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SELECCIÓN ESPAÑOLA

40 años del ‘sueño’ que convirtió a España en una gran Selección

El 12-1 a Malta el 21 de diciembre de 1983 provocó un cambio de mentalidad en todo el fútbol español. Así lo relatan los protagonistas de aquella noche.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Buyo, Gordillo, Señor, Rincón, Goiko, Güerri, Zubi, Carrasco, Víctor, José Ángel de la Casa y Sarabia, en el Villamarín 40 años después.
MIGUEL MORENATTIDiarioAS

Se cumplen este jueves 40 años del 12-1 a Malta. Aquel 21 de diciembre de 1983, la Selección española de fútbol escribió una de las páginas más bellas de su historia, aunque como toda narración (casi) perfecta, la realidad ande repleta de claroscuros. Como que el Benito Villamarín de Sevilla, escenario del encuentro, anduviera medio vacío al comienzo del partido. Y terminara prácticamente lleno, a medida que la Roja iba marcando goles que desembocaron en la definitiva y milagrosa clasificación para la Eurocopa de Francia.

El periodista Jesús Álvarez trabajaba para Televisión Española en un desangelado Heliópolis que él ayudó a ambientar, algo artificialmente, para los telespectadores. Seguramente, tuvo mucho que ver en que la gente de los alrededores del estadio se decidiera finalmente a llenar las gradas durante el encuentro: “El año 83 había sido horrible: más asesinatos con ETA, las inundaciones en País Vasco, dos aviones estrellados... Yo era enviado especial de informativos, el telediario de la noche lo presentaba Manuel Campo Vidal. Fui una hora antes al Villamarín. Miraba al campo y pensaba: ‘somos tres y el de la guitarra’. Le dije a unos cuantos aficionados que se juntaran e hicieran ruido para la conexión con le telediario. Me iba animando a medida que iba narrando. Mi anécdota fue que había vallas, me agarré a ellas y con los aficionados le dimos ambientación al espectáculo”.

Carlos Alonso Santillana, autor de cuatro goles como Poli Rincón, anotó el 1-0 en el 16′, pero pocos minutos después el maltés Silvio Demanuele conseguía un empate que heló aún más un ambiente pasado por agua. Ese incómodo gol lo recibió Paco Buyo, en uno de los pocos acercamientos rivales a su portería: “El gol de Malta fue muy amargo. Todos miraban para atrás y yo les decía: ‘qué miráis’. Con ese tanto se nos vino un poco la euforia abajo. En el descanso (con 3-1) el pesimismo era mayor de lo que debía. Rincón pegaba gritos y Muñoz colocó a Maceda de delantero, porque también iba muy bien de cabeza. La gente que vivía cerca del Villamarín iba llenando el estadio a medida que íbamos ganando. Una organización muy desorganizada nos hizo ganar este partido”.

“En esa proeza no creía ni dios, absolutamente nadie”, afirma el exdefensa Andoni Goikoetxea. “Y nosotros tampoco, porque el día anterior, que estaba lloviendo a cántaros, intentamos hacer promoción pero el estadio a la hora de empezar estaba medio vacío. Creo que aquel equipo, repleto de futbolistas nuevos, se formó gracias también al fracaso del Mundial de España 82, porque hubo una gran remodelación de la Selección. Miguel Muñoz fue muy valiente, conmigo también”.

Uno de los más nuevos era un jovencísimo Andoni Zubizarreta, que vio el partido como espectador de lujo, desde el banquillo: “Llegaba de la Sub-21, Arconada se había lesionado y Buyo iba a jugar. Yo estudiaba química y el algoritmo me decía que no se podían marcar esos 12 goles. Y en el descanso, las matemáticas decían que era aún más imposible. Pero desde que marcamos el sexto o séptimo gol, animamos un montón: no sé a quién abracé, pero lo viví. La recta final del partido es como media hora de mi vida en la que alguien me abdujo y me llevó a una esfera diferente. Ésa es una de las magias que no puso ese partido, parecía que estábamos soñando”.

Es el único partido de mi vida del que después, al día siguiente, no me acordaba de nada”, dice Manu Sarabia. El mítico delantero del Athletic apenas anotó un gol, el del 11-1. Un tanto que quedó, como casi todos los demás, en el olvido de una voz que rota por la emoción, abandonando una sobriedad de narrador que hoy en día echan de menos muchos clásicos, cantaría el definitivo y salvador 12-1 de Señor: la del periodista José Ángel de la Casa. Para Sarabia, aquella noche se vivió mucho más que el pase a una fase final o una gesta. Se produjo una mutación completa: “Creo que ese partido de Malta cambió la mentalidad de todo el fútbol español: de jugadores, aficionados y medios de comunicación. A partir de ese partido empezamos a creer mucho más en nosotros mismos, a creer que éramos, somos capaces de ganar a cualquiera. Antes de aquello no éramos favoritos en ningún campeonato... Y luego, con el subcampeonato en París, comenzamos a entrar entre los favoritos hasta que llegaron las dos Eurocopas y el Mundial”.

“Sí, sin duda aquello fue el preámbulo de lo que hoy es España en el fútbol mundial”, corrobora Víctor Muñoz. “Aquella noche hicimos cuatro goles en 10 minutos y si hubiéramos necesitado dos o tres más, los habríamos marcado”, afirma el centrocampista ex del Barcelona, espectador de lujo en el tanto definitivo: “Iba a darle al balón y no le di. Señor no me la quiso pasar”.

Tampoco quiso Juan Señor dejar a ningún otro compañero la responsabilidad de tirar el penalti que hubiera supuesto el 1-0. Porque sí, antes de que comenzaran a llegar los goles, aquel delicado centrocampista al que encumbró el Zaragoza falló una pena máxima ante el portero maltés Bonello, en el minuto 2. Al final hubo justicia poética. “Señor me quitó la pelota en el penalti”, revela socarrón el Lobo Carrasco. “Cuando hicimos el 5º, 6º y 7º goles se desató el delirio total. Si hubiéramos tenido que meter 14 tantos, los habríamos hecho. Durante esos cuatro minutos nos sentimos la mejor Selección de todos los tiempos”.

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