El Espanyol ata su retorno a Primera a falta solo de fecha
Un doblete de Raúl de Tomás y un gol y dos asistencias de Puado reafirman a un conjunto perico imparable hacia el ascenso ante un Málaga que plantó cara sin eficacia.
Se presumía una travesía por el desierto, una especie de tortura o un camino por un puente oscilante sobre serpientes de cascabel. Pero, lejos de toda épica, el paso del Espanyol por Segunda, y aunque ha contado con efímeros tramos de suspense, se ha asemejado más a la burocracia de quien va pasando por ventanillas de la oficina para que le sellen un documento. Raúl de Tomás y Puado fueron los penúltimos en escenificarlo, ante el Málaga. Le falta a los pericos un solo sello, una nueva victoria –o ni siquiera eso, en función de lo que hagan Leganés y Almería– para poder subir al ático de la Primera División. De donde nunca debieron salir.
Y eso que esta vez no surtió efecto la motada de la afición junto al autocar, ni el recibimiento multitudinario en Cornellà. Fue el Málaga el que sorprendió primero, tan cómodo en casa ajena como un caco, y que a los 30 segundos tuvo el 0-1 en los pies de Yanis. Pero fue paradójicamente la progresiva animosidad de los boquerones la que desembocó en el gol del Espanyol, en su primer remate a puerta. Ni con tres centrales pudieron los visitantes desarticular el cambio de ritmo de Puado ni la irrupción desde atrás de Raúl de Tomás para enviar un imparable misil. Para opositar de nuevo al ‘pichichi’ –igual que Diego López al ‘Zamora’– después de tres partidos sin marcar y de haber fallado otros tantos penaltis. La coleta con la que compareció, como a Sansón, le dio fuerza.
Quien no necesitaba un amuleto, un empuje extra, era Puado, que venía de anotar un ‘hat-trick’ para preparar la fiesta del ascenso y que, esta vez, cocinaba un pastel al que solo le falta la guinda. De asistente del 1-0 pasó a autor del 2-0, precedido por dos patentes de este Espanyol: el balón parado y una asistencia de Embarba. No era una motada, no, era un Fórmula 1 el que arrasaba a un Málaga pasmado, merecedor de mucho más, que había merodeado el gol en ocasiones de Caye Quintana y de Escassi, y que al filo del descanso reclamó un posible penalti de Embarba.
El resultado y el tiempo en la caseta acabaron por anestesiar un encuentro en el que los pericos, solo por si acaso –o por reafirmar sus increíbles guarismos de 14 jornadas invictos o de siete victorias en ocho partidos–, buscaron el tercero primero lejos, en tiros de Embarba, el exmalacitano Keidi Bare y de Fran Mérida, y definitivamente lo encontraron en una acción nuevamente de Puado y otra vez de Raúl de Tomás como rematador, con permiso del impetuoso Wu Lei. Goleada de Primera.