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ESPANYOL

Un tridente de otra galaxia

El Espanyol superó el último escalón con una metáfora de su temporada: solvencia defensiva y RdT, Puado y Embarba como jugadores determinantes.

Embarba y Puado.
Joan M. Bascu

La ausencia. En la fotografía falta Raúl de Tomás, protagonista por enésima vez (dos goles) de un partido del Espanyol en LaLiga SmartBank, pichichi de la categoría con 22 goles. Pero su presencia en el catálogo de mejores jugadores de la plantilla de Vicente Moreno se da por descontada, va en su sueldo y en su inversión. El madrileño es un auténtico asesino cuando se acerca al área, ya sea para rematar un derechazo en el 1-0 como para jugarse la cara en el 3-0, como una película en la que el héore americano es capaz de aniquilar a sus enemigos en cualquier situación y con cualquier arma, ya sea en la Guerra del Vietnam o un aeropuerto.

Doble doble. Pero más allá de la aureola del jugador franquicia, el éxito ofensivo del Espanyol se fragua en otros dos jugadores que marcan la diferencia tanto como RdT, a los que hay que añadirle ese trabajo defensivo que han ido manteniendo durante todo el curso, como jornaleros estajanovistas. Embarba y Puado acompañan al madrileño en un tridente de otra galaxia, de LaLiga. El primero acumula 14 asistencias y nueve goles, y cada que tiene el balón transmite la misma seguridad que un bebé en los manos de su madre; mientras que el canterano ya lleva 11 tantos y ocho pases de gol, y su precisión a la hora de ejecutar el balón parado es comparable al mejor quarterback. Esta pareja está cerca del doble doble, concepto baloncestístico. Ambos serían esos escoltas capaces de defender a los mejores tiradores, de organizar el juego y de anotar en los momentos de tensión. Jugadores que todo técnico desea y que deben afianzar a ese Espanyol del curso próximo en la categoría que le pertoca.

Recibimiento en el RCDE Stadium.
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Recibimiento en el RCDE Stadium.Joan M. Bascu

El camino. Porque el ascenso es una realidad a falta de saber el día, como el examen de conducir que se aprueba y al que solo le queda que el carné llegue a casa. El Espanyol ha ido trazando un camino estable desde que anunció que su entrenador sería Vicente Moreno, experto en ascensos, un aval en un vestuario que ha ido aceptando su situación. Primero por las particularidades del mercado, luego por la meritocracia establecida por el técnico y por la rutina, en ocasiones burocrática, de la categoría. Hay jugadores que se han quedado por el camino (Vadillo, Vargas, Wu Lei...) con apariciones esporádicas, pero la fuerza del grupo se fue multiplicando con el paso de las jornadas, especialmente después del 31 de enero, cuando se cerró el mercado invernal. Desde ahí, el equipo perico no ha perdido.

La pulsión. Las últimas tres temporadas deberían servir para que el Espanyol encuentre la búrjula para que ese descenso tan cainista no se repita, al menos a corto plazo. Los mejores Espanyol han apostado por técnicos genuinos (Rubi y Vicente Moreno) que han sabido darle al vestuario lo que necesita. Los mejores Espanyol apostaron por el talento de la casa (de Marc Roca y Óscar Melendo a Javi Puado y Nico Melamed) y exprimieron a jugadores diferenciales como Mario Hermoso y Borja Iglesias o ahora Raúl de Tomás y Adrián Embarba (con el matiz del salto de categoría). Y los mejores Espanyol siempre han contado con esa afición irreductible, capaz de recibir al equipo en el RCDE Stadium o de acompañarlo en una motada que puso los pelos de punta a los propios futbolistas. Esa pulsión, la de la supervivencia, ha devuelto al Espanyol a la máxima categoría, como un animal que busca oxígeno en las profundidades. Ahora tocará vivir sin más sobresaltos.