Espanyol: el fantasma que hay en ti
Era tan simbólico el 'sorpasso' al Barcelona como representativo de una ruptura entre el pasado de equipo aspirina y el futuro. Susto o muerte. Y no pudo salir más terrorífico.
'Sorpasso' vs aspirina. Reunía el Getafe-Espanyol todas las características para marcar un antes y un después en el imaginario perico. Y no solo por la posibilidad de convertirse en el primer triunfo fuera, en la cuarta jornada sin perder, incluso por encima de la eventual revancha ante Quique Sánchez Flores. En realidad, era una lucha entre el pasado y el futuro. Entre la fama, el sambenito, casi diríamos que condición, de equipo aspirina y la quizá efímera pero real opción de avanzar en la clasificación al Barcelona, al eterno rival. Obviamente, el resultado resuelve el acertijo sobre qué suerte se impuso. Resucitó el Getafe, en su primera victoria de la temporada tras 12 jornadas, y desperdició el Espanyol una oportunidad tan simbólica como representativa. Una ruptura que no se produjo. Un fantasma –probablemente, el origen del lamento de Vicente Moreno sobre los altibajos en el ánimo– que se resiste a desaparecer.
Los inicios del Espanyol. A pesar de la ilusión que emana el equipo, y del ansia real de jugadores y cuerpo técnico por ganar, lo que sucedió de entrada en el Coliseum no fue un hecho aislado. Si se trata de una casualidad, empiecen a creer en el destino. Hablamos de esos inicios dubitativos, en los que el rival amenaza excesivamente a los pericos y obliga a Diego López a exhibir lo mejor de su repertorio, que ya es decir: a los 11 minutos llevaba ya tres intervenciones de mérito. Sucedió ante el Getafe, necesitado de una victoria, pero casi en la misma semana había ocurrido contra el Athletic Club y el Elche.
Susto o muerte. Porque parece que en feudo azulón, escenario antaño de alguna irrespetuosa celebración de Halloween, llevó al extremo el Espanyol sus capacidades como equipo reactivo. Sufrió un verdadero acoso que desembocó en el golazo de Ünal, previo error contemplativo de Embarba. Y con un balance de siete remates en contra y ninguno a favor, una llegada le bastó para alcanzar el empate, Sergi Gómez y Cabrera mediante. Como si se hubiera aficionado a jugar al susto o muerte, a su costumbre últimamente de acabar la noche con la cesta repleta de caramelos. Aunque, en esta ocasión, incluso los dulces acabaron amargando. Fue susto y fue muerte, futbolística. No hubo truco ni trato.
Los otros 'nueves'. Llueve y hace frío fuera cuando no está Raúl de Tomás. Literalmente. Era el momento de comprobar de qué son capaces, en Primera, los otros 'nueves' de la plantilla. Optó Vicente Moreno de inicio por Dimata, víctima primero de un equipo encerrado en su propio campo y dando señales después de que sus mejores bailes los brinda cuando tiene acompañante. Y por ello seguramente entró Loren en la reanudación, y aun siendo testimonial contribuyó el 4-4-2 a que el belga resultase decisivo en un gol posteriormente anulado pero en que al menos mostró su olfato como finalizador. Y ya. Su compañero, hasta la fecha, ni eso. Aconteció en ese inicio del segundo tiempo lo contrario que en el primero, pues justo cuando se animaba el Espanyol reapareció Ünal en una carrera aislada para azotar con su segunda diana. El otro 'nueve'. El que sí funcionó.
Brotes blanquiazules. Trataron de emular los pericos en el Coliseum aquel otro tramo final de la tarde en el Benito Villamarín, ambos partidos con la camiseta de roja pasión, y ambos encuentros con el sufrimiento y las desconexiones como principal seña de identidad. Esta vez la moneda salió cruz. Ese susto y muerte. Acaso, en vistas al Granada, a ese derbi que queda a la vuelta de la esquina y a lo que viene, los brotes verdes del Espanyol estuvieran en los minutos que van acumulando Yangel Herrera y Puado, llamados ambos a ser titulares de este Espanyol que, aunque en Getafe mostrara su peor cara, en general sigue contradiciendo aquella frase de Quique Sánchez Flores y su "igual no damos para más". El mismo que leía 'El payaso que hay en ti' antes de visitar al Barça de Luis Enrique, o que tiempo después aludió al Espanyol de Chen Yansheng como "proyecto fantasma". Como anillo al dedo para Halloween.