Laporta y Koeman pactan una continuidad de conveniencia
El presidente, que había sentenciado a un técnico que se daba por despedido, mantendrá al entrenador porque no ha encontrado a nadie y no hay quien asuma el cargo antes del Clásico.
Minutos antes de entrar en el juzgado para firmar el divorcio, Laporta y Koeman pactaron darse un tiempo para ver si aún existía química entre ellos. No fue una decisión basada en el cariño porque la pareja no se soporta, quizás apostaron por la solución desastrosa de afrontar un proyecto común (comprar una casa, hacer un viaje o buscar descendencia) para tratar de reconciliarse, pero lo más probable es que ambos hayan acordado darse un tiempo para el reparto de bienes. Esto es, tú dame tiempo y te afrontas un calendario determinante en los próximos tres partidos y yo entonces decido. Básicamente, porque no hay nadie que quiera asumir este reto.
Los próximos tres partidos del Barcelona son determinantes y antes de quemar a un entrenador que se va a tener que someterse al juicio del Camp Nou el día de la asamblea recibiendo al Valencia, jugarse tres días después las opciones de Champions en una final en casa y luego recibir al Madrid, el posibilismo se impone. Este Tourmalet lo pasará Koeman y si lo supera, será ratificado. Si no, dejará el campo libre a su sustituto. Ninguno de los técnicos contactados quiere debutar ante el Real Madrid.
Laporta es muy consciente de que la elección del entrenador que antes o después sustituirá a Koeman es la más importante que debe tomar en esta segunda etapa como presidente. Se le juzgará por ese técnico, que será enteramente suyo, mientras que Koeman sigue siendo parte de la herencia de Bartomeu, aunque él le ratificara a regañadientes.
La idea de Laporta para sustituir a Koeman era la de contratar a un técnico a largo plazo, alguien que empezara a forjar un proyecto. El presidente no quería en principio un entrenador puente, pero tal y como están las cosas, no parece que en octubre este perfil esté disponible, quiera embarcarse en esta aventura y, no menos importante, que se pueda pagar.
Laporta presentó su candidatura en enero, fue elegido en marzo y fue en mayo cuando vio claro que Koeman no era la pieza que buscaba. Pero también se dio cuenta de que no tenía a nadie para sustituirle. Su "sueño húmedo" era Guardiola, tan inalcanzable como Flick, Naggelsmann o Tuchel. Especialmente, después de abrir cajones y ver la ruina del Barça.
Ante la falta de opciones, Koeman empezó la pretemporada después de saber por boca del presidente que seguía porque no había encontrado nada mejor. Luego llegó la marcha de Messi ("el día más triste desde que estoy en el Barça", dijo Koeman) y la dialéctica entre ambos mediante terceras personas.
Laporta ha reconocido que en encuentros informales con periodistas se ha dejado llevar por su pasión futbolera con comentarios que minaban al técnico y pidió disculpas por ello. A su vez, el entrenador ha aceptado el reto y ha respondido desde la prensa holandesa y con un comunicado que pilló a Laporta a contrapie
Cuando la situación parecía irreversible, Koeman dio el viernes una rueda de prensa que apuntaba a póstuma citando a Van Gaal en su despedida. Horas antes Laporta había vuelto a tener un encuentro con la prensa en el que deslizó la palabra "sentenciado" y habló de los candidatos. En esa conversación se distanció de Xavi ("que venga al B") y mostró su predilección por Pirlo y su deseo de convencer a Tuchel. El divorcio estaba cantado.
Pero en un volantazo de última hora, Laporta llegó a Madrid confirmó a Koeman y su vicepresidente deportivo, Rafa Yuste, tuvo el cuajo de asegurar que "jamás nos hemos planteado su destitución". Una mentira que se cae por si sola.
Una opera bufa que se selló con Koeman agradeciendo la confianza de una junta que ha sido incapaz de encontrar un técnico en nueve meses. Ya no viene de tres semanas. Después del Clásico ya no habrá excusas.