NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

REAL MADRID

Shakhtar de Brasil

El equipo ucraniano, próximo rival del Madrid en Champions, tiene 11 jugadores ‘canarinhos’ en sus filas, y en el siglo XXI han pasado 34 por el club.

Actualizado a
Shakhtar de Brasil
DIARIO AS

El propio Shakthar acepta el reto. Idear una foto con todos los jugadores brasileños que ahora están disponibles para el técnico De Zerbi. En la imagen son nueve. Posan para AS alegres, sabiendo que el partido ante el Madrid es el principal escaparate que tendrán en esta Champions. En la plantilla hay más, hasta 11, tantos casi como ucranios. Pero Dentinho está lesionado de larga duración y Vitao jugaba con la Sub-21 de Brasil cuando se tomó la instantánea. Hay otros, como Marlos o Junior Moraes, que ya tienen la doble nacionalidad...

El equipo de Donetsk lleva a gala ser el abanderado en Ucrania del Jogo Bonito. Una curiosa evangelización del fútbol de toque por el Este que empezó después de que el magnate Ajmetov se hiciera cargo de la entidad en 1996 (con él, el Shakthar ha ganado 34 de sus 39 títulos, entre ellos nueve Ligas desde 2010), y que tuvo como principal ideólogo a Mircea Lucescu, el técnico extranjero con más partidos en la entidad (dirigió 536 en doce temporadas) y uno de los de carrera más longeva en Europa (972 encuentros como técnico).

“Lucescu llegó con la idea de hacer un buen fútbol”, cuenta a AS Nikolai Beletskyi, periodista de Football.ua, el medio deportivo de mayor difusión en Ucrania. Él disputó con su selección el Mundial de México 1970 y quedó prendado del juego de aquel Brasil de Pelé, Gerson, Tostao o Jairzinho. “Siguiendo su estrategia, había que traer jugadores brasileños jóvenes, de 18 a 20 años, que fueran baratos y de rápida adaptación, con los que podía llevar a cabo su estilo pretendido y luego rentabilizarlos con su posterior venta”. Brandao fue el primero en llegar. Desde entonces ha habido grandes nombres que han pasado por las filas del conjunto minero, entre ellos Douglas Costa, Mario Jardel, Fred, Alex Teixeira o Fernandinho…

Ampliar
DIARIO AS

Lucescu se apoyó en un agente llamado Frank Henuda, que había conocido de su época en el Galatasaray turco y que monitorizaba bien el mercado brasileño”, recuerda Beletskyi. Desde entonces, los lazos del Shakhtar con distintas agencias que traen jugadores de Brasil se han estrechado, y el departamento de captación de jóvenes al otro lado del charco se ha dejado en manos de un afamado hombre de fútbol portugués, José Botu, al que han contratado recientemente desde el Benfica. Sin embargo, la entidad minera aún no ha dado el paso de establecer sus propias academias en Sudamérica. Eso sí, cuenta con muchos seguidores en el país brasileño. Tantos, que además de la ucraniana y la inglesa, el Shakthar tiene una cuenta de Twitter propia para Brasil, en portugués, con miles de seguidores.

Desde que Ajmetov llegó a la presidencia del Shakthar han jugado 34 brasileños en sus filas. Un récord absoluto teniendo en cuenta que esa nacionalidad sólo es superada por los rusos, hasta 55 (después de la separación de varios de sus territorios). Por detrás, llegaron a jugar en el Shakhtar 8 rumanos, 8 macedonios, 5 lituanos, 4 serbios… La influencia brasileña de los últimos años en la historia del club, fundado en 1936, es manifiesta.

La venta de los brasileños ha servido una y otra vez a Ajmetov, además, para cuadrar balances. Sólo en el periodo que va de 2011 a 2015 (cinco años), el Shakthar traspasó a William al Anji por 35 millones de euros (lo había comprado al Corinthians por 14), a Fernandinho al City por 40 (vino del Atlético Paranaense por 7), a Alex Teixeira al Jiangsu Suning chino por 50 (llegó del Vasco de Gama por 6) y a Douglas Costa al Bayern por 30 (vino del Gremio por 8). Eso, unido al gran negocio del Mkhitaryan (que fue vendido por 30 millones de euros al Borussia cuando había llegado de Armenia por 5), dejaron unas ganancias en operaciones en esos cinco años de más de 150 millones de euros.

Las cifras hablan por si solas. El club minero ha pagado un total de 250,9 millones de euros por la compra de sus 34 brasileños. Y ha vendido algunos de ellos (pueden ver la tabla) por 264,8. Podría parecer poco margen de ganancia, pero a esa cifra hay que sumar los 11 que aún tiene en plantilla y que están valorados, según Transfermarkt, en 102 millones de euros.

"Siguiendo la estrategia de Lucescu había que traer jugadores brasileños jóvenes que fueran baratos y de rápida adaptación"

Nikolai Beletskyi, periodista de Football.ua

El estilo

Después de Lucescu y de sus 12 años en el cargo, el Shakhtar lo intentó con dos entrenadores portugueses, Paulo Fonseca y Luis Castro. El propósito del Shakhtar era mantener con ellos la idea del Jogo Bonito que aportan los brasileños. Por eso Ajmetov se decidió a contratar a De Zerbi después de que la temporada pasada no llegaran títulos, una gran decepción pues es algo que no sucedía desde muchos años atrás. De Zerbi, en el Sassuolo, ha sido uno de los abanderados del cambio de estilo de juego que se ha producido en Italia en los últimos años en el que se intenta jugar el balón desde atrás y robar lo más arriba posible, muy al contrario del bloque bajo que espera el error del rival que ha imperado en el Catenaccio durante tantos años.

Ampliar

De Zerbi dispone de una plantilla brasileñizada, y el shock que supuso la lesión de gravedad del goleador de Burkina Faso, Lassina Traoré, por el que se pagaron 10 millones de euros al Ajax, está todavía en el ambiente y deja en el aire los éxitos de esta temporada. A cambio, el Shakhtar también cuida de las jóvenes perlas ucranias y espera lo mejor de ellas para alcanzar los objetivos. Los campeones del mundo sub-20 Yefim Konoplya, Viktor Kornienko, Daniil Sikan y Georgy Sudakov, de 19 años, que consiguieron ir con la selección a la Eurocopa 2020, están teniendo mucho protagonismo con De Zerbi y son habituales en los partidos.

El Shakhtar es un equipo del Este atípico... Una prueba de fuego que mide a este Madrid que retoma la competición tras tres partidos sin poder ganar.