RAYO VALLECANO I ENTREVISTA AS
Balliu: "El patrimonio del club es la afición, debemos dejarnos la piel"
El lateral es indiscutible por la derecha y el único fichaje con sitio fijo en el once de Iraola. Tan sólo unos meses le han bastado para empaparse de lo que significan el Rayo y Vallecas.
La sonrisa de Ivan Balliu (Caldas de Malavella, Girona, 1992) es el mejor termómetro de cómo están las cosas por Vallecas. El lateral llegó en verano y ha demostrado por la banda derecha el mismo desparpajo con el que se maneja con las palabras. Su vida está salpicada de curiosidades y anécdotas. Su padre es alcalde de su pueblo y su apellido fue la pista que le condujo a la selección de Albania. Por allá hay más de 4.000 'Ballius', pero en el Rayo sólo hay uno. Se ha empapado de lo que es y lo que significa la Franja y escucha atento las historias de Fly al respecto. Se crio en La Masia, maduró en sus aventuras por Portugal y Francia y regresó a LaLiga como el primer fichaje del jeque del Almería. Ahora ha dado el salto a Primera, con la misma naturalidad con la que elogia a sus compañeros y su técnico, a la afición... El engranaje de este Rayo funciona con piezas nuevas como él. Y su sonrisa lo corrobora.
—¿Qué le dice la frase: 'Si esto es un sueño, no quiero despertar'?
—La puse en Instagram. Ostras, ves que sacamos resultados, hay buen ambiente, la afición es un espectáculo… Ni lo soñaba cuando firmé por el Rayo. Sabía que venía a sufrir y luchar por la permanencia y nos está saliendo todo. El objetivo es la salvación, pero hemos hecho gran parte del camino.
—¿Y qué piensa cuando escucha en el campo: 'El año que viene Rayo-Liverpool'?
—Al principio me reía, pero no estaría mal. Sería divertido ver al Liverpool en los vestuarios que tenemos (risas).
—¿Qué le ha llamado más la atención del Rayo y Vallecas en estos meses?
—El ambiente del vestuario. Hacemos comidas, nos traemos regalos... Fran García nos dio queso, Isi cuando va a Murcia viene con fruta, yo pillé vino de Cataluña… Y de Vallecas, me quedo con la afición. Es el mayor patrimonio de este club, la fuerza que tenemos. Te animan del minuto 1 al 90, vaya bien o mal.
—¿Esa es la clave del éxito?
—Es la suma de todo. También hay que dar valor al míster. Prepara y lee muy bien los partidos. Dos o tres días antes te da las ideas y cuando llegas… ¡Es tal cual! Tiene mérito. Iraola es un técnico con mucho futuro.
—El once es el mismo del ascenso con su incorporación y la del delantero (Guardiola, Falcao, Nteka...).
—Hay dos lecturas de eso, demuestra que en Segunda hay nivel y jugadores capaces de competir perfectamente en Primera y le da valor a mantener un grupo y las ideas de un entrenador.
—Hábleme de esas ideas de Iraola y cómo encaja en ellas.
—Le gusta presionar alto, jugadores rápidos por banda… somos un equipo que no para de correr y luchar. Eso se nota.
—¿Y qué papel jugó en su fichaje por el Rayo?
—Terminé contrato en el Almería y había un par de opciones más. Me llamó, insistió, luchó por mí… Me explicó la idea del club y me convenció.
—Pero los primeros contactos fueron antes, de hecho, celebró el ascenso de Montilivi…
—Correcto. Un día antes Cobeño me mandó un mensaje: 'Cuando estemos el próximo año en Primera queremos que juegues con nosotros'. Él creía en la remontada. Yo le contesté: 'Sácame una camiseta que mañana voy a ayudar'. Soy de Girona y lo vi allí. Los vecinos dirían: 'Madre mía, ¿a éste qué le pasa?' (risas). Animamos al Rayo y lo celebramos.
—¿Cómo es eso de jugar y de asistir a Falcao?
—Otro nivel. Le pones un centro medio malo, que el 80% de los jugadores ni llega o lo falla, y el tío ¡pum! la mete. Que parece que has hecho un centro de locos... Hay que aprovechar a estos futbolistas porque están tocados y todo lo que les llega es gol.
—Por la banda izquierda están los García y por la derecha forma dupla con Isi…
—Isi es un futbolista espectacular: fuerte, con calidad, buen chut… A él le gusta mucho ir hacia dentro y me deja mucho carril para subir. Jugar con gente como él es muy fácil.
—Bueno, usted actuó de extremo en el Villamarín...
—Fueron 45 minutos… Y no sé si el míster me va a dar otros más. No creo (risas). La idea contra el Betis era tener dos jugadores rápidos para correr, el problema es que casi no tocamos el balón y no pudimos hacerlo.
—¿Cómo ha sido su salto a Primera?
—Muy bien. Vas a estadios bonitos, te enfrentas a buenos jugadores, incluso te reencuentras con compañeros del pasado... Ya he cambiado la camiseta con Bartra (Betis), Sergi Gómez (Espanyol), Sergi Roberto (Barça)… Estuve con todos en La Masia. Cada uno ha hecho su camino, pero nos juntamos todos los veranos para irnos de vacaciones una semanita a Ibiza.
—Con el Rayo ha vuelto a ir a la selección dos años después.
—El Almería habló con la selección y llegaron a un acuerdo. El club le dijo que se estaba jugando mucho y, como era titular, le pidió que llamaran a otro. No me convocaron esas dos temporadas allí.
—¿Y cómo termina un catalán jugando con Albania?
—Estaba en Francia y me contactó la Federación. Buscando mi apellido descubrimos que su origen es de allí. Mucha gente me escribía en albanés por Twitter y pensaba que se estaban confundiendo. Cuando surgió esa oportunidad reuní papeles con mi padre y me hice el pasaporte.
—¿Había pisado antes Albania?
—Nunca. En España hay 60 personas con Balliu de apellido, que son casi mi familia, pero allí es habitual. Hay más de 4.000. La primera vez que fui, me vinieron a buscar al aeropuerto con el taxi y de camino a la ciudad deportiva vi un ‘Restaurante Balliu’… Pensé, ostras, al final va a ser cierto (risas).
—¿Cómo recuerda su debut?
—Fue contra España y no sé si estaba medio preparado porque cuando estaba reuniendo papeles hubo un momento en que no conseguíamos avanzar. Y les entró la prisa. Era como una victoria decir que ese jugador se lo habían llevado ellos. El debut fue divertido porque tenía más amigos en la selección rival que en la mía, Jordi Alba, Piqué, Bartra, Busquets…
—Este curso su peor enemigo están siendo los penaltis.
—Sólo había hecho uno en toda mi carrera y este año, tres en nueve partidos. Ahora intento vigilarlo más e incluso Dimitrievski se ríe porque cada vez que va a chutar pongo atrás las manos…
—Usted se crio en La Masia, entró con 12 años e hizo las maletas con 21.
—En el Barça lo tienes todo, vives como en una burbuja. Hay unas instalaciones perfectas, te cuidan mucho, el estilo de juego es diferente al resto… Te das cuenta de que después tienes que sufrir, luchar...
—Fue capitán del juvenil del triplete y subió con el primer equipo, a las órdenes de Guardiola y Tito.
—Pasé de verlos por la tele y tenerlos como referentes a compartir vestuario o desplazamientos. De entonces mantengo relación con Xavi, Pinto… Muchos de ellos también habían subido de la cantera y tenían tacto con los jóvenes. Acababa un entrenamiento y Xavi nos preguntaba que dónde íbamos a comer y nos invitaba.
—Y ahora está en el banquillo...
—Él vivía el fútbol de otra manera. Era un poco como Guardiola, un enfermo de esto, capaz de verse partidos de China, de Segunda B... Se notaba que terminaría siendo entrenador.
—¿Cómo ve a este Barça?
—Rival directo, ¿no? (risas). Imagina cómo ha cambiado el fútbol… Está viviendo un momento duro. Tienen problemas y a nosotros nos viene bien que a ellos no les vaya tan bien. Aunque yo miro la tabla y me fijo en cuánto sacamos a los de abajo.
—¿Qué es 'Gorgeous Style'?
—Una línea de ropa que tengo con Sergi Gómez, del Espanyol. La hicimos cuando estábamos en el Barça B. Dijimos por qué no creamos unas camisetas, se las damos a los del primer equipo, sacamos unas fotos y seguro que se venden (risas).
—¿Qué se trajo en la maleta de sus experiencias en Portugal (Arouca) y en Francia (Metz)?
—Salí de la burbuja del Barça y lo que quería era jugar. En Portugal el fútbol era parecido al español y tuve bastantes minutos. Después me fui a Francia, que era más físico, de choque, de ida y vuelta... Estuve muy bien en ambos clubes.
—¿Es cierto que su padre, Salvador, es alcalde?
—Correcto. Es alcalde de mi pueblo, que tiene unos 7.000 habitantes. Él empezó porque no había guardería e impulsó esos temas. Terminó metido ahí.
—¿Cómo es su vida en Madrid?
—Estoy encantado con la cercanía de los aficionados. Me trato con Fly, uno de los fisios, y nos cuenta historias del barrio a Comesaña y a mí. Me gustan Vallecas y su filosofía. Debemos ser conscientes de que para muchos su vía de escape es venir a ver al Rayo. ¡Qué menos que dejarnos la piel y sudar la camiseta! Mucha gente no tiene grandes salarios y tiene que hacer un esfuerzo por pagar una entrada o sacar un abono. El partido contra el Mallorca era un lunes, hacía frío y daban hasta nieve. Le dije a Fly en la previa: 'Creo que el estadio no se va a llenar'. Y me respondió que Vallecas nunca falla. Ostras, en el calentamiento ya estaba hasta arriba.