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REAL MADRID - RAYO I EL PERFIL

Iraola, a asaltar el Bernabéu con esparadrapos y un Rayo vertical

El vasco es el técnico más joven de Primera y dirige al equipo revelación en su estreno en la categoría. El mítico lateral derecho del Athletic ahora está logrando despuntar en los banquillos.

Actualizado a
Iraola, con los dedos vendados.
Angel MartinezGetty Images

Andoni Iraola (Usurbil, Guipúzcoa, 1982) es el hombre tranquilo. Siempre humilde y discreto. Así, sin hacer ruido, es como ha convertido a su Rayo en el equipo revelación. Todo esto siendo el entrenador más joven de Primera y en su estreno en la categoría. Este equipo tiene su sello propio y entre las cualidades que enamoran a propios y extraños están la verticalidad, la presión alta, el juego por las bandas... Un ideario que abraza su plantilla y le funciona incluso mejor que en Segunda. Todos saben lo que tienen que hacer y lo hacen de maravilla. Por eso, llevan cinco jornadas en puestos europeos.

Andoni era de los niños que jugaban a las chapas, haciendo carreras por las aceras, como si fueran los ciclistas de entonces. Y cuando las cambiaba por el balón, pensaba en Laudrup, su ídolo. Se pasó prácticamente toda la vida en el lateral derecho del Athletic —y eso que le tentaron Juve y Liverpool—, convirtiéndose en uno de sus futbolistas más legendarios, y colgó las botas en el New York City.

Pronto dio el salto a los banquillos, donde ha tenido una trayectoria meteórica. Al frente del AEK Larnaca consiguió la Supercopa de Chipre y logró clasificar al equipo para la fase de grupos de la Europa League por segunda vez en su historia. Ya en el banquillo de un recién ascendido Mirandés volvió a dar la campanada, cosechando una holgada salvación (terminó undécimo) y llevándole hasta semifinales de la Copa del Rey, tras dejar por el camino a Celta, Sevilla y Villarreal.

Iraola aterrizó en Vallecas en verano de 2020, junto a su segundo Unai Mendia y al preparador físico Pablo de la Torre. Allí se convirtió en el arquitecto de un ascenso inesperado. El Rayo se coló en el playoff como sexto y, después de eliminar en primera ronda al Leganés, tuvo que remontar en Montilivi. Su planteamiento fue fundamental y su continuidad, una bendición.

Le gusta viajar, también leer y ver series. Anota las correcciones durante los partidos con papel y boli y luce esparadrapos en sus dedos, como empezó a hacer siendo juvenil. Supersticiones al margen es un trabajador incansable y un profesional intachable. Capaz de renunciar a la Eurocopa de 2012 para operarse y a su viaje de novios por la Selección.