Francia entra al horno

Por cada país que pisa Francia en esta Eurocopa surge la sensación de conquista, de estar ante el gran gigante que amenaza a todos por su poderío incuestionable. Después de la primera batalla ganada en Alemania, ni más ni menos, el colosal equipo de Didier Deschamps entra en territorio húngaro, allá donde Cristiano salió victorioso hace sólo unos días no sin sufrimiento (sigue el partido en directo en AS.com).

Los galos saben que un triunfo les coloca prácticamente en octavos tras apenas unos días de competición, y eso revela una sensación de autoridad tremenda. Francia volverá a tirar del tridente Griezmann, Mbappé y Benzema con esa nueva disposición que potencia a los tres: el culé engancha, el madridista inventa y el parisino decide. Pura poesía.

Sólo la paternidad de Coman y su fugaz salida de la concentración ha alterado a un batallón de buenos jugadores que tendrá como rival a la grada, más que a los futbolistas húngaros. Budapest sabe que puede estar ante los últimos estertores de su selección y ve el encuentro como una final.

Amenaza. El gigantón Szalai, el Luca Toni húngaro, desafía a todo el bloque defensivo francés, aunque el que más trabajo tendrá de nuevo será el portero Gulacsi, un muro ante Portugal que deberá construir su fortaleza de nuevo ante los cañonazos de los Griezmann, Mbappé y Benzema. Los franceses quieren invadir también Budapest y solventar el grupo. Pocos rivales se le pueden resistir en su camino hacia el título. O no. En el fútbol, afortunadamente, las metáforas de guerra las pinta un balón.