El Rayo destroza al Girona y es de Primera

La Franja se defiende, se suda, se muestra y brilla. El Rayo se hizo suyo aquello de que las finales se ganan, no se juegan y es nuevo equipo de Primera División. El conjunto madrileño le hizo una demostración de oficio, calidad y pundonor a un Girona que eligió mal día para zozobrar y volver a perder. Álvaro y Trejo, con sus goles, dieron la vuelta a la final y repiten la gesta que logró el Elche en Montilivi hace sólo 301 días. El Rayo toca el cielo.

El Girona ya no sabe qué más hacer para acabar con su gafe en los playoff. Los gerundenses suman un nuevo fracaso a su currículum en las promociones y es que es la cuarta final que pierden. El Rayo se suma de esta manera a su lista de bestias negras y acompaña a Almería, Osasuna y Elche. Pero es que si alguien hizo méritos en Montilivi para sonreír y llorar de alegría fue el Rayo. Y más teniendo en cuenta que dio la sensación que los catalanes no aprendieron la lección de los primeros minutos de Vallecas y, esta vez, en su estadio volvieron a salir con el paso cambiado. Mucho mérito hay que volver a dar a Iraola, que colocó a Óscar Valentín de pivote para que, a la hora de defender, fuese un tercer central y dio mucho aire en ataque a Álvaro. Este fue indetectable para la zaga del Girona y le mostró las costuras ya en el 7’. Velázquez se inventó un pase en largo que recogió el atacante de manera excelente y su definición, ante la tímida salida de Juan Carlos, deliciosa. La final ya estaba patas arriba y el Girona no lograba tomarle el pulso al partido. No tenía constantes vitales y para muestra el error de Juan Carlos, en el 12’, que pudo provocar el 0-2. Con el paso de los minutos, los gerundenses se entonaron un poco, pero la Franja pesa y Álvaro se encargó de darle aún más brillo. Al borde del descanso desarboló, otra vez, a toda la defensa del rival y le puso un caramelo a Trejo que, pese a que le puso suspense a la acción, acabó por comérselo. 0-2 y el Rayo, con ese resultado, lograba remontar la final y estar a sólo 45 minutos de ser equipo de Primera.

Tras el descanso, con el Girona contras las cuerdas, Velázquez optó por ponerle picante a la final y, en el 56’, vio la segunda amarilla. Entonces Montilivi lo tuvo claro: “uruguayo, uruguayo”. Stuani apareció en escena y, en la primera que tuvo, envió el balón al palo. El tanto no habría subido al marcador porque en el control se ayudó del brazo, pero era lo que necesitaba el Girona para soñar. Aunque con lo que no contaban los rojiblancos era con el oficio de un Rayo que durmió el partido y no dejó que pasase nada sobre el terreno de juego. En el 86’, los rojiblancos se desesperaron pidiendo un penalti por mano de Saveljich, pero no era su día. Y sí el del Rayo. Está de vuelta a Primera.