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RAYO VALLECANO I ENTREVISTA AS

Quero: "El fútbol me lo ha dado todo: me ha hecho reír, llorar..."

Juan Quero (Vallecas, 1984) anunciaba esta semana su retirada por un problema cardíaco. Un adiós inesperado para el extremo, que se ha curtido en los campos madrileños y en LaLiga antes de poner rumbo a cinco países distintos. Cuelga las botas en el Aranjuez, rodeado de cariño.

Quero posa para AS con un balón.
CARLOS DIAZ - RECIODIARIO AS

Juan Quero, de 36 años, no olvidará esta semana. Unas pruebas médicas rutinarias han sacudido su mundo, su realidad, y un problema cardíaco le ha obligado a decir adiós antes de lo previsto. Poco a poco digiere la noticia. Al extremo todavía le cuesta hablar del fútbol en pasado. Su voz desprende alegría recordando sus ascensos con Numancia y Fuenlabrada, su debut en Primera en el Bernabéu, su experiencia en la Libertadores o en mundos tan distintos como Tailandia e India. Nunca lo ha tenido fácil. Su estatura le hizo ser rechazado en muchos equipos, entre ellos el Real Madrid, pero con su talento y tesón se abrió camino. Eso lo da el barrio. También el apoyo de la familia. Se emociona hablando de su madre y sus abuelos, su mujer y sus pequeños, de sus amigos. Vallecas marca y el fútbol, también. Quero cierra esta puerta con la esperanza de que se abra otra que pueda llenarle tanto. Preparación no le falta, ilusión tampoco.

—Lo primero, ¿cómo se encuentra?

—Bien, gracias a Dios. Fui al reconocimiento médico del club y cuando el doctor me dio la noticia me parecía imposible. Me quedé en shock. Tengo una arritmia en el corazón. Ahora en marzo iré a hacerme dos pruebas y las deben valorar, pero casi seguro que me operan. Poco a poco lo voy asimilando. Tenía que jugar el miércoles y me dan la noticia el lunes, así que estaba alucinando.

—Anunció su adiós al fútbol en activo y las redes se llenaron de emotivos mensajes.

—Fue increíble. Hubo un momento en que se me saltaron las lágrimas viendo tantos mensajes y llamadas. Me di cuenta de que me quieren en muchísimos sitios y con eso te quedas.

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—Uno de esos lugares es Soria. El Numancia le abrió las puertas del fútbol profesional, con su camiseta ascendió y debutó en Primera.

—El primer fichaje de Pacheta como director deportivo del Numancia fui yo. En mi primer partido allí la gente decía: '¿Este niño de dónde ha salido?'. Era un crío, la verdad. Aquel curso debuté con gol (Las Palmas) y terminamos subiendo. Mi estreno en Primera llegó en el Bernabéu. Es lo más grande que me ha pasado en el fútbol. Siempre quise debutar en ese estadio con la camiseta del Madrid, pero fue con la del Numancia. Esos años en Soria fui feliz, aunque me dolió el descenso. Entonces me llegaron tres o cuatro ofertas de Primera, pero la llamada de Felipe Miñambres lo cambió todo. No me lo pensé y me fui de vuelta al barrio.

—Hábleme del Rayo...

—Firmé cuatro temporadas y sólo jugué una, la primera, teníamos un equipazo. Después, empezaron los problemas en el club y llegó un entrenador que no contaba conmigo, no me dio ni la oportunidad de jugar un solo partido y me dijo que debía salir cedido. Me queda esa espina de no haber podido triunfar allí. He vivido toda mi vida a 200 metros del estadio. Quería subir con mi Rayito a Primera.

—¿El barrio marca?

—Sí. No cambio Vallecas por nada del mundo. Me he criado allí, he vivido allí… Y allí están mis amigos, mi hermano (no lo es de sangre, pero sí es hermano) también, mi madre, mis abuelos…

—¿Sigue al Rayo?

—Lo sigo y también al Tercera. Todo lo que tiene que ver con el Rayo me interesa. Los de Iraola tienen equipo para estar entre los seis primeros. Lo van a pelear seguro y ojalá asciendan.

—Años después, con la Selección, se reivindicó el papel de los bajitos. ¿Para usted su 1'61 ha supuesto un hándicap?

—Toda mi vida, por supuesto. Jugué diez años en el Madrid y me echaron por ser bajito. Me acuerdo que Del Bosque le dijo a mi madre que mejor me fuese al Santa Ana porque ahí no iba a tener oportunidades. Así en todos los sitios hasta que di el salto a Tercera y veían que me pegaba con los grandes, les regateaba… Casimiro Escudero, del Santa Ana, apostó por mí. También luego en el Alcorcón. En Segunda B tuve minutos muy buenos y pude dar el salto de categoría. Me costó muchísimo porque yo no venía de un filial.

—¿Estuvo en las categorías inferiores del Real Madrid y no en las del Rayo?

—Jugué en el Madrid desde benjamines hasta cadetes. Nunca en el Rayo, aunque estuve a punto de firmar en juvenil de primer año. De hecho, estuve hasta el último día con ellos y me terminaron diciendo: 'No vas a tener minutos, eres muy bajito'. Entonces me fui a Las Rozas. Antes los bajitos lo tenían muy difícil en el fútbol. Menos mal que ha ido cambiando.

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—Es un trotamundos. Ha pasado por Emiratos (Dubai), Tailandia (Buriram United, Chonburi y Ratchaburi), Bolivia (Oriente Petrolero), Malta (Birkirkara) e India (Shivajians y Punjab).

—Jugar la Libertadores con Oriente Petrolero fue una de las grandes experiencias de mi vida. Llegué, el primer día tocaba Clásico y marqué, me gané a la afición… ¡Cómo se volcó! Me ha arropado muchísimo. El paso por India me costó más. Es un país un poco diferente y me fui solo porque en las anteriores experiencias me acompañaron mi mujer y mi hijo. Bueno, lo de Tailandia fue espectacular. Nos dieron la casa y por la noche, de pronto, escuchamos un ruido. Muy raro. Parecía un animal. A la mañana siguiente me asomé al jardín del vecino y tenía un elefante de mascota (risas). Viven el fútbol cada vez más y ves los campos llenos.

—Ahora que cierra ese capítulo del fútbol en activo, ¿qué le ha dado?

—Me ha hecho mejor persona y tener cultura, educación, saber estar… Me lo ha dado todo. He reído y llorado. He estado arriba y abajo, me he sentido valorado y también que nadie se acordaba de mí.

—¿Y cómo se ve en el futuro?

—Tengo los carnets de entrenador, el de director deportivo… Deseo seguir ligado a esto, trabajando en la secretaría técnica de un club o una agencia de representación. Ahora mismo tengo varias vías. Ojalá que vengan cosas tan bonitas como las que he vivido con el fútbol.