ESPANYOL

El Espanyol de Vicente Moreno, como en la guerra de Gila

Sin oficio, tampoco ante el rival más joven de Segunda, ni apenas beneficio, el equipo blanquiazul estrella de nuevo su plan y se va alejando del ascenso directo.

Sin oficio y casi sin beneficio. Le viene sucediendo al Espanyol, sobre todo de unas jornadas a esta parte, que si un marciano –con nociones futbolísticas, eso sí– aterrizara en la Tierra sin conocer la clasificación o el palmarés de ningún club tendría serias dudas para saber si el firme aspirante al ascenso, el equipo obligado a subir a Primera, el histórico durante 85 temporadas en la máxima categoría, es el Espanyol o cualquiera de sus últimos adversarios. En el caso del Mirandés, el agravante es que se trata del conjunto más joven de Segunda, aunque lejos de amedrentarse compensó con desparpajo esa falta de oficio que sí tienen los pericos aunque en ocasiones parece guardado en el cajón del olvido. Sin oficio ni –en lo que a resultados se refiere– casi ni beneficio. Porque el 2-2, ni llegando al final se puede considerar épico o positivo.

La guerra de Gila. "Con estos jugadores voy a la guerra", apuntaba Vicente Moreno el viernes. Pues, a la vista del resultado y sobre todo del despliegue de un Espanyol mediocre desde que empezó este 2021 al estilo de esa terrorífica temporada pasada en que no estaba el de Massanassa pero sí el director deportivo y el director general actuales–, la guerra a la que se refiere el entrenador perico se libra con alguna ocasional bala de verdad que se cuela entre un bosque de pistolas de 'paintball', acaso de agua, o directamente es aquella con la que ironizaba el genial Miguel Gila, quien mediante sus llamadas telefónicas mientras yacía apalancado en la trinchera pretendía que el enemigo se rindiera tras exponerle las excusas más irrisorias. El plan hace semanas que dejó de funcionar, y pese a los recursos con los que cuenta la plantilla no aparece ninguna otra idea alternativa. Solo el gol de Nico Melamed maquilla unos cambios que tampoco suelen aportar últimamente. El ascenso directo se complica –por mucho que ahora mismo lo ocupe el Espanyol– y los enemigos, por seguir con el argot bélico, crecen y ya ni siquiera se emboscan.

Zaga muy distinta, idénticas grietas. Dio entrada el técnico a Calero, en la novedad más sorpresiva de una alineación en la que también regresaban Óscar Gil –tras lesión– y Pedrosa –tras sanción–. Es decir, una defensa completamente nueva salvo Cabrera, y con extensión de cambios en el pivote con David López en detrimento, por mera decisión técnica, de Keidi Bare. Aparentemente, demasiadas variaciones para que funcionara, al menos de inicio, y así se demostró en un arranque arrollador del Mirandés y en un gol de taconazo, medio genialidad medio demérito por no tapar el primer palo. Pero, sobre todo, en la acción que propició el córner del 1-0, una jornada más la concesión de un chut desde la frontal del área. Así marcó Nahuel, del Oviedo, así allanó su camino Meseguer. Distinto día, misma historia.

A terceros y a todo riesgo. Llegaba la semana marcada por la frase de Embarba, "algunos compañeros ni siquiera saben que vamos terceros", elevada a análisis casi sintáctico para discernir si lo dijo literalmente o si era un mal ejemplo para considerar que lo importante no es ser tercero ahora sino al final. El extremo se desquitó de toda polémica con una actuación cuando menos desequilibrante, de más en la primera parte a menos en la reanudación, con chispa y esa complicidad con Raúl de Tomás que sirvió para confeccionar el 1-1, previo suspense por un VAR que trató de estudiar durante tres minutos un fuera de juego que a todas luces no era, salvo a la vista de un línier que no estaba dando ni una. Como un seguro de automóvil, el Espanyol sigue a terceros, pero la pareja Embarba-RdT está asegurada a todo riesgo. Lástima que de poco sirva últimamente.

El termómetro de Anduva. Aunque solo han sido tres enfrentamientos en toda su historia, seguirá el Espanyol sin haber ganado en Anduva. Dos empates y una derrota. Basta con repasar ese pequeño balance como para alarmarse. En el primer choque, hace 29 temporadas, jugaban los pericos en Primera y el Mirandés, en Tercera. En el segundo, en Primera y Segunda B, respectivamente. Y ahora, ambos en Segunda A. Como no abandonen los blanquiazules esta inercia…

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