La Federación Española recibió órdenes escritas del Delegado Nacional de Educación Física y Deportes para abstenerse de participar en la primera Eurocopa. El presidente de la RFEF se las saltó a la torera, nunca mejor dicho, y el equipo nacional pudo debutar ante Polonia entre las diecisiete selecciones que tomaron parte en la primera edición. El fútbol español pasaba por momentos de gloria en los torneos europeos de clubes y se pensaba que la selección podía repetir esos triunfos.
La Real Federación Española de Fútbol, presidida por Alfonso de la Fuente Chaos, apoyó desde el primer momento la creación del nuevo torneo europeo. Respondió con rapidez a todas las consultas de la UEFA y el 27 de enero de 1958 envió su inscripción. Andrés Ramírez, su secretario general, participó activamente el 3 de junio en el sorteo de Estocolmo que nos opuso como adversario a Polonia.
Alfonso de Lafuente Chaos
Fue nombrado presidente de la Federación Española de Fútbol el 5 de julio de 1956. Doctor en Medicina y catedrático, en su juventud había jugado en el Athletic Club madrileño.
Lafuente Chaos mantuvo en todo momento informado, como era preceptivo, a su superior jerárquico, el Delegado Nacional de Educación Física y Deportes que era el camarada Elola Olaso.
La sorpresa del presidente federativo fue enorme cuando recibió el 4 de julio de 1958 una carta firmada por Elola Olaso comunicándole que por orden del Director General de Política Exterior (Ramón Sedó) debía abstenerse de participar.
La carta de Elola Olaso decía:
A los efectos oportunos te remito copia de la carta que recibo del Director General de Política Exterior dándome traslado de la decisión de la Superioridad en el sentido de que esa Federación debe abstenerse de participar en la Copa de Europa de Naciones. Debo señalarte que esta comunicación tiene carácter reservado’
La carta del segundo de Fernando María Castiella, ministro de Asuntos Exteriores, decía: He pasado a consulta de la superioridad la que me planteas en tu carta del 14 de junio, adjunto a la cual me remitías un informe sobre la organización de la Copa de Europa de Naciones. Sigue siendo criterio de la Superioridad el negar la autorización a que se celebren encuentros deportivos entre equipos españoles y equipos de la Unión Soviética. En vista de ello, y para evitar que se produzcan circunstancias similares a las que tuvieron lugar con motivo del campeonato de baloncesto, se ha creído oportuno decidir que la Federación Española de Fútbol se abstenga desde ahora de participar en la Copa de Europa de Naciones. Recibe un saludo muy cordial de tu buen amigo Ramón Sedó.
El fútbol español había estado presente en la creación de la FIFA (1904), de la Copa del Mundo (1928), de la Copa Latina (1948), de la Copa de Europa de clubes y de la Copa de Ferias (1955). ¿Se vería obligado a estar ausente en esta ocasión? Lafuente Chaos no se rindió y siguió adelante. ¿Accedió a más altas instancias, incluso a la suprema? Tal vez ni eso y se limitase a dejar que siguiese el curso del tiempo y la teoría de los hechos consumados. Tampoco hay constancia de que se tomasen medidas contra su desobediencia.
Carta de la UEFA a la RFEF de fecha 7-ag-1957
La UEFA remitió a todas las federaciones un cuestionario para pedir su opinión sobre la forma de disputar un Campeonato de selecciones.
Al margen del asunto español, hay que consignar que el Comité Ejecutivo se reunió en París para recoger las inscripciones. Porque hasta entonces sólo se había conjeturado con votos verbales, pero, ya con el reglamento aprobado, quedaba la prueba de fuego de la inscripción efectiva. Hubo no poco susto a la hora de la reunión porque no habían llegado más que dieciséis inscripciones. Les dejaba en minoría. No hay que olvidar que el número de naciones que formaban la U.E.F.A era de treinta y tres. Suponía que alguna nación se había vuelto atrás y habría que proceder a otra consulta. El susto se les pasó al recibir telegráficamente la respuesta que les faltaba, la de la República de Irlanda. Con una dificultad, más o menos prevista: que era un número impar de participantes, lo cual no cuadraba para el emparejamiento. Leve dificultad que quedó instantáneamente solucionada. Se sorteó entre los inscritos quiénes harían una eliminatoria previa: los agraciados fueron República de Irlanda y Checoslovaquia. En la reunión de Estocolmo (Suecia), el 3 de junio de 1958 en el Traveller’s Club del Hotel Foresta, se dictó el resto del calendario de octavos de final. Estaban presentes los países miembros siguientes: Alemania del Este (Riedal), Austria (Frey), Bulgaria (Petrov), Checoslovaquia (Vogl), Dinamarca (Dannin), España (José Luis Costa), Francia (Pochonet), Grecia (Constantaras), Hungría (Sebes), República de Irlanda (Wickham), Noruega (Johansen), Polonia (Gielda), Portugal (Ribeiro dos Reis), Turquía (Apak), URSS (Antipenok) y Yugoslavia (Pastrovic). Por invitación del presidente Schwartz fue el húngaro Sebes quien dirigió el sorteo; los señores Ramírez (España), Stadler (Suiza) y Johansen (Noruega) fueron designados para llevar la mecánica del mismo.
Carta de la UEFA a la RFEF de fecha 14-ag-1958
En esta carta se comunicaba a las federaciones el resultado del sorteo. A España le había correspondido Polonia como adversario.
La suerte determinó los siguientes emparejamientos: Dinamarca - Vencedor de la eliminatoria previa; URSS - Hungría; Grecia - Francia; Turquía- Rumanía; Noruega - Austria; Yugoslavia - Bulgaria; República Democrática Alemana - Portugal y Polonia - España.
Se podía decir que había nacido la Eurocopa. Lo hacía con el nombre de Copa Henri Delaunay, propuesto por el presidente de la Federación Francesa de Fútbol, Pierre Pochonet, y aceptado por unanimidad. Asimismo, el presidente francés pidió la aprobación de todos para que fuese su federación quien regalase el trofeo que premiase al campeón.
La copa Henri Delaunay
Regalo de la Federación Francesa, la creó el orfebre Arthur Bertrand y costó 20.251 francos. Es de plata, pesa ocho kilos y mide 38 centímetros. Es propiedad de la UEFA y al vencedor se le entrega una copia de menor tamaño.
Quizá pueda parecer un nacimiento demasiado pobre. Hay que echar la vista atrás para ver el nacimiento de todos los grandes torneos.
La Copa del Mundo no pudo nacer más pobremente y en medio de enormes tribulaciones; muchas naciones argumentaron muy parvas razones para no ir a Uruguay en 1930. Incluso Francia, cuya Federación estaba presidida entonces por el presidente de la F.I.F.A, Jules Rimet, estuvo a punto de no ir. Todos los torneos nuevos han tenido, si no rechazo, sí la desconfianza de las grandes potencias. En este caso se echaba de menos a Inglaterra, Italia, Alemania Federal, Escocia, Suecia... pero una vez puesto en marcha y alcanzado el éxito, por mínimo que éste fuera, todos se subirían gozosos al carro de la victoria. En esta ocasión la naciente UEFA estaba lo suficientemente organizada y tenía la indispensable experiencia de torneos anteriores para llevar a buen puerto la singladura que acababa de emprender.