Nafti agita y blinda al Leganés
Sus retoques dejan como partida inicial mucha más seguridad defensiva, con sólo un gol recibido (y de penalti) en cuatro partidos. Optimismo creciente, pero aún cauteloso.
Mehdi Nafti va camino de convertirse en el revulsivo que el Leganés reclamaba, aunque desde Butarque prefieren mantenerse cautelosos (queda mucho, la temporada será dura) mientras aplauden el trabajo de un entrenador que ha agitado la pizarra de los pepineros hasta convertirla en un muro de cemento armado. Más allá de la cosecha de puntos (8 de 12 posibles, por primera vez fuera del descenso desde la jornada 9), al sur de la capital valoran la firmeza y seguridad que el franco-tunecino ha aportado al equipo, convirtiendo lo que era su mayor debilidad (facilidad para recibir goles) en su mayor fortaleza (sólo un tanto encajado en cuatro partidos, y de penalti). El equipo encadena tres porterías a cero seguidas. Lo nunca visto este curso.
Varias son las razones que explican este vuelco. Una ya se analizó en AS. El Leganés de Nafti quiere ser un equipo que lleve la iniciativa y no arriesgue en campo propio cuando lleve la pelota. Es decir, que macere los ataques a fuego lento hasta encontrar el momento justo en el que golpear al rival.
Un plan que está desarrollando incluso en duelos en los que está por debajo en la posesión, como le sucedió ante el Zaragoza. Los maños controlaron el balón (63% de posesión), pero no pudieron meter mano a un Lega que, con el balón en los pies, ejerció con calma y sin prisas. Mención aparte merece de nuevo en este capítulo José Recio, que sumó un 90% de efectividad con sólo cuatro pases fallados en todo el partido, y todos a partir del minuto 62. Ante los maños el Lega sólo recibió tres tiros entre palos, la mayoría forzados. Ninguna ocasión clara para el rival.
Medios y otros dibujos
Ayer, además, el Leganés juntó tres medio centros en el terreno de juego (Gaku, Pardo y el propio Recio) además de Fede Vico, un media punta con alma de mediocampista bregador. El cordobés duró poco (se lesionó apenas comenzado el duelo), pero su presencia en el césped demostró que para Nafti es vital amurallar la medular y hacerlo, a ser posible, con jugadores que no les queme la bola en los pies frente a los que aportan más músculo y destrucción.
Precisamente en el dibujo del Leganés reside otra de las novedades del método Nafti. El entrenador empezó abrazando el 4-2-3-1 de Garitano, pero lo hizo introduciendo sus propias decisiones, como jugar con las bandas a piernas cambiada (Arnáiz y Vico) o cambiar la disposición, que en La Romareda fue, de partida, un 4-1-4-1 más seguro en la medular y también en defensa.
Cuando el Leganés no tiene la pelota es un equipo que ha aprendido a replegar en conjunto. Es éste otro de los caminos con los que el equipo se ha blindado. Ahora los extremos cierran junto a los laterales. Lo hacen convencidos y comprometidos con su trabajo en una conquista psicológica de Nafti, que les ha pedido un esfuerzo hacia atrás para, después, otorgarles libertad de tres cuartos de cancha hacia arriba.
Individualismos y discurso
En esta receta también entran nombres propios, como Sergio González, antes sin apenas presencia en el once del Leganés y ahora un titular recurrente. O Riesgo, que ha vuelto a la portería para aportar experiencia a la meta sin la necesidad de desplegarse en un gran trabajo porque el mérito del Leganés es que ahora le tiran a puerta menos y con menos claridad.
Y como colofón, el discurso de Nafti para unir todo este esfuerzo y avisar de que lo logrado en estos cuatro partidos no es nada. “Ahora mismo que el único espejo del Leganés es el Leganés. No estamos aún para tirar cohetes, hay que trabajar calladitos, con humildad. No hemos hecho nada. Crecer. Con humildad y silencio. Mis chicos crecen. Llevamos cuatro jornadas vamos a más. Cuesta entrar en lista y en la alineación. Eso significa que estamos en el buen camino. Pero hay muchísimos equipos por delante en la clasificación. No miro a los demás, sino el trabajo en el día a día del mío”, repitió ayer en sala de prensa para avisar a propios y extraños que queda mucho, aunque, por ahora el camino es el correcto.