LEGANÉS

Diego García, un ingeniero del gol en la recámara del Leganés

Con once dianas, el ariete lidera al histórico filial pepinero que ha vuelto a clasificarse para los play-off de ascenso 21 años después. Compagina una ingeniería con el oficio del gol.

@CanteraPepineraCD Leganés

Se ha transformado el Leganés B en un polo de ilusión para la parroquia pepinera. El filial anda desatado en una racha de imbatibilidad que lo convierte en uno de los cinco equipos de Tercera División que aún no ha caído. Los de Carlos Martínez (mito del Lega como jugador) garantizaron hace dos semanas su presencia en el play-off de ascenso a la que será Segunda RFEF. Es un hito  que no protagonizaba desde 1999 y del que no han bajado el pie del acelerador. Ayer vencieron al Parla por 1-2 en partido aplazado y continúan intratables.

La maquinaria funciona en todos sus frentes, pero con especial mención a la delantera, donde Diego García (11 goles en 15 partidos) se ha convertido en el máximo realizador del Grupo 7. El chaval es una esperanza de futuro con perspectivas, quién sabe, de poder dar el salto al primer equipo. Que Asier Garitano lo reclute de aquí a final de campaña suena por ahora a cuestión casi imposible. Con cinco arietes ,el ataque pepinero e plaza con evidente overbooking. Juan Muñoz, de hecho, ni ha debutado bajo el mando del técnico de Bergara.

Este gris panorama no ha frenado el ímpetu de Diego, de profesión futbolista multidisciplinar. Artillero por la mañana e ingeniero de tarde. Porque a sus 20 años, este ex del Rayo Vallecano o Real Madrid compagina su pasión por el fútbol con la especialidad de organización industrial en la Universidad Rey Juan Carlos. Diego desarrolla ambas tareas sin solución de continuidad. Tanto es así, que suele acudir a los entrenamientos con dos mochilas. Una para ejercitarse y la otra para llevar los apuntes de clase justo tras la sesión.

Preparador físico y nutricionista particular

Las dos áreas de su vida se las toma muy en serio. Tanto es así que, pese a competir en categoría amateur, tiene su propio nutricionista y preparador físico. En la Universidad, cuentan los que le conocen, también rinde como si la vida le fuera en ello. Seguramente porque la vida le vaya en ello.

El caso es que tras su apariencia pasota y algo desgarbada se esconde un ariete que llegó al Leganés de casualidad y por descarte del Rayo Vallecano, con el que tenía contrato hasta el pasado verano. Cuando comenzó a acudir a los entrenamientos del filial otra temporada más se encontró con que no le permitieron ejercitarse con el resto de sus compañeros. La dirección deportiva de la Franja le comunicó que el entrenador no contaba con él. Por eso se buscó las habichuelas al sur de la capital.

En Butarque, llegó, entrenó y triunfó. Apenas un partido de Copa Federación fue suficiente para convencer al club de su potencial. Firmó hasta 2023 en un guiño de confianza que ahora él corresponde con un rendimiento excelso. Sus once goles (y los que ambiciona marcar de aquí a final de curso) son suficientes para justificar su fichaje y alimentar la ilusión de opositar algún día al primer equipo.

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