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A la Champions hemos de ir…

Cada jugada. Cada despeje. Cada centro. Cada disputa. Cada gol. Cada córner. Cada minuto. Cada ocasión. Cada partido. Todo cuenta en esta carrera frenética de la Real Sociedad hacia la Champions League. Por eso no hay que dar ningún balón por perdido, no regalar una carrera, no negociar un esfuerzo, no perdonar una disputa. Cada acción se encara como si fuera la última, como si ya se acabara la temporada, como si no hubiera un mañana. Pelear por un objetivo tan ambicioso exige todo eso, que es precisamente el mantra que no para de repetir a sus jugadores Imanol Alguacil. Y esa era, además, la única manera de sacar algo positivo de El Sadar.

Porque, por mucho que se repitiera una y otra vez que a Osasuna no le iba nada en este envite, la realidad iba a pintar de otro color. Nadie se creía que Jagoba Arrasate, por mucha simpatía que sienta por la Real Sociedad, iba a regalar los tres puntos, pensando únicamente en la final de Copa del 6 de mayo. Evidentemente, su foco está puesto allí, en La Cartuja, como no puede ser de otra manera. Pero no pueden dejar de competir hasta entonces, porque sería la primera forma de empezar a perder esa final contra el Real Madrid. Así que los rojillos plantearon una batalla cruda, ruda y difícil de masticar. Por eso, la Real tenía que jugar como si ya se acabara la liga en El Sadar. Porque si no peleas por cada balón como si fuera el último... estás perdido. Y lo primero que debía notarse sobre el césped era quien de verdad tenía algo en juego. Y realmente esa era la Real. No nos engañemos.

Para la Real cada partido ya es una final. Y así la debe encarar. Y así se plantó en El Sadar. Tanto que para el minuto cinco ya iba por delante en el marcador. Lo mejor para aplacar los nervios. Que eso también hay que controlarlo, porque pueden atenazarte y no está este equipo habituado a pelear cada jornada por un objetivo tan ambicioso. Con la mitad del trabajo hecho, y con Imanol demostrando que hay profundidad de banquillo, a la Real sólo le quedaba evitar que Osasuna se metiera en el partido. No conceder. No regalar ni agua. Y para eso tiene a los mejores a día de hoy. La pareja de centrales que forman Zubeldia y Le Normand es un escándalo. Igual De la Fuente, ahora que el francés le ha dicho que sí a la Selección, debería plantearse probarlos con La Roja.

Con el candado bien echado es más fácil encarar los partidos en ataque. Pero hay que aprovecharlo. Más que nada para evitar infartos. Vamos a ver si somos capaces de llegar todos vivos al final de liga. Pero esta Real no es de evitar sufrimientos. Es más de sufrir. Y lo volvió a hacer en El Sadar. Sobre todo porque Oyarzabal y Sorloth, en dos acciones en las que tenían todo a su favor, no fueron capaces de evitarlo. Tuvo que ser Take Kubo el que salir del banquillo para poner las cosas en su sitio. El japonés pedía más atrevimiento a sus compañeros, y empezó él dando ejemplo. Como debe ser. Tres acciones, una asistencia, un buena ocasión y un gol. No se puede hacer más en menos tiempo. Igual que Sorloth que resucitó en Pamplona, gran noticia para la Real. A la Champions hemos de ir...