El Alicante del tatuador y el vendedor ambulante
El modesto club celeste recibe al Betis en Copa. "Es el partido de nuestras vidas", dicen en un vestuario humilde en el que el fútbol es secundario.
Las deudas y una pésima gestión enterraron al Alicante CF hace ya seis años. El club decano de la ciudad desapareció casi sin hacer ruido, sin nadie que lo remediase. Atrás dejó cinco participaciones en Segunda División, el techo de la entidad celeste en sus 97 años de historia. La última vez que tocó el cielo fue en 2008, cuando ascendió a la categoría de plata. A partir de ese momento, fue perdiendo categorías y prestigio hasta enterrar sus huesos.
Sin embargo, el Alicante resurgió de sus cenizas para volver a nacer. Lo hizo en 2014, pero con otra denominación: CFI Alicante. La idea fue mantener la esencia del club desaparecido, con un escudo casi idéntico, los mismos colores y el uso del Antonio Solana, su estadio. El club empezó desde cero, pero este verano volvieron los problemas. El Intercity tuvo que acudir al rescate para saldar sus deudas y sanearlo. Desde entonces, la seriedad ha vuelto al CFI Alicante.
Siete años después de su fundación, el club celeste jugará este miércoles el partido más importante de su nueva historia. Recibe al Real Betis en la Copa, en un duelo que ha vuelto a poner al Alicante en el panorama nacional. Pero este club es otro, una entidad modesta que cuenta con 150.000 euros de presupuesto y milita en Regional Preferente.
En el Alicante no hay nadie que pueda vivir exclusivamente del fútbol. La mayoría son trabajadores y estudiantes. Entre los oficios, hay varios que llaman la atención. David Vendrell trabaja en un puesto ambulante en un mercadillo. Los martes está en Albacete, los miércoles en Yecla y los jueves y los sábados monta el puesto de juguetes en Alicante. Y los domingos, juega al fútbol. "Aquí casi ninguno podemos vivir del fútbol. Yo trabajo en un puesto ambulante familiar y soy feliz. Pero el partido del Betis es el partido de nuestras vidas", afirma a AS Vendrell.
"Me encantaría tatuar a Joaquín. Si pasamos, prometo que me hago un tatuaje de la hazaña"
En el vestuario del Alicante también hay un tatuador que intenta hacerse un nombre. Juanma Ruano siente pasión por la tinta y tiene montado un pequeño estudio donde está haciendo sus pinitos. "Me encantaría tatuar a Joaquín algo de la 'Isla de las tentaciones", bromea Ruano, quien promete a AS que se tatuará algo conmemorativo en caso de que el Alicante dé la campanada.
"Prometo que si ganamos, me tatúo algo de la Copa. Ya tenía en mente inmortalizar el torneo con esta fecha del partido ante el Betis y la otra eliminatoria que pude jugar hace dos años con el Intercity, ante el Athletic", afirma Ruano. El extremo tiene la esperanza de obrar el milagro. "Está claro que es muy difícil dar la campanada, pero siempre tienes ese gusanillo ahí porque cada año vemos que hay sorpresas en este torneo. Yo creo que el Betis lo puede pasar mal", sentencia Ruano.
En el Alicante también hay un repartidor de fruta, un camarero, un mensajero y varios empleados que se dedican al calzado y al sector textil, entre otros oficios. Este es el otro fútbol, el que está lejos de los sueldos millonarios pero que la Copa iguala durante un día.