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ESPANYOL

El Espanyol, ante el iceberg

El transatlántico de Segunda ha pasado de la velocidad de crucero a vagar por el oceáno. La clasificación hoy aún es privilegiada, pero invita a dar un golpe de timón.

05/03/21 PARTIDO SEGUNDA DIVISION
 ESPANYOL - OVIEDO
 RAUL DE TOMAS
Gorka LeizaDiario AS

No deja de sorprender –y desde hace unas semanas, no gratamente– un Espanyol que asumió con extraordinaria naturalidad el descenso más traumático de su historia, que se adaptó en tiempo récord a las peculiaridades de la Segunda División y que se cuenta aún como el equipo que más jornadas ha ocupado el liderato. Pero que en este 2021 está derribando todos esos logros cual castillo de naipes y que, si no es capaz de reorientar con urgencia su deriva actual, corre el peligro de convertirse en un transatlántico –como lo definen no pocos, por su enorme presupuesto e infraestructura– que colisiona ante el mayor iceberg de sus 120 años de existencia.

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Su empate en el encuentro del viernes ante el Oviedo (1-1), que comenzó con 200 seguidores animando en los aledaños y que acabó con diez jugadores sobre el césped y el coraje por los suelos, no hace sino confirmar la regresión de un equipo que ha pasado de navegar a velocidad de crucero a quedarse sin combustible cual barcaza en medio del océano. El "este punto será bueno si ganamos el próximo partido" deja de cobrar sentido cuando esa victoria no llega casi nunca, solo tres veces en lo que va de año natural, por las 13 que había ido acumulando antes de la Navidad.

Y se da el caso de que esos puntos perdidos como gotas de agua en el mar ya no regresarán: una perogrullada, sí, que en realidad no lo es tanto si se compara el calendario inminente –Mirandés, Logroñés, Castellón, Fuenlabrada y Albacete son los próximos rivales– con el que llegará después –Leganés y Almería seguidos–.

El autocar del equipo fue recibido entre bengalas.
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El autocar del equipo fue recibido entre bengalas.Gorka LeizaDiario AS

Deja rastro la dinámica actual del Espanyol indefectiblemente en Vicente Moreno, poco intervencionista en sus alineaciones y, de un tiempo a esta parte, sin fortuna también en muchos de sus cambios. Y eso que ante el Oviedo, pese a la inferioridad numérica, fueron de vocación ofensiva. Quizá su apuesta más atrevida de una temporada en que, pese a la calidad media de la plantilla respecto a la mayoría de adversarios, los planteamientos están siendo más reactivos que propositivos. Funcionaba hasta que dejó de hacerlo.

Pero de la mala cuenta de resultados tampoco se libran, ni mucho menos, los jugadores, cuya autoexigencia puede ser muy alta, evidentemente que todos aspiran al mejor de los finales, pero es que la mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo. Es decir, exteriorizar en muchos casos un punto más de competitividad, de garra, de personalidad cuando las cosas van mal dadas. Un argumento que se ha ido repitiendo hasta la saciedad en los últimos años. Quizá en la primera vuelta estuvo el Espanyol excesivamente encomendado al talento, a chispazos de genialidad, no siempre suficiente para sumar de tres en tres. Responsabilidad del técnico, de la plantilla y, por elevación, de los encargados en planificarlo.

En definitiva, y a expensas de lo que este domingo consiga el Almería en Girona –un extraño y efímero compañero de cama de los pericos, que desearán su victoria–, sigue la escuadra perica a tiempo de colmar su objetivo, el ascenso directo. De dar un golpe de timón brusco, determinado y, sobre todo y ante todo, urgente. Porque desde la proa del transatlántico ya se empieza a divisar el iceberg. Y contemplarlo solo unos metros más, sin actuar, haría inevitable el naufragio.