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LA ENTREVISTA | ROBERTO MARTÍNEZ

"Es difícil describirme como técnico, soy una mezcla de vivencias"

Roberto Martínez atiende a AS antes de la disputa de la Nations League con el interés del Barcelona aún candente. El seleccionador belga analiza su futuro y a los cracks que dirige.

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"Es difícil describirme como técnico, soy una mezcla de vivencias"

Roberto Martínez (Balaguer, Lleida, 1973) se ha convertido en uno de los técnicos más pretendidos del mundo. Sonó para el Madrid y en los últimos días también para el Barça. Él se centra en la Nations League en lo que puede significar su primer título con Bélgica. Método español, pero con influencia Premier.

La pregunta del millón: ¿tres centrales o línea de cuatro?
Depende. Diría que lo que mejor se ajuste a tus jugadores. Mi primer partido con Bélgica fue con línea de cuatro en un amistoso ante España y no dimos el nivel. Hicimos una reflexión interna. Teníamos cuatro centrales espectaculares y nos faltaban laterales. Así que para potenciar a nuestros jugadores apostamos por el 3-4-3 y desde entonces nos fue francamente bien.

Sin embargo, dos años después, ante Brasil en el Mundial, volvió a los cuatro defensas y dejaron un partido para la historia del fútbol belga.
Hay que ser flexibles. La filosofía como equipo no cambia, sólo cambian las estrategias. Da igual que juegues con un dibujo u otro. Tampoco es lo mismo tener enfrente a Brasil que ser tú el favorito. En cualquier caso, lo importante es ser fiel a un estilo más que a un esquema. Yo los tres centrales los empecé a emplear en 2009 con el Wigan. ¡Éramos el único equipo de la Premier que jugaba con ese dibujo! Ahora, en las últimas cuatro o cinco temporadas, se está viendo una tendencia por usarlo. Estoy convencido de que cambiará otra vez. Las tendencias son así. Por eso yo no creo en utilizar jugadores según un esquema, sino en utilizar un esquema según los jugadores.

Al menos le dio tiempo a inventarse un carrilero en Carrasco.
Era la forma de poder ver a Hazard y a él juntos en la misma parcela. El primer partido de Carrasco con nosotros actuó de extremo derecho. Se perdía su capacidad de poder desbordar hacia dentro y lo tuvimos claro. La única manera de hacerle cohabitar con Hazard por el otro lado fue utilizándolo de carrilero. Su adaptación fue muy buena y su crecimiento personal, también. Fue más la presencia del propio jugador lo que le hizo crecer, no su posición.

¿Cuáles fueron sus referencias como técnico?
La primera, impactante, Johann Cruyff. Supuso un cambio drástico. Introdujo conceptos que antes no se veían. Influyó en el fútbol de una manera que nadie más lo ha hecho. Hay muchas figuras que han influido a una corriente o a un sector, pero él lo hizo en todos: los que le seguían y los que trataban de contrarrestarlo. Era una fuerza mayúscula en el juego, en defender con balón, en ejercicios de superioridad numérica, en la calidad técnica del jugador… Trajo algo que me influyó muchísimo. Y otros entrenadores siempre me han fascinado por momentos o lugares en los que destacaron: Toshack, Maturana, Sacchi…

Como Cruyffista, ¿le halaga que el Barça piense en usted?
Mire… Llevo muchos años fuera de casa. No hay demasiados aficionados que sepan de mi carrera, ni de que estuve siete años seguidos en la Premier. Me hace hasta gracia esto. Creo que hubo un cambio en el Mundial 2018. Tuvimos el cariño de aficionados españoles, yo lo noté enseguida. Para mí, fue una gran ilusión. A partir de ahí, los entrenadores siempre estamos en los rumores. Cuando el equipo gana suenas para otros proyectos y cuando el equipo pierde estás al borde del cese. Te acostumbras y vives al margen de todo esto.

¿Ir ahora el Barça es una oportunidad o un marrón?
No me lo he planteado, la verdad. Llevo un año y medio pensando en la Nations League y eso es ahora lo que me preocupa. Mi opinión sería bastante desajustada.

¿Cómo vivió la marcha de Messi del Barça y los grandes fichajes que hubo?
Como un aficionado más. La situación de COVID afectó a los clubes y el tema de la Superliga ayudó a que todo fuera más anormal este verano. Normalmente el fútbol de élite tiene una consistencia y todo está bastante calmado, pero hemos vivido cosas que seguramente no hubiéramos visto sin pandemia.

¿No le pica el gusanillo de los clubes? Es joven para ser seleccionador y no tanto para no haber debutado ni siquiera en la Champions…
Yo también pensaba que una selección era el final de un trayecto. Tenía la expectativa de que con los años es mejor usar la experiencia y la perspectiva que te permitan entrenar unas veces al año, no a diario. Mi situación fue atípica, sí, pero esta Bélgica también era muy atípica. Podía intuir que se estaba creando un gran proyecto, además de disfrutar de momentos únicos como participar en Mundiales y Eurocopas.

¿Por qué nunca ha dirigido en España?
No soy el que decide eso. Yo siempre voy a un proyecto si miro a los ojos a quien me lo ofrece y tengo tiempo para poder trabajar y cuajar en él. Creo en esa relación humana dentro del proyecto. Una vez así, puedes dirigir en cualquier liga y en cualquier faceta. Pero, créame, soy muy malo planeando el futuro (risas).

Tuchel, Klopp, Nagelsmann… ¿Hay una 'alemanización' del fútbol?
Sí, puede ser. Todo nace con esa arrogancia sana de poder dar entrenadores muy jóvenes a equipos poderosos. El fútbol alemán está muy bien estructurado, con una liga saneada, y nos ha ayudado a poner el enfoque en lo que hacen los equipos cuando no tienen el balón. Nosotros venimos de una cultura en la que pensamos más en qué hacer con él, no sin él. Allí se ha desarrollado un tipo de entrenador preparado para la presión alta, para abrir los partidos, para ser dinámico… Esto es bueno para el fútbol en general.

¿Qué le intrigó de Bélgica?
Yo estaba dirigiendo a tres jugadores belgas en el Everton (Fellaini, Miralles y Lukaku) y nadie hubiera dicho que venían del mismo país. Me preguntaba: ‘Cómo siendo sólo 11 millones pueden producir jugadores tan diversos y con estilos de fútbol tan distintos’. En otros equipos también había jugadores belgas excepcionales. Era una generación espectacular. Fui aprendiendo más sobre ellos: su educación en tres idiomas, lo que les permite adaptarse más rápido en el extranjero, su rápido calado en los vestuarios, en los equipos grandes…

¿Necesita un título esta generación?
Necesitar es una palabra muy dura. En el fútbol las cosas se merecen, se intentan. Esta generación ha hecho precisamente eso. Ha mejorado a través de su filosofía de club, más que de selección. Ha tenido compromiso y ha crecido. Si eres técnico de clubes te das cuenta de que se puede crecer en el día a día; en el fútbol de selecciones esto es distinto. No hay tiempo. Por eso valoramos lo que ha hecho este equipo. Es una generación especial. Sería bonito, y creo que lo merece, un torneo que les liberara a ellos y al futuro del fútbol belga.

¿Hay una cultura Premier en todos ustedes?
Sí, y fíjese que fue algo inesperado. El trabajo empieza después de la Eurocopa de 2000 y se buscan influencias holandesas y francesas, no inglesas, para crear un ADN y un estilo de futbolista belga. Pero lo que nadie planea es hacia dónde va el jugador. Y llegó un momento en el que todos los buenos jugadores belgas fueron a la Premier. Eso permitió que se desarrollara un tipo de futbolista muy técnico, pero en una liga física y de transición como es la Premier.

Dice que son 11 millones de belgas, es casi como la Uruguay de Europa. ¿Cómo es posible que entre tan pocos surja tanto talento?
Pues mire. Hay 24 clubes, 6 ó 7 academias de buen nivel que puedes visitar con facilidad, la del Brujas, la del Anderlecht… Hay muy buena relación entre clubes. Eso ayuda. Y luego está la faceta humana. En Bélgica cohabitan tres lenguas y el ambiente de país es muy diverso. La mentalidad es abierta y de respeto por lo diferente. Por eso mismo, los jugadores están muy bien preparados –sin ser conscientes– para ir al extranjero.

¿Lukaku es el ejemplo de esto?
Sí, sin duda. A los 16 años estaba preparado para la élite y se le confió poder ser la referencia de un equipo como el Anderlecht. Pero donde de verdad ha crecido ha sido fuera del país. Yo pude disfrutar de él a los 19, primero cedido y luego como parte del traspaso más caro de la historia del Everton. Siempre tuvo la obsesión de los goles. Es un 9 que puede jugar de espaldas, penetrar los espacios, que tiene una estupenda condición física, pero sobre todo el gran talento de su capacidad goleadora. Sus cifras así lo demuestran.

Usted sigue siendo fiel defensor de Hazard
Eden ha tenido dos años muy duros de lesiones. A veces se buscan razones para esto y simplemente no las hay. Nosotros lo analizamos desde otra vertiente. He visto a Hazard ganar la liga en Francia, la Premier con dos proyectos distintos, marcar diferencias en el desborde y el uno contra uno, brillar técnicamente en una liga tan física como la inglesa… Y luego, a nivel de selección, Hazard es único. Es una pena no poder haber visto en los dos últimos años a un Eden feliz o jugando más. No ha podido estar a su mejor nivel en el Madrid y no se ha visto el gran potencial que tiene.

¿Le ve frustrado o con ganas de reivindicarse?
Él es muy tranquilo. Le da normalidad a todo, por eso entiende que el futbolista se lesiona. También tiene un carácter que le hace levantarse rápido. Es un líder, el capitán de Bélgica, y ha sido una influencia muy importante para este equipo. A nivel humano puedes confiar en Eden y a nivel futbolístico no hay debate. Es cuestión de tiempo que veamos en España la mejor versión de Hazard.

Le quiero preguntar por Courtois. ¿Cómo se puede ser uno de los mejores porteros de la última década sin dominar el juego de pies –algo tan demandado ahora–?
Ufff, yo no estoy de acuerdo en que no sea bueno en el juego de pies. Al revés. Para ser una persona de tanta altura y presencia posee muy buena coordinación. Tiene una gran capacidad para entender la salida de balón. Puede ser más estilista o menos, pero cuando tienes un equipo que quiere jugar desde atrás Thibaut sabe hacerlo perfectamente. En el Mundial 2018 fue el mejor portero y ahora está consistentemente entre los dos o tres mejores del mundo. A su edad eso quiere decir que tiene mucho aún por delante. Es una referencia en un país con muy buen nivel histórico de porteros, incluso con leyendas, y él va camino de convertirse en la mayor de todas.

Su padre fue jugador y entrenador, Roberto.
Sí… Yo no tenía otra salida que el fútbol (risas). Nos sentábamos a ver partidos. Es algo que recordaré para siempre. En vez de verlos como un aficionado los veía desde un punto de vista táctico. Él tuvo mucha culpa de todo esto.

¿En la época de los Guardiola, Zidane, Simeone… les perjudica a otros técnicos como usted no haber sido un jugador de renombre como ellos?
Yo creo que no. Es más, diría que para un entrenador que ha sido élite como futbolista debe ser frustrante ver a jugadores que no pueden hacer lo mismo que hacían ellos. El entrenador nace en un momento en el que debe llevar unas disciplinas que no tienen nada que ver con lo hecho anteriormente. Depende mucho de cómo quieres dirigir un grupo, cómo organizarlo en el campo… son dos roles tan distintos que es difícil decir si ayuda o no.

Hazard dijo de usted que es un técnico de "estilo español", pero lo cierto es que estuvo 21 años amamantando fútbol en el Reino Unido.
Soy una víctima de mis experiencias, la verdad. Yo nazco en un fútbol de cultura de posesión, de técnica, de querer jugar. Y luego crezco en otro que es al revés: lanzar el balón te permite llegar más lejos, el balón dividido es una oportunidad para llevártelo... La gran ventaja es que empecé en una forma de entender el fútbol y me llevaron enseguida a la contraria. Entiendes rápido que no hay un correcto y un no correcto. Debes desmenuzar en lo que eres bueno y no tan bueno. La diversidad es lo que me ha ayudado. Es muy difícil describirme como entrenador porque tengo una mezcla de mis experiencias.