en 2018 con apenas 27.

Carlos Lázaro colgó las botas por culpa de su rodilla que le impidió disfrutar de una carrera más larga y que convirtió sus último años en una etapa complicada. Tras dejar el balón, recondujo su vida y se enfocó en trabajar para su pueblo desde el ayuntamiento de Olmedo, asumiendo la concejalía de deportes de la mano del PP: “Dejar el fútbol no es un proceso fácil porque dejas de hacer lo que has hecho toda tu vida y casi de un día para otro. Tomas la decisión y al día siguiente no te levantas y vas a entrenar o estar con tus compañeros en un vestuario como has hecho los últimos 15 años. No es fácil volver a la vida real, ya que en el mundo del fútbol vives en una burbuja que a veces no es lo real para la mayor parte de la población. Se pasa un tiempo complicado a nivel mental porque tienes que aceptar que ya no vas a jugar al fútbol y tienes que seguir con tu vida con 27 años. Das un paso al lado y comienzas a formarte para afrontar nuevos retos en la vida”.

Para un futbolista es complicado volver al anonimato: “Yo soy de Olmedo y llegué a Valladolid con todo lo que eso conlleva. Aunque al principio no te conocen, con el paso del tiempo te vas haciendo un hueco en el mundo del fútbol y con trabajo tuve la suerte de ser profesional”.

Su conocimiento del deporte le llevó hasta su misión actual de servicio a su pueblo desde este sector: “Representamos al pueblo y por ello te pueden considerar político, pero yo estoy al servicio del pueblo y de mis vecinos, trabajo por y para ellos, para tener un mejor servicio y que estén atendidos, cuando necesiten algo, poderlo gestionar; en el caso de Olmedo tenemos unas instalaciones deportivas que da gusto y nos lo dice quien nos visita, que son una maravilla. Estamos reformando y mejorando instalaciones al aire libre”.

Su etapa como blanquivioleta no es tan lejana en el tiempo y por ello los recuerdos son frescos: “El recuerdo del fútbol está presente en mi vida siempre, de echo ahora también trabajo con el que fue mi representante en aquel entonces, Iñaki Hurtado, en su agencia de representación por lo que sigo ligado al fútbol. No se pueden olvidar todos esos años de trabajo y esfuerzo, de sacrificio y de perderte muchas cosas de tu infancia y juventud. Son cosas que hora puedes contar desde que llegué a la residencia de jugadores de Parquesol. Es un buen recuerdo y hasta el debut todo fue muy bien, pero en el fútbol profesional todo fue degenerando por la lesión en la rodilla. El recuerdo de la etapa en el Valladolid es grato, porque conoces mucha gente, el trato fue increíble. El debut no se olvida, imagínate un chaval de 19 años saliendo al campo en Santander, en El Sardinero a las órdenes de Mendilibar y en Primera”.

Hablando de Mendilibar que está de plena actualidad, Carlos Lázaro recuerda que era “muy cercano, yo le recuerdo tal y como le vemos ahora, no ha cambiado nada y por eso ha conseguido lo que ha conseguido. Sigue con sus señas de identidad aunque lógicamente habrá tenido que adaptar cosas de su manera de trabajar, pero la esencia de Mendilibar siempre dejará un recuerdo imborrable en Valladolid”.

Siendo vallisoletano de Olmedo y habiendo vestido esa camiseta, Carlos Lázaro es blanquivioleta de corazón, algo que no se puede borrar: “100%, sigo siendo abonado y también por tema laboral para atender a los jugadores que llevamos como en este caso a David Torres o a jugadores de la cantera como Maroto, ahora cedido en el Atlético, Iglesias, Modesto... estamos trabajando para asesorarles en lo que es la dureza de este mundo”.

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Siguiendo tan de cerca al equipo y con tantos vínculos, es interesante el punto de vista de Carlos Lázaro de como va la temporada: “Los inicios no son fáciles y más cuando vienes de un descenso, vienen jugadores nuevos... jugadores que ya estaban... es verdad que queremos los resultados rápido y a veces cuesta arrancar y así se ha visto; la Segunda División es muy dura y lo estamos viendo y los equipos grandes siempre pasan estos baches y esperemos que el Valladolid ya lo haya pasado y que ahora siga teniendo buenos resultados y sobre todo que la afición esté orgullosa porque todos confiamos que el Real Valladolid estará arriba”.

Con el calvario que tuvo con la lesión interminable, es complicado saber si Carlos Lázaro sufría más en el campo pudiendo ayudar a su equipo o ahora que lo ve desde la grada: “Cuando estaba en el equipo y no jugaba sufría, pero ahora que estoy en la grada, también. Soy joven con 32 años y piensas que aún podría estar ahí abajo y todavía hueles la hierba y que podrías estar ayudando a los compañeros. No es un tópico, siempre se sufre más desde fuera que en el campo”.

Esa lesión que le retiró y apartó del fútbol le ha permitido descubrir otras disciplinas que mitigan la necesidad de quemar energías: “¿Fútbol? alguna vez echo una ‘pachanga’ con los amigos pero muy suave y luego estoy tres días tieso (risas), todo lo que sea deporte de impacto no hago. Sí hago fortalecimiento muscular para tener la rodilla bien y también mucha bici de montaña a la que me aficioné hace tres años y es algo que me llena, que me exige y permite que la rodilla no me de molestias; hay que hacer algo de deporte siempre”.

En aquellos años coincidió con muchos futbolistas que han dejado huella y Carlos Lázaro hace memoria: “Siempre me acuerdo en mi etapa pre profesional de jugadores como Álvaro Rubio, Borja, Alberto Marcos, Víctor y toda esa generación de jugadores en los que yo me fijaba cuando subía desde el filial, y no sólo por su historial, sino por lo que en el día a día te transmitían, también Javi Baraja con el que compartí debut en Santander y sigo teniendo relación con él. Ahora me los encuentro por Los Anexos y da gusto seguir en contacto con ellos. El fútbol pasa, pero las relaciones se mantienen”.

El club que conoció Lázaro es muy distinto al que es hoy, han pasado 10 años desde que se fue y la llegada de Ronaldo ha modificado muchas cuestiones: “Ha cambiado mucho y sobre todo ha crecido muchísimo y es algo que intentamos transmitir a los jugadores que representamos, que valoren todo lo que tienen en estos momentos. Cuando sales de un club como el Valladolid te das cuenta de la realidad del fútbol y te das cuenta de lo que tenías y ya es tarde. Les hacemos ver que hace 10 años todos esos servicios que tienen hoy, todas esas facilidades a nivel médico, físico, instalaciones, tecnología... antes no existía y es difícil porque ellos no han conocido lo anterior, pero el que se da cuenta de ello y lo aprovecha, tiene muchas posibilidades de llegar porque eso lo tiene como base”.

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Hay muchos recuerdos buenos, como el debut, la Primera División, Mendilibar, los compañeros.... pero también los hay malos, como su experiencia en Lleida, club en el que se retiró y al que tuvo que denunciar por impagos: “Ese año no fue fácil porque yo sabía que mi etapa estaba llegando a su fin y así lo decían los informes médicos. En ese club se juntó todo. Por suerte en el Lleida ya no está la gente de entonces, gente que hacía las cosas mal y jugadores que veníamos del fútbol profesional no lo podíamos permitir y es este caso yo tuve que denunciar al club por incumplimiento de lo que estaba pactado, de pagos, de contrato... llegamos a juicio y el juez me dio la razón, y llegamos a un acuerdo”.

Carlos Lázaro lamenta que la despedida no fuera buena y le hubiera gustado que hubiera sido en el Valladolid: “Me hubiera gustado hacer una pequeña retirada en mi club de siempre, en el Valladolid, pero es verdad que fue un momento difícil que no sabía como gestionar y en ese momento tampoco sabía con quien hablar del club. No quise mezclar lo personal y sólo quería dejarlo y empezar con otra vida, pero siempre tendré esa espinita de que me hubiese gustado despedirme y a lo mejor fue una cosa mía el no haber contactado con el club y haber dicho ‘oye mira, voy a dejar el fútbol y me gustaría hacer una pequeña rueda de prensa en mi estadio para despedirme’... ahora es tarde para hacerlo. Me hubiera gustado despedirme y agradecer a toda la gente que me ayudó y me dio la oportunidad en el Real Valladolid. La vida sigue y ahora soy feliz con mi mujer... acabamos de tener un niño”.

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