Futbolistas con oficio
Orozko, Obi, Larru, Saizar, Zarra y Marino se han visto obligados a abandonar sus trabajos por la llegada del Amorebieta al fútbol profesional: “Somos unos privilegiados”.
Esta histórica aventura zornotzarra en el fútbol profesional conlleva algunos cambios. El más significativo fue la obligada mudanza para competir en LaLiga Smartbank, dejando de lado Urritxe para jugar en Lezama. La casa de los azules es ahora su campo de entrenamiento, y el ambigú se ha transformado en la sala de prensa. Pero no han sido las únicas alteraciones que ha sufrido el Amorebieta. En este caso, sus jugadores, ya que seis de los artífices del heroico ascenso a Segunda División han tenido que aparcar temporalmente sus respectivos trabajos, para dedicarse 100% al deporte rey. Los entrenamientos matutinos les han impedido poder compaginar sus profesiones con el fútbol de élite. De entrenar a las 16:30 horas el pasado año en Segunda B, han pasado a ejercitarse a las 10:00 este curso. Aunque algunos de ellos echan de menos sus anteriores oficios, todos coinciden en que la vida les ha ido a mejor. Eso sí, el ambiente no ha variado en Urritxe, donde sigue primando la cercanía, humildad y amistad entre toda la plantilla.
Iñigo Orozko (Donostia, 28 años) vive su primera experiencia en la élite en esta su cuarta temporada en Amorebieta. El pasado curso, cuando disputó 26 partidos anotando un gol, era profesor de Educación Secundaria de Biología y Geología en un instituto. Algo que no suponía dificultad alguna para el fútbol semiprofesional, ya que salía a las 14:00, comía en casa, y llegaba a entrenar sin ningún problema. "Ha sido un cambio drástico, te cambia la vida totalmente. La vida de jugador profesional se cierne a entrenar y estar disponible para el club. Pero luego tienes también mucho tiempo para ti y para ocio", confiesa Orozko. Asimismo, asegura que echa un poco de menos la enseñanza: "Todavía es pronto, pero igual más adelante en marzo si que lo echo más en falta". Tiene claro que cuando finalice su etapa en el fútbol de élite volverá "como uno más".
Koldo Obieta (Gernika, 28 años) también ejercía como profesor de Secundaria haciendo sustituciones, incluso alguna vez en Bachiller. Al igual que Orozko, su horario de 8:00 a 14:00 le permitía acudir a las sesiones de trabajo. El máximo artillero de los azules también se estrena en la élite, después de haber marcado cuatro tantos en los 25 partidos en los que participó el pasado año del ascenso. "Se echa de menos a los chavales, a los profesores, pero el hecho de levantarte a las 7 de la mañana no lo echo de menos, para nada", confirma Obi entre risas. No duda en que el cambio ha sido a mejor: "La vida cambia en el aspecto de que te tienes que enfocar mucho más al fútbol, darle más importancia a la alimentación y al descanso, pero entrenar a las mañanas con las tardes libres está muy bien". Aun así, sabe que tarde o temprano volverá a dar clases porque "el fútbol no es para toda la vida".
Gorka Larrucea (Gernika, 28 años) es el tercero de los tres azules que se dedicaban a la enseñanza, en su caso maestro de Educación Primaria e Infantil. Su horario era algo más apretado, ya que terminaba a las 16:30 y "llegaba muy justo al entreno". En su segunda temporada como jugador zornotzarra, primera como profesional, sigue siendo clave en el centro del campo, donde el pasado año jugó 25 encuentros y anotó dos dianas. En el caso de no lograr la ansiada permanencia en LaLiga Smartbank, Larru "intentaría alargar la experiencia en el fútbol profesional lo máximo posible, porque lo otro, al fin y al cabo, ya lo tienes asegurado". En la línea de sus compañeros, el centrocampista gernikarra considera que está viviendo un cambio en todo: "Tu trabajo es el fútbol, y la vida cambia a mejor".
Mikel Saizar (Ibarra, 38 años) es el único de estos seis jugadores que ya había experimentado el fútbol de élite, tanto de Primera como de Segunda. Pero, a su vez, es el que más cambio ha notado en su vida este año, ya que antes apenas tenía tiempo libre: "Las mañanas iba a la pastelería familiar a Tolosa a trabajar varias horas, de 8:00 a 10:00. Luego por la tarde venía a entrenar a Urritxe y después, me iba corriendo el primero para entrenar al femenino del Eibar a las 19:00". Días ajetreados que terminaba a las 23:00 y confiesa que le dejaban "hundido, como el Titanic". Héroe del Viverazo y fundamental para que el Amorebieta esté haciendo historia en la categoría de plata, jugó 25 partidos en los que apenas recogió 21 veces el balón de su portería. Saizar tiene claro que "el cambio ha sido a mejor, así se puede vivir hasta los 80 años". A pesar de sentirse satisfecho con su actual estilo de vida: "Echo un poco de menos entrenar con las chicas, porque lo pasábamos bien, pero sigo teniendo la pastelería donde ayudo de vez en cuando". Saizar no duda en afirmar que "no me planteo que hacer si no nos mantenemos, porque lograremos la permanencia".
Mikel Zarrabeitia (Galdakao, 28 años), por su parte, llevaba un año como monitor de gimnasio en Amorebieta. No tenía un horario definido: "Iba a las mañanas y a veces también hacía algunas horas a la tarde. Lo compaginaba bien con el fútbol, porque al haber otro socio en el gimnasio, nos repartíamos dependiendo si tenía que entrenar o no". A diferencia de la mayoría, Zarra no considera excesivo el cambio que ha sufrido en su vida: "Lo único los entrenamientos a las mañanas y que tienes la tarde libre. Además, siendo del pueblo, no he notado mucha diferencia". Asimismo, el carrilero diestro asegura: "Lo echo de menos porque la enseñanza del deporte es algo que siempre me ha gustado, además del hecho de que fuera un gimnasio del pueblo y venía gente conocida con la que tienes amistad". Zarra tiene claro que su retorno al trabajo dependerá de lo que dure la aventura en el fútbol de máximo nivel.
Unai Marino (Ondarroa, 21 años) trabajaba en el gimnasio de su primo como coach de Crossfit. Gracias a su jornada de cuatro horas, de 8:30 a 12:30, el joven guardameta ondarrutarra lo compaginaba a la perfección con el fútbol modesto. Aun así, hoy en día, cuando tiene tiempo libre, va de visita, a ver a los amigos y a su primo. "Te tienes que dedicar 24 horas los 7 días de la semana a esto, pero somos unos privilegiados por ello", asegura Marino acerca de lo que ha supuesto en su vida el salto de categoría. "El día que, si bajamos, y si el tiempo nos lo permite, sí volvería a trabajar". Al igual que Zarra, el portero de los azules no nota mucho el cambio: "Sigo igual con mis amigos y mi familia en mi pueblo. Lo único, los horarios, pero seguimos disfrutando y siendo los mismos que antes".