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REAL ZARAGOZA / ANÁLISIS

Querer y no poder

La deriva del Zaragoza no es por una mala racha, ni por falta suerte. Sencillamente, el equipo tiene un problema gravísimo no resuelto de definición, por falta de calidad. Pura ineficacia.

Zaragoza
Miguel Torrecilla y Juan Ignacio Martínez.
ALFONSO REYES

El Zaragoza quiere, pero no puede. Como afirma Juan Ignacio Martínez, “los chavales lo dan todo”, pero no les alcanza para ganar a casi nadie. Sólo al colista Alcorcón -siete derrotas en ocho jornadas y hasta 17 goles encajados-, y gracias al regalo de un defensa. Esa es la cruda realidad del Real Zaragoza y lo demás es literatura o un pretendido acto de fe que ya prácticamente nadie está dispuesto a comprar por mucho que se le insista.

El discurso triunfalista del director deportivo Torrecilla -“Debemos estar en la pomada por el ascenso”-, respaldado en varias ocasiones por JIM –“Hemos hecho un muy, muy buen equipo”-, se está convirtiendo en un verdadero bumerán para su autor. Ya entonces pareció un exceso verbal innecesario, que nadie con solera zaragocista se hubiera atrevido a pronunciar, viniendo de donde se viene, pero con el paso de las jornadas se está volviendo muy dañino para el propio equipo. Si el director deportivo lo dijo convencido, la cosa no iría más allá de un equivocado alarde de optimismo, pero si lo afirmó forzado o como una suerte de autodefensa preventiva puso el listón tan alto que se pasó de propagandista. Y eso tiene su precio.

Porque más allá de opiniones o de análisis, de ver la botella medio llena o medio vacía, el Zaragoza ha completado su peor inicio en estas nueve temporadas en Segunda, con sólo una victoria en estas ocho primeras jornadas y apenas cinco goles a favor: dos de penaltis forzados por Iván Azón, uno de falta ensayada, otro de un regalo defensivo del Alcorcón y otro de rebote en un defensa del Sanse. Los números hablan por sí solos, y únicamente el crédito que se ganó JIM con su hazaña milagrosa de la temporada pasada propicia la calma que no hubo otras veces.

Pero, se ponga como se ponga JIM, el problema del Zaragoza no es de una mala racha, ni de falta suerte, ni siquiera de dinámica. Sencillamente, el Zaragoza tiene un déficit gravísimo no resuelto de definición que compromete todos sus méritos, que, por cierto, cada vez son menores. Porque el equipo, como se vio frente al Oviedo, va a menos. Quiere, pero no puede. No le alcanza sólo con empuje. Le falta claridad y no tiene gol.

Ojalá un partido lo pueda cambiar todo, y no hay mejor ocasión para resurgir que la visita del Huesca, pero la planificación deportiva de Torrecilla es más que cuestionable. En lugar de reforzar el equipo con tres o cuatro titulares indiscutibles, que es para lo que da la economía de guerra del club, ha rellenado la plantilla. De los ocho fichajes, sólo Fran Gámez y Vada se están haciendo notar, y en el caso del lateral, difícilmente sería titular si no estuviera lesionado Vigaray. Vada anda justo de motor, pero es diferente al resto de los centrocampistas y el único que llega al área y amenaza al rival. Apenas hay dinero y se ficha, y no precisamente barato, a un medio centro defensivo como Petrovic, que acumula cuatro partidos sin jugar un minuto. Por no hablar de Álvaro Giménez, la gran apuesta de Torrecilla -lo suyo no es, precisamente, fichar a delanteros centro-, que lleva mes y medio de ausencia. Tampoco los extremos, ni los que había ni los que han llegado, destacan ni han destacado por ver portería, lo que agrava todavía más el problema.

Y luego hay cuestiones de difícil comprensión, que tocan de lleno a JIM, como que Zapater esté por delante de Francho.

La temporada pasada, Juan Ignacio Martínez logró impedir el descenso del equipo aragonés gracias a una fortaleza defensiva que le permitía sacar el máximo provecho a un solitario gol. Y así , y con enorme sufrimiento, se sacaron adelante partidos vitales. Pero el Zaragoza 2021-22 ni es solvente a la hora de defender ni ha mejorado los paupérrimos registros goleadores que dejaron Toro Fernández, Vuckic o Álex Alegría. La falta de calidad en los atacantes no ha sido resuelta y eso tiene como directa consecuencia la ineficacia, una ineficacia que ya no hay quien la camufle hablando de una mala racha.

“Estamos en deuda con la afición”, dijo JIM a la conclusión del partido frente al Oviedo. La verdad es que con quien está en deuda el Real Zaragoza con sí mismo, con su propia historia. Y esa deuda no deja de crecer sin que nadie ponga remedio.