EUROPA LEAGUE I VILLARREAL-ARSENAL
Unai Emery, de la cultura gentleman a la del esfuerzo
Emery se reencuentra con su pasado en el Arsenal como entrenador del Villarreal, un club en el que se habla un único idioma, el del fútbol, sin perder el tiempo en los acentos.
Unai Emery ha encontrado en el Villarreal lo que perdió al poco de llegar al Arsenal: respaldo. El presidente Fernando Roig y el consejero delegado Roig Negueroles le llamaron a filas para su proyecto amarillo precisamente para vivir noches como la de este jueves; para que demostrase porque la UEFA le define como ‘Míster Europa League’ (tres títulos, cuatro finales y el entrenador con más partidos dirigidos en la competición, 105); para dar ese salto cualitativo que se le resiste al Villarreal, un club que disputará su quinta semifinal europea pero nunca llegó más allá. Y Emery aceptó el reto porque sabía que en Vila-real se habla un idioma en el que no se pierde el tiempo con los acentos: el del fútbol.
El 29 de noviembre de 2019 acabó su aventura en Londres y el 23 de julio de 2020 comenzó su ciclo en Vila-real. Emery pasaba así de la cultura gentleman del club inglés a la del esfuerzo del Villarreal; de la City y sus 9 millones de habitantes, al club que representa a una localidad con una población que cabría en los 60.000 asientos del Emirates Stadium. Pero ahí están el Arsenal (creador de la Superliga) y el Villarreal (defensor de la meritocracia), compitiendo hoy once contra once por un mismo objetivo, por meterse en la final de la Europa League.
Emery se reencuentra en esta semifinal con un ciclo de su vida que le quitó el sueño durante semanas, pero de la que aprendió y guarda buenos recuerdos una vez pasó “el luto”. El nombre de Unai Emery sorprendió a muchos en Londres cuando el 1 de julio de 2018 el Arsenal anunció su fichaje. Allí llegaba tras su paso por Valencia, Sevilla o Paris Saint-Germain, aunque no fue su currículum si no un ‘cara a cara’ lo que le valió ser el elegido como sucesor de Arsene Wenger tras 22 años de monopolio del francés.
Por cultura de club, por su filosofía elitista, el Arsenal pensaba más en gente con pasado y ADN ‘gunner’, como Mikel Arteta, su actual entrenador, o Thierry Henry. De hecho, por el camino en la selección del sucesor de Wenger, se descartaron entrenadores del caché de Julen Lopetegui o Luis Enrique. Pero Emery fue uno de los llamados para reunirse con el CEO del Arsenal, Ivan Gazidis, y con el ejecutivo Raúl Sanhellí. Tras esa conversación, por sus explicaciones y conocimiento de los entresijos del club, se ganó un contrato por dos años.
Ningún aficionado londinense protestó tras su fichaje por su inglés. Ningún comentarista con pasado ‘gunner’ criticó su llegada porque fuera un entrenador abierto a variar sistemas y amigo de hacer rotaciones como demostró allá donde había entrenado. Tales argumentos fueron los que a posteriori utilizaron en su contra. Pero ni le criticaron por ello cuando le ficharon ni menos diez meses después, cuando eliminó al Valencia y clasificó al Arsenal para la final de la Europa League tras 13 años sin llegar tan lejos en Europa. Pero el 4-1 en la final contra el Chelsea, en la gran noche de Hazard, y haberse quedado fuera de la Champions League (acabó quinto en la Premier League) comenzó a pasarle factura en el entorno y en un club que había sufrido cambios relevantes en su estructura de mando.
Emery, cuyo ciclo en el Arsenal fue de 78 partidos (43 victorias, 55%; 15 empates, 20%; y, 20 derrotas, 25%), perdió fuerza en la toma de decisiones. La marcha al Milan de Ivan Gazidis y la posterior llegada de Vinai Venviatesham y Edu Gaspar (tras no aceptar Monchi una propuesta) relegó la opinión de Emery a la hora de confeccionar la plantilla en el verano de 2019. La salida de gente con peso como Ramsey, Monreal, Cech o Koscielny dejó al vestuario huérfano de jugadores con jerarquía.
De Zaha a Pépe, de Xhaka a Özil
Por ello Emery aconsejó el fichaje de Wildried Zaha, del Palace, con el que llegó a hablar personalmente para convencerle, pero los gestores se decantaron por otras incorporaciones como la del joven Pépé, por el que pagaron 80 millones al Lille, el fichaje más caro de la historia del club, y que aún está adaptándose a la Premier (51 partidos, 10 goles).
Emery tuvo que lidiar en solitario con polémicas como la que protagonizó Xhaka, al que tuvo que relegar de capitán tras encararse con sus propios aficionados, y desde el primero de sus días en Londres con el ego y rendimiento de Mesut Özil. La relación con el alemán fue siempre complicada y, en consecuencia, por la influencia del alemán sobre ellos, también con Mustafi y Kolasinac. “Hice todo lo posible por ayudarle, pero la actitud que adoptó y los niveles de compromiso no fueron suficientes”, reflexionaba Emery meses después de su despido.
Özil (326.000 euros a la semana de salario), tras un partico contra el Leicester en el que fue el mejor, se tomó mal que Emery le dijera que eso era lo que de él esperaba siempre. La estrella se sintió ofendida. “En tan solo dos semanas hemos mejorado mucho tácticamente gracias a Mikel (Arteta)”, dejó caer Özil tras el despido de Emery. Pocos meses después, con Arteta en el cargo, el Arsenal, ahora sí, le mandó a Turquía y a Mustafi y Kolasinac les abrieron la puerta.
Emery se quedó sin respaldo en la toma de decisiones, todo lo contrario que le sucede en el Villarreal (sirva como ejemplo los fichajes de Estupiñán por 15 millones o el de Capoué en enero tras la lesión de Iborra), y fue carne de cañón cuando los resultados no le acompañaron. Ni su apuesta por Saka (19 años), uno de los mayores activos que tiene hoy el club inglés, o Martinelli (19) le otorgó más crédito que el de los resultados. El Arsenal, un club que no había cambiado de entrenador en 22 años, prescindió del vasco el 29 de noviembre de 2019, tras una racha de siete partidos sin ganar (la peor del club desde 1992) y tras una derrota contra el Eintracht en un semivacío, pero caldeado, Emirates.
Una pancarta presidía uno de los fondos: “Sin táctica, sin formación, sin un lugar donde esconderse, Emery fuera”. La cúpula del Arsenal no se lo pensó y de paso recuperó su cultura gentleman, su ADN, dándole el equipo de manera provisional a Freddie Ljungberg (327 partidos con el Arsenal) y hasta hoy a Mikel Arteta (150). El Villarreal tampoco lo dudó cuando Emery se quedó en el paro y le sumó a su cultura del esfuerzo, la misma que llevó al entrenador nacido en Hondarriba desde el banquillo del Lorca a ser ‘Mister Europa League’.