Bienvenido, míster Modric
El croata vuelve en Bilbao del descanso en Vila-real entre cuidados para prolongar su durabilidad y sin haber encadenado aún dos titularidades tras el Mundial.
El retorno de Luka Modric en Bilbao conlleva, espera Ancelotti, un efecto estabilizador en un centro del campo blanco que ha perdido recientemente a Tchouameni, tiene a Camavinga dando un día la de cal y otro la de arena y donde Ceballos ha emergido de las profundidades del banquillo hallando el modo de elevar las pulsaciones del equipo.
Pero para ejercer esa función de futbolista capaz de brujulear al equipo, Modric tiene que comprobar su estado. El físico del croata es un asunto que inquieta al staff técnico y por eso ha venido dosificando a Luka desde el Mundial. Sus síntomas de agotamiento en la final de la Supercopa contra el Barça hicieron que Carletto le dispensase de ir a Vila-real previendo que Modric aún no está para tres batallas como son Barcelona, Villarreal y Athletic en apenas ocho días. El propio Ancelotti explicó que su ausencia en La Cerámica era porque aún no está en una “condición óptima”.
Descansos extra para ‘estirar’ su maestrazgo
De hecho, Modric no ha encadenado dos titularidades desde que regresó de Qatar. En la Supercopa jugó una carga de minutos que podría parecer de dos partidos como titular (75′ contra el Valencia y 65′ en el Clásico), pero en las semifinales, que conllevaron una prórroga, fue suplente.
Los 37 años de Modric obligan al Madrid a emplear la escuadra y el cartabón para ir diseñándole mini descansos y así mantener su durabilidad en un curso que está obligando a extraños picos de forma. Luka retoma el mando a punto de entrar en un febrero que será caliente para el Madrid, con el Mundial de Clubes y el comienzo del choque con el Liverpool por una plaza en cuartos de final de la Champions.