Supercopa (Final) | Real Madrid - Barcelona
Camavinga cierra el debate
El francés se adueña del centro del campo con una formidable actuación en la semifinal de la Supercopa de España ante el Mallorca
Eduardo Camavinga sonreía en los momentos de calentamiento previo al comienzo del partido. Verle sonreír produce una sensación de agradabilidad: uno se da cuenta de que es un jugador enormemente comprometido con el equipo, con su entrenador, Carlo Ancelotti, y con su propia afición. De su enorme sonrisa se puede prever qué tipo de partido va a desarrollar el bueno de Camao, como le llaman sus compañeros con los que mantiene una permanente sintonía casi de hermandad.
Por ese motivo, antes del comienzo del partido, su enorme sonrisa mostraba que sí, que estaba entonado, preparado a la vez que soltaba una descarga de autoconfianza tras superar dos complicadas lesiones: una el día antes de jugar la Supercopa de Europa y la otra en Anfield, ante el Liverpool. Tras acabar el año 2024 siendo el lateral izquierdo ante el Sevilla como empezando 2025 en la misma demarcación ante el Valencia (con truco, ya que se posicionó unos metros por delante, casi fijando una defensa de tres, con Camavinga permitiendo que Vinicius se metiese un poco más por dentro durante los algo más de diez minutos que coincidieron en el terreno de juego), el francés regresó al centro del campo (también fue pivote ante la Deportiva Minera en Copa), su ubicación más natural. Y lo hizo a lo grande.
Emparejándose con Fede Valverde, convirtiéndose en un dúo físico-técnico-táctico, los dos se valieron para frenar los ataques mallorquinistas (los bermellones no dispararon una sola vez sobre los tres palos que defendía Courtois), a la vez que daban un recital a la hora de leer la salida de balón. Especialmente útil fue la presencia del francés a la hora de ayudar a los zagueros a sacar el balón, una de sus muchas virtudes, abriendo el campo allá donde fuera necesario.
A lo largo del partido se fue viendo cómo Camavinga iba cerrando el debate sobre el centro del campo blanco ahora que su compatriota Aurelién Tchouameni comienza a ajustarse en el puesto de central derecho. Ese triángulo formado por Tchouameni-Rüdiger-Camavinga dio una exhibición de frenar los avances rivales a la vez que aportaba una tremenda solidez defensiva. Donde más brilló fue a la hora de cortar balones: fue con ocho, el jugador madridista que más recuperaciones hizo.
Pero no sólo brilló en el aspecto defensivo. También en el ofensivo: intervino en 79 acciones durante el partido; fue el segundo jugador con más pases dados (57 de 59 intentados: le superó Mendy con 61), fue el tercer jugador blanco con más remates sobre la meta de Greif (Rodrygo y Mbappé dispararon siete veces sobre la portería que defendía el guardameta eslovaco, mientras que él lo hizo en cinco oportunidades), completó sus seis pases largos intentados (100% de efectividad), hizo dos regates, ganó seis duelos y realizaron tres faltas sobre él (Camavinga realizó tres infracciones, una de ellas castigada con tarjeta amarilla). Poco a poco el seis blanco va cogiendo forma a un puesto en el que se ha visto desplazado a otras demarcaciones en las que brilla menos. Va cerrando un debate sobre si él o Tchouameni deberían acompañar a Valverde en el centro del campo. Si es que con actuaciones como la de ante el Mallorca deja algún resquicio para seguir alimentado esa discusión…
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