El Amorebieta atraviesa su peor momento de la temporada

Horas bajas en un Amorebieta que afronta una situación delicada. Estas últimas jornadas se antojaban claves para el devenir del cuadro zornotzarra. Sin embargo, lejos de aupar al equipo, han agravado su posición clasificatoria. Tres derrotas consecutivas por primera vez en el curso, con diez goles encajados frente a Leganés, Valladolid y Málaga. El único alivio llega desde el Mirandés, que debido a su nueva derrota mantiene en siete puntos la distancia con la permanencia. Aún hay tiempo para darle la vuelta con doce jornadas por delante y 36 puntos en juego. Aunque la próxima cita tampoco invita al optimismo a corto plazo. El domingo visitan al Eibar, líder de la liga, en su feudo, Ipurua.

Más allá de los resultados, las sensaciones de los últimos encuentros no han sido buenas. Con el paso de las jornadas, las principales virtudes que llevaron a los azules a LaLiga SmartBank se han ido diluyendo. Al margen de la más que evidente fragilidad a balón parado, su presión alta, gran juego directo y solidez defensiva se han ido empobreciendo. Los últimos dos varapalos en casa frente a rivales directos como Málaga y Leganés han podido minar la moral del equipo y de la parroquia zornotzarra. Pero el extenso calendario de la categoría de plata permite seguir soñando. Doce jornadas por delante, seis de ellas en Lezama. Por el feudo azul deben pasar rivales por la salvación como Alcorcón, Mirandés o Fuenlabrada. Además, lejos de casa, queda por visitar a la Real Sociedad B en otra cita marcada con rojo en el calendario.

Hay esperanzas. Los de Vélez quiere abonarse a la épica, nada nuevo para ellos. Nunca les han dado nada hecho. El ranking de potencial económico, social y deportivo, situaban desde el inicio al Amore como uno de los equipos destinados a descender. Pero el humilde club de Urritxe, desplazado a Lezama, quiere revelarse ante todo esto y aferrarse a prolongar su sueño una temporada más. Tendrán que lidiar también con que la balanza arbitral caiga continuamente en contra. Pese a los golpes que sigan recibiendo, nunca arrojarán la toalla.