LAS PALMAS
La Copa de aquellos carnavales
Desde ese primer partido hasta la actualidad, la UD Las Palmas ha disputado ya 307 encuentros coperos, ha ganado 136, empatado 61 y perdido 110.
La Unión Deportiva Las Palmas empezó a jugar la Copa antes de haber nacido. Aunque llegó un poco tarde a su cita. El Marino Fútbol Club, padre de la U.D., que iba a jugar contra el Elche hace 92 años, allá por la 28-29, no se presentó a la ida de la eliminatoria contra los ilicitanos. Posteriormente en 1930, cuando había un señor en Alemania dando gritos, llegaría el debut, esta vez sí, de otro de los padres de Las Palmas, este más puntual que el anterior. El Real Club Victoria.
En su primera aparición del equipo, que en esos años tenía su sede en La Naval, eliminó en dieciseisavos de final al Real Valladolid venciendo en 5-1 en Gran Canaria y empatando a uno en la vuelta. No tenemos las declaraciones del entrenador vallisoletano, pero a buen seguro el desplazamiento sería una de las causas de la eliminación o quizá el clima primaveral. En octavos de final se vería las caras ante el Espanyol, que en aquella época se escribía con eñe. Los periquitos barrieron en la eliminatoria con un global de 8-2.
Sin embargo, no fue flor de una temporada, los blanquinegros llegaron a disputar dos veces más la Copa, en la 32-33 y en la 34-35 cayendo ante el Atlético de Madrid y con el Ceuta Sport, respectivamente.
La Copa ha sufrido varios rebranding a lo largo de su historia, Campeonato de España – Copa del Rey (desde 1903 hasta 1931 y del año 1977 hasta la actualidad), Copa del Presidente de la República (de 1932 a 1936), Torneo Nacional de Fútbol (1939) y Copa del Generalísimo (1940-1976).
Y es con esta última denominación con la que hace su debut oficial un 20 de octubre de 1952 la hija de los mencionados Real Club Victoria y Marino Fútbol Club, la U.D. Las Palmas. Su primer partido fue ante el Real Club Deportivo Córdoba y como hiciera el Victoria, pasó en su primera eliminatoria.
Desde ese primer partido hasta la actualidad ha disputado ya 307 encuentros coperos, ha ganado 136, empatado 61 y perdido 110. No se puede comparar con la gloria de los grandes de la Liga, sin embargo, Las Palmas ha tenido sus momentos.
Puede sorprender, quizá por pasado ya no tan reciente, que la mejor clasificación que se repite a lo largo de su historia sea la de octavos. Teniendo en cuenta que en los últimos cuarenta años lo ha llegado ocho veces. Y curiosamente es en esta serie histórica quizá, cuando llegó la mayor proeza, más si cabe que la archirecordada final del 78.
Porque fue en la 95-96 Las Palmas cuando en Segunda, con Paco Castellano en el banquillo, los amarillos alcanzaron unas semifinales. Años fetichistas para el aficionado. La camiseta de triángulos. Los Orlando, Socorro, Paquito, Valerón, Manuel Pablo, Turu Flores, Walter Pico, Simionato... La ilusión de un reciente ascenso a Segunda, Y claro está, cuando un equipo de la categoría de plata se cuela entre los cuatro mejores del torneo, tiene noches de gloria.
La primera y la de mayor impacto fue sin duda cuando dejó en el camino en una noche de carnavales al Valencia de Valdano y Paco Roig. Tras levantar en Mestalla el 0-2 de la ida del Estadio Insular y que mantuvo pegada a la radio, poco streaming había en esos tiempos, a media isla en la tanda de penaltis. Para sorpresa de nadie, Mestalla clamó contra todos tras ver cómo su equipo era apeado por un equipo de Segunda con un 0-2 en la butxaca. Tras ese partido nacería el cántico, Ni Cappa ni Valdano, Paco Castellano. Cabe recordar que Cappa —segundo de Valdano en el Tenerife y el Real Madrid— era el entrenador amarillo en la ida, despedido poco después.
En su camino a semifinales, Las Palmas dejaría por el camino a otro Primera al Espanyol y la afición abarrotaría la Plaza de la Victoria —Plaza de España— para festejar el pase histórico a semifinales. Una gesta eclipsada mediáticamente por la eliminación del Atlético a manos del Barcelona en aquel celebérrimo 5-4. Ocurrida, precisamente, mientras miles de aficionados estaban festejando. Quienes estaban veían de reojo en las televisiones de las terrazas de los bares de la plaza a los que serían sus verdugos en semifinales, pero que le quitaran lo bailado.
Quizá los sorteos iniciales de Copa en el sandwich de los equipos de Segunda no tienen mucho valor y hasta incomodan, sabes que las gestas están lejos y el pan lo da la Liga. Incluso las derrotas coperas pican pero no duelen. Pero a nadie le cabe duda que la gloria no tiene por qué estar solo en las finales o en las semifinales, sino en noches como la de aquellos carnavales.