Un partido, dos equipos
El plan de Ancelotti para la final de París va más allá de decidir el once titular. En este Madrid, tan importantes están siendo los jugadores que empiezan como los que acaban.
Ancelotti no tiene dudas con los nombres del escuadrón que saldrán al asalto de la Decimocuarta contra el Liverpool en París. La incógnita que queda en el aire es cuándo los lanzara a la batalla. Si algo ha dejado claro el Madrid en esta Champions es que los partidos duran 90 minutos. O 120. Y que tan importantes son los jugadores que son titulares como los que salen desde el banquillo. Ancelotti le da vueltas. "La duda que tengo es si son más importantes los jugadores que empiezan el partido o los jugadores que terminan el partido", dijo en la víspera del partido contra el Betis. "Hay que ver qué pasa durante el partido. No todos los que empiecen van a terminar. Es difícil pensar que se termina con los mismos once", admitía después del encuentro cuando le preguntaba en la flash interview si tenía claro el once de la final. Según se desarrollen los acontecimientos, la norma de los cinco cambios permite dar a Carletto un giro total al partido con un equipo de aires renovados.
Esta está siendo la Champions de las remontadas y de los suplentes. Los recambios madridistas han marcado cinco goles en esta edición de la máxima competición continental. Solo en el Villarreal y en el City los jugadores del banquillo han tenido tanta incidencia. Rodrygo, con cuatro goles, es el suplente de oro. Sin ser titular, el brasileño marcó el gol de la victoria contra el Inter en el primer partido de la fase de grupos, anotó también en la vuelta de cuartos contra el Chelsea cuando los blues habían volteado la eliminatoria y fue el autor del doblete relámpago que forzó la prórroga in extremis en la semifinal contra el Manchester City. Asensio, en el último partido de la liguilla contra el Inter, es el otro suplente madridista que ha marcado.
Más allá del contundente y elocuente dato goleador, otros jugadores han sido determinantes saliendo desde el banquillo en las tres eliminatorias de los cruces. Camavinga fue el motor del equipo, el que tiró del carro en los momentos críticos de los tres partidos de vuelta. Antes, en el primer partido de la liguilla, fue el autor de una exquisita asistencia al primer toque para que Rodrygo marcara en Milán. Tanto frente al Chelsea como ante el City, Ancelotti disolvió por completo con sus cambios la Santísima Trinidad que Casemiro, Modric y Kroos forman en el centro del campo. Acertó. La entrada de los mencionados Camavinga y Rodrygo, así como las de Marcelo, Asensio, Lucas Vázquez o Ceballos impulsaron al equipo. Incluso un jugador con un protagonismo menor, como Vallejo, tuvo un papel crucial en los últimos minutos contra el City para sellar el pase a la final.
En París, con el regreso previsto de Alaba en detrimento de un Nacho que, como titular o suplente, también ha rendido a un nivel excelente, solo falta por resolver la incógnita de si Ancelotti empezará con Rodrygo o Valverde. Pero como dice el técnico, esta Champions ha demostrado que tan importantes son los que empiezan como los que acaban.