Vicente Moreno, un año de revolución silenciosa
Fichado hace 12 meses, cambió la mentalidad del Espanyol, lo devolvió a la elite e implantó un proceso repleto de celo. Su reválida está en Primera.
“El Espanyol tiene que estar en Primera División y, una vez ahí, ser un equipo importante”. La sentencia es de Vicente Moreno. Pero no de este verano, tras el ascenso, sino de hace un año, que se cumple estos días. Su fichaje se concretó el 4 de agosto de 2020, fue presentado al día siguiente y se puso manos a la obra tal día como hoy, el 10 de agosto. Con el equipo, el club y toda la afición sumidos en una profunda depresión tras la reciente caída a la Segunda División. En aquel momento, seguramente él era el único que confiaba ciegamente en el retorno inmediato a la máxima categoría.
12 meses y 82 puntos después, se ha erigido Moreno en el líder de una revolución silenciosa que partió de la premisa de cambiar la mentalidad a un vestuario desolado, para convertirlo en uno capaz de todo y con la autoestima por las nubes en tiempo récord, y fue extendiendo su control a casi todas las facetas controlables. Desde unos partes médicos guardados bajo llave a unas convocatorias que brotan casi al unísono que las alineaciones para, aparentemente, no conceder ni la más mínima pista al rival. Celoso de lo suyo a más no poder, en Segunda los resultados le dieron la razón, con el título de campeón, con el ‘pichichi’ para Raúl de Tomás, el Zamora en las manos de Diego López, y siendo el máximo goleador (71 dianas) y el menos goleado (28).
También ha arraigado su libreto futbolístico, acaso no el más vistoso pero sí el más efectivo. Y su gestión de grupo, de la que toda la plantilla habla maravillas a pesar de que, en minutos sobre el césped, ha ido contando prioritariamente con un grueso de unos 15 ó 16 jugadores. En este proceso, que se inició hace un año en Marbella, puede que el único fallo haya sido que por culpa de la COVID-19 no haya podido comandar esta vez la preparación en su campo base talismán de la Costa del Sol.
Firmado hasta 2023, y tras aportar una estabilidad que el Espanyol demandaba a gritos –cuatro entrenadores había tenido la temporada anterior, entre David Gallego, Pablo Machín, Abelardo Fernández y Francisco Joaquín Pérez Rufete–, el gran reto de Vicente Moreno consistirá en asentarse en Primera División con el mismo nivel de éxito que le ha llevado a firmar cuatro ascensos en las ocho últimas temporadas. En su primer intento, hace dos campañas con el Mallorca, estuvo a punto. Ahora, como él mismo predijo a su llegada, su misión es que el Espanyol, una vez en Primera, sea “un equipo importante”.