La política se inmiscuye en el deporte y España se retira


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La política se inmiscuye en el deporte y España se retira

Euro 60 - La retirada española en cuartos de final

La política se inmiscuye en el deporte y España se retira

El sorteo de cuartos de final emparejó a España con la Unión Soviética. Ambas federaciones se pusieron de acuerdo para resolver su eliminatoria los días 29 de mayo y 9 de junio de 1960. Sin embargo, el gobierno español prohibió que los soviéticos viajasen a Madrid. No se llegó a una solución alternativa y el equipo español se retiró ante la gran decepción de los aficionados.

El viernes 11 de diciembre de 1959 se reunió en París la Asamblea General de la UEFA. Ha pasado a la historia por la decisión de trasladar su sede a Berna (Suiza) tras cinco años de residencia en su país de origen. La proximidad a la FIFA pudo más que el sentimentalismo hacia su suelo natal. Al fin y al cabo la FIFA también había hecho ese traslado hacía ya muchos años… Según lo previsto, se celebró el sorteo para los cuartos de final de la Copa Henri Delaunay. Con el siguiente resultado: Francia - Austria; Portugal - Yugoslavia; Rumanía - Checoslovaquia y URSS - España.

Los cruces de cuartos fueron: Francia - Austria; Portugal - Yugoslavia; Rumanía - Checoslovaquia y URSS - España.

A esa Asamblea había acudido el propio presidente de la RFEF, Alfonso de la Fuente Chaos, quien, tras el sorteo, se reunió con el presidente de la Sección de Fútbol de la URSS, Valentín Granatkin. Sólo hubo discusión sobre las fechas. España trataba de huir de los fríos invernales, proponiendo una fecha a primeros del mes de septiembre; el dirigente soviético trataba de llevarlo a finales de junio, cosa que trastornaría demasiado las competiciones españolas, singularmente la Copa, además de la posibilidad de llegar a tan importante empresa con los jugadores agotados. Del forcejeo, que fue totalmente cordial, salió el acuerdo de jugar en domingo, el último de mayo en Moscú y el segundo de junio en Madrid.


Eliminatoria España- URSS

La UEFA confirmó oficialmente a la Federación Española, en carta de 12 de enero, las fechas, delegados y nacionalidad de los árbitros de sus partidos contra la Unión Soviética.


Se acordó que las expediciones oficiales constarían de 22 personas, entre jugadores, técnicos y federativos. Cada Federación correría con los gastos de viaje propio y el alojamiento sería por cuenta del anfitrión; con hoteles de primera, habitaciones dobles para los jugadores e individuales para los federativos y técnicos. La estancia de la expedición no rebasaría los cinco días. En la localidad del posible desempate no hubo acuerdo, pues Granatkin propuso Leipzig y De la Fuente, Roma.

No dejaba de ser interesante, para los aficionados españoles, la celebración del primer encuentro de la historia entre España y la Unión Soviética. Ni siquiera había antecedentes de confrontaciones entre clubes españoles y soviéticos. El primer y único equipo español que había cruzado el telón de acero había sido el Madrid, pero no había llegado más allá de la entonces Yugoslavia de Tito. Y las cábalas fueron más hacia la dificultad que entrañaba tal enfrentamiento, habida cuenta de la fama que tenía el fútbol soviético, avalada, bien recientemente, por la facilidad con la que se había deshecho de Hungría, que era uno de los equipos más potentes de la órbita del Este europeo. Sin embargo, había confianza en vencer la eliminatoria; al menos eso aseguraba el locuaz Helenio Herrera.


Los viajeros a Moscú

Esta es la relación de los que podían viajar a Moscú. De los 20 jugadores relacionados sólo irían 15. El resto serían directivos, técnicos y personajes influyentes con curiosidad por ver la Unión Soviética.


Las noticias de la UEFA siguieron su curso normal. El 12 de enero escribió a la Federación Española confirmándole las fechas de los dos partidos: 29 de mayo de 1960 en Moscú y 9 de junio de 1960 en Madrid. Si se daba el caso de empate, el tercer encuentro se jugaría el 16 de junio en Roma o París, lugar que deberían decidir entre los contendientes, si se producía tal circunstancia, tras el encuentro de Madrid. En ese momento se supo que el señor Herrera, por mor de las limitaciones de pasaportes no podría llevar más que quince jugadores de la lista de 20 que había facilitado el Comité Técnico. La UEFA, por su parte, ya había notificado que el árbitro designado era el británico K.G. Aston, con los jueces de línea Finney y Castle.

Estos eran los 20 seleccionados: Ramallets, Vicente, Gracia, Segarra, Vergés, Gensana, Suárez, Martínez, Carmelo, Garay, Pereda, Pachín, Marquitos, Rivilla, Peiró, Gento, Collar, Herrera y Del Sol, con Di Stéfano.

El público moscovita estaba deseoso de ver al equipo español, pese a los cautos pronósticos del secretario de la Federación soviética, Moscharkin, así como el seleccionador Katchalin, que consideraban que España sería un enemigo muy difícil de doblegar. Se habían agotado las entradas para el estadio Lenin. El partido estaba anunciado a las tres de la tarde del domingo 29 de mayo.

Y de repente se hizo el silencio. Ni una noticia. ¿Qué pasaba? La razón de tal silencio estaba en la alta política de Estado. Al parecer, los ministros Carrero Blanco y Alonso Vega habían influido cerca de Franco para que tal confrontación con los soviéticos fuera suspendida. Pesaron más sus argumentos que los exhibidos por el delegado nacional de Educación Física y Deportes y el presidente de la Federación. Los señores Elola y De la Fuente fueron los primeros sorprendidos ya que hasta ese momento no había habido ni la menor dificultad oficial.

Los ministros Carrero Blanco y Alonso Vega convencieron a Franco para que la confrontación con los soviéticos fuera suspendida.

El hermetismo era absoluto e incluso se prohibió en España la entrada del diario L’Equipe. Se contó que Franco quiso pulsar la opinión del consejo de Ministros e hizo una votación verbal que fue ganada por quienes creían inoportuna la visita del equipo soviético. De la Fuente Chaos, junto con Agustín Pujol, representante español en la UEFA, hicieron una rápida visita a su sede para notificar tal decisión política. La propuesta del presidente federativo español abarcaba tres alternativas para salvar la presencia española en esos cuartos de final:

a) Jugar los dos partidos en Moscú, con una semana de intervalo, con taquilla íntegra para la Federación soviética y libre de cargas. Es decir que la expedición española correría con todos los gastos de estancia en la capital soviética.

b) Jugar el partido de vuelta en terreno neutral – Fráncfort, por ejemplo – con reparto de taquilla.

c) Jugar los dos partidos en terreno neutral a elegir por la URSS.

La Federación soviética no aceptó ninguna de las opciones españolas aunque todas eran “deportivas” y generosas.

Las preocupaciones de la RFEF venían de las consecuencias que podía comportar la retirada. Los estatutos de la FIFA en su Artículo 18 se remitían al 27, que puntualizaba las medidas disciplinarias que podían ser aplicadas al caso español: a) Advertencia, b) Amonestación, c) Multa, d) Suspensión, e) Expulsión.

Valentín Granatkin era el jefe del fútbol soviético. Su carta reclamaba 600.000 rublos por daños y perjuicios.

La larga carta de protesta de la Federación soviética, firmada por Granatkin y Moscharkín, señalaba lo pernicioso que era para el deporte la intromisión de la política y acababa pidiendo 600.000 rublos de compensación por daños y perjuicios. La UEFA, que había recibido con agrado las propuestas de solución ofrecidas por la RFEF, trasladó la carta de los soviéticos a la Federación Española y dejaba para su Congreso de agosto en Roma, tratar el “caso español”. Para no dejar ningún cabo suelto hay que decir que la resolución del Congreso se cerró con imponer una multa, no muy cuantiosa, a la RFEF ya que se valoró su buena disposición para solucionar el conflicto.

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