COPA (OCTAVOS) | VALLADOLID 2 - LEVANTE 4
El Levante aprovecha los regalos del Pucela y avanza a cuartos
El Real Valladolid concedió varios goles y, aunque no fue inferior en juego, terminó pagando un día más su endeblez defensiva.
El Levante avanzó de ronda en la Copa del Rey sin pasar demasiados apuros, aprovechando la endeblez defensiva de un Real Valladolid que tuvo momentos, si no de buen juego, sí de pugna y brega. Después de conceder varios goles y de verse con dos por debajo, los blanquivioletas pudieron empatar, pero el enésimo regalo permitió que Morales sentenciara de penalti. A la postre, la clasificación fue merecida por quien dominó las áreas, un conjunto, el granota, que vivió una tarde más plácida de lo que seguramente se esperaba.
El encuentro comenzó animoso, con el Pucela intentando achicar espacios e intentando percutirlos cuando recuperaba el cuero. Así, evitó en esos primeros compases que el Levante corriese y, con la movilidad de Toni Villa en banda derecha, trató de proyectarse. Pronto, el murciano rompió a la espalda y aprovechó el pase filtrado de Kike Pérez para plantarse frente a Cárdenas y definir de puntera por debajo de sus piernas.
Respondió pronto el cuadro levantinista, que se encontró con la madera por medio de Malsa y puso a prueba a Roberto con un disparo de Son. Y entonces, Waldo cometió una falta en la frontal de esas ahorrables, y más cuando enfrente tienes a un futbolista como Enis Bardhi. El macedonio hizo su magia disparando por debajo de la barrera a la red, donde el Pucela se convirtió en el único equipo que no tira un hombre al suelo en ese tipo de acciones.
Con el empate, el partido cayó abierto en la indeterminación, pues no hubo un dominador claro y sí ocasiones. Waldo buscó encarar varias veces por la izquierda, a menudo enconado pero con ganas, y erró en la toma de decisiones casi siempre, incluso cuando disparó alto cerca de la portería visitante. En un rápido ataque, estos rozaron el segundo por medio de Rochina, que provocó otra parada de nivel de Roberto, a una sola mano. Sin haber mucha diferencia en el juego, en ocasiones empezaba a haberla.
Y entonces, llegó el error de Vilarrasa. El lateral dio una cesión blandita hacia atrás, que se quedó a medias (siendo generosos) y que no se esperaba Joaquín, pero que 'mordió' Malsa. El francés aprovechó el regalo para plantarse frente a Roberto, llevárselo hacia un lado y definir casi sin ángulo, firmando una igualada como la que se vivió cuatro días atrás en Liga. Así, afeó las sensaciones de un Pucela que volvió a regalar demasiado.
Siguiendo con las concesiones, en el arranque de la segunda el Levante tuvo varios envíos a balón parado. Roberto dilapidó uno, pero no pudo con una segunda jugada tristemente 'marca de la casa'. Postigo remató, rechazó el cancerbero y Coke aprovechó la bisoñez de Vilarrasa para recortarlo y ejecutar al meta ampliando las distancias. La sensación pudo ser de sentencia, pero los blanquivioletas se revelaron. Comenzó Sergio haciendo tres cambios: Guardiola, Orellana y Weissman.
Nada más entrar, Orellana puso un centro a Weissman, que, intuitivo, ganó la espalda a Rubén Vezo y remató de cabeza a la jaula. Un centro-chut de Hervías y un disparo de Alcaraz de falta pudieron convertirse en el empate. Sin embargo, el brío del Pucela lo aplacó el propio Alcaraz con un penalti absurdo, tanto como todo el tiempo que se perdió hasta el disparo de Morales. El VAR necesitó un mundo para todo lo claro que pareció. Después de mucho apremiarle, Morales hizo el cuarto y dio carpetazo, ya sí, a un choque decidido por un tiro en el pie de los locales.
Así, el Levante alcanza los cuartos de final seis años después aprovechando los múltiples regalos de un equipo que no fue inferior en juego, pero sí donde el fútbol se decide: en las áreas. Por el camino, y por si las moscas, Paco López acabó metiendo a varios titulares, no fuera a ser. La necesidad no se hizo virtud; bastó con la eficacia, porque la endeblez defensiva del Real Valladolid no estuvo a la altura del presunto ansia de pasar de ronda.