Test de fuerza
Después de superar sucesivas pruebas de antígenos, PCR y de saliva, el Racing debe probar que no solo están sanos sino que tienen más poderío que el Ebro
En apenas una semana, los futbolistas del Racing han superado dos pruebas de antígenos, la última el viernes, una PCR y otra de saliva. A estas alturas, más o menos, podemos estar seguros de que ninguno de ellos tiene el coronavirus. En la matinal del domingo en Zaragoza tiene que superar un nuevo test, este de fuerza. De fuerza competitiva. De fuerza anímica. Y, también, de personalidad. Los de Aritz Solabarrieta tienen en sus botas sentenciar virtualmente la inscripción del Racing en la 1ªRFEF ya que una victoria les dejaría con nueve puntos de ventaja respecto a su perseguidor más cercano, Osasuna B y prácticamente dejaría KO al Ebro. El empate, que para los aragoneses sería casi igual de malo, podría ser asumible por los santanderinos..., según y como se llegue a él. No, desde luego, jugando al fútbol como en Tarazona y dando la sensación de equipo menor que dieron los verdiblancos en su primer partido de esta fase.
Para medirse al Ebro, Solabarrieta va a poder contar con toda su plantilla menos Bustos (sancionado), Villapalos (operado) y Andrade, que sigue todavía confinado, pese a haber dado ya negativo en COVID-19. Tras el pobre ejercicio que hicieron hace dos semanas en Tarazona, el técnico de Ondarroa debe decidir si recupera a Íñigo como socio de Riki en la sal de máquinas o mantiene la apuesta de Nana, más físico, pero que asegura menos control de balón que el de Ampuero. La otra gran incógnita tiene nombre propio: Lars Gerson. El luxemburgués no ha dado sensación de solidez defensiva y con él en el once la zaga dio en el último partido su peor versión, arrastrando a un nivel muy por debajo de lo habitual, por ejemplo, a Mantilla y a Isma López.
En el equipo de Manolo Sanlucar faltará frente al Racing un titular indiscutible, Juan Gutiérrez, por cláusula del miedo. El de Comillas está en Zaragoza cedido por los de El Sardinero y el Ebro asumió el pago de 10.000 euros por cada partido que Juan jugara contra los santanderinos. Obviamente, es una cantidad implanteable en Segunda B y en central cántabro no jugará ni en el Pedro Sancho, ni dentro de tres semanas en los Campos de Sport. Tampoco estarán los lesionados Blas Alonso y De Lerma.
El partido se jugará sobre hierba artificial, pero con una superficie de última generación y con unas medidas incluso más generosas que las de El Sardinero. Todos los que han pasado esta semana por la sala de prensa de La Albericia han coincidido en que el terreno de juego no será el problema si las cosas llegan mal dadas.
Tampoco parece que la semana de confinamiento que ha pasado la mitad de la plantilla, la mayoría de ellos serán suplentes ante el Ebro, vaya a condicionar al Racing. Solabarrieta ya adelantó que esa variable no la contempla a la hora de decidir sobre el once inicial o las sustituciones. Cuatro días y cuatro sesiones de entrenamiento con todos juntos parecen suficientes para que el Racing sea el Racing. Lo que hace falta es que el Racing no sea el Racing del Tarazona. O lo contrario, si se contempla desde la orilla del Ebro.
(Foto principal: Cedric Omoigui, haciendo ejercicios de fuerza en su urbanización, justo antes de viajar a Zaragoza)
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