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La única inversión se devalúa

Miguel Baeza, por quien el Celta pagó 2,5 millones de euros al Real Madrid el pasado verano, sólo ha jugado 34 minutos en los últimos dos meses.

Miguel Baeza corre durante un entrenamiento del Celta en la ciudad deportiva del club vigués.
RC CELTA

La pandemia ha provocado que el Celta haya apostado por la austeridad económica en el mercado. De los siete jugadores que el club vigués ha incorporado durante el último año, sólo ha pagado por dos. Uno de ellos, el fichaje de Augusto Solari, más que un traspaso se puede considerar un anticipo porque desde A Sede abonaron 500.000 euros al Racing Club argentino para adelantar la llegada de un futbolista que se iba a unir al conjunto celeste como agente libre a la conclusión de esta temporada.

La otra operación con dinero de por medio entre clubs fue una inversión de futuro. El Celta adquirió el 50% de los derechos de Miguel Baeza desembolsando 2,5 millones de euros al Real Madrid el pasado verano. El centrocampista cordobés firmó por cinco temporadas, una apuesta a largo plazo que no ha dejado de devaluarse en los últimos meses.

Aunque el atacante formado en La Fábrica disfrutó de bastante protagonismo con Óscar García y en las primeras semanas de Eduardo Coudet en Vigo, desde el arranque de 2021 ha caído en el ostracismo. El fichaje de Solari, petición del Chacho, y un par de malas actuaciones parecen haberlo sentenciado. Sus dos últimas titularidades han coincidido con los dos peores partidos del Celta con el técnico argentino en el banquillo: el descalabro copero en Ibiza y el 0-4 sufrido contra el Villarreal.

Con tan solo 34 minutos disputados en los últimos dos meses, la cómoda situación clasificatoria del cuadro vigués puede ayudar al internacional sub-19 a tener alguna oportunidad más en la recta final del campeonato. A sus 21 años recién cumplidos, Baeza necesita reivindicarse en las diez jornadas que restan para que concluya el curso de su estreno en Primera. Al andaluz se le agota el tiempo antes de que la competencia aumente en verano con el desembarco en Balaídos de Franco Cervi, otro refuerzo avalado por Coudet.