Los cuartos de final clasificaron a Francia, Yugoslavia, Checoslovaquia y Unión Soviética. Los organizadores designaron entre ellos al país donde debía disputarse la fase final. No tuvieron dudas. La patria del creador del torneo, Henri Delaunay, tuvo todos los votos. La semifinal Francia - Yugoslavia fue muy disputada mientras que el choque URSS - Checoslovaquia resultó sencillo. (Foto de apertura: Los yugoslavos festejan la victoria sobre Francia en semifinales).

Nueve goles franceses

Ya lo habían demostrado en el Mundial de Suecia ‘58. La potencia atacante de los galos era enorme. Austria era todavía una potente selección, pero Raymond Kopa dirigía una delantera donde todos, fundamentalmente Just Fontaine, llevaban el gol en las botas. Se demostró tanto en París como en Viena, a pesar de la ausencia de Fontaine en la capital austriaca, gravemente lesionado con fractura de tibia y peroné unos días antes en Sochaux. El de Marrakech nunca volvería a ser el mismo.

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El 'Gitano' Sekularac

Dragoslav Sekularac era imprevisible y tenía mal carácter, pero jugaba como un ángel si tenía su día. En Lisboa ganaron los portugueses por la mínima, pero era poca diferencia para viajar a Belgrado con garantías de éxito. Y el 'Gitano' lo bordó en el estadio del Ejército. Marcó el primer gol y sus jugadas hicieron que el marcador final luciese una goleada.

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Josef Masopust

Era el líder de un equipo checo que dos años después sería subcampeón mundial en Chile. Había comenzado como atacante, pero su juego inteligente le llevó a ser el cerebro del equipo.

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La ausencia de Napoleón

No pudo jugar Raymond Kopa y Francia lo acusó. Sin embargo, a un cuarto de hora del final, los 26.000 espectadores creían que Francia era finalista de la primera Eurocopa. Llevaba un marcador favorable de 4-2 cuando los desaciertos de Georges Lamia, el guardameta del Niza, dieron la vuelta al tanteo. En apenas cuatro minutos los plavis marcaron tres goles y colocaron a Yugoslavia en la final. Tanto galos como balcánicos tenían magníficos atacantes, pero la superioridad de Sekularac no pudo ser anulada ante la ausencia de Kopa, el Napoleón del fútbol francés.

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Claro triunfo soviético

La semifinal de Marsella tuvo poca historia porque el juego de los soviéticos actuó como una apisonadora sobre los checos. Sus escasos ataques fueron abortados por Yashin y sus defensas, mientras que Schrojf y sus hombres no supieron frenar las incursiones de los rápidos Metreveli y Meshki que eran bien rematadas por su tripleta central. La Unión Soviética era justa finalista.

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Poca expectación

No llegaron a diez mil los espectadores que asistieron al partido por el tercer puesto en el Velódromo de Marsella. Los franceses, futbolistas y aficionados, estaban decepcionados por no jugar la final y ello influyó en el resultado. Los checos impusieron su juego, lento pero eficaz, y su deseo de triunfo. Además, Marcel se lesionó en el 70’ y no había sustituciones.