¿Qué fue de Fede Obama?
Mientras su hermano ha emigrado a Emiratos Árabes Unidos para seguir con su carrera, él sigue buscando oportunidades en España. Concretamente, en el Adarve.
Aun sin llegar a demostrar nada en la élite del fútbol profesional, los nombres de Salomón y Fede Obama son reconocidos por cualquier aficionado al deporte rey. Eran dos colosos, dos portentos físicos, considerados como prodigios en aquellos torneos navideños que la televisión emitía mientras Cristiano, Messi o Radamel Falcao descansaban junto a sus familias a centenas de kilómetros del territorio nacional. Entre polvorones y turrón, el Atlético de Madrid arrasaba con dos pequeños talentos llamados a hacer historia en el primer equipo. Sin embargo, el poder mediático le pasó factura a ambos. Nacidos en el año 2000, tenían mucho margen de crecimiento, pero también corrían el riesgo de estancarse y quedarse en deportistas de alto nivel, aunque alejados de las cámaras. Si han llegado hasta aquí, precisamente es porque lo que hicieron en su día les sigue dando una repercusión nacional, pese a que sus carreras hayan tornado hacia otros barrios. Este periódico recordaba en el día de ayer el nuevo camino de Salomón, en Segunda División de los Emiratos Árabes Unidos y sacando partida de su alta cantidad de seguidores en Instagram. Llegó allí tras su experiencia en el Mérida, de Segunda División B. Pero, ¿qué es de Fede?
El pasado 12 de octubre, el Unión Adarve sorprendió con el anuncio de una nueva contratación, procedente del Acero de la Tercera División Valenciana. Sí, era Fede Obama. A sus 20 años, el central aún tiene muchísimo margen de mejora y aspira a seguir creciendo. Su hermano, en una entrevista a AS, reconoció que se marcaba la meta y el sueño de llegar a jugar en Primera División. Por el momento, se ha alejado geográficamente de su objetivo, mientras Fede mantiene la esperanza de defender los colores de un club de élite en España. Por ello, aterriza en el Barrio del Pilar, donde sabe que tendrá muchos ojos puestos sobre su figura por la profundidad de las categorías no profesionales en la capital del reino. Él mantiene la humildad del chaval que se curtía en las inferiores del Atleti, pero con el carisma de quien cree al máximo en sus posibilidades. Y, eso sí, nunca pierde las ganas de jugar. De seguir compitiendo.
Es una obviedad que su carrera no ha ido por los derroteros esperados. Por el contrario, pocos pueden presumir de llegar a debutar con la Selección Absoluta de su país con tan solo 17 años. No había cumplido ni siquiera la mayoría de edad cuando Guinea Ecuatorial llamó a su puerta. La mala suerte se cruzó en su camino. Llegó a debutar con la Absoluta frente a Benin, cayendo por dos goles a uno. Sin embargo, la UEFA decidió borrar del mapa aquel encuentro debido a que el árbitro y sus asistentes eran ecuatoguineanos. El peor estreno posible. Posteriormente, jugó los 90 minutos frente a Kenia en otro amistoso y se quitó el peso de encima. También fue convocado para los clasificatorios por la Copa de África. No jugó ni un solo minuto ni ante Sudán ni frente a Madagascar.
Defender a su país es, probablemente, su mayor orgullo. Eso no quita que quiera volcar todo su esfuerzo en el Adarve, como ya hiciera antes en el Acero o en el Badalona. Con este último, en Segunda B, apenas contó con oportunidades. De hecho, en un principio no contaba con ficha para poder jugar con el primer equipo ni tampoco era del agrado del técnico. No fue para tirar cohetes su etapa el equipo valenciano, si bien la pandemia tuvo que ver. Llegó a finales de enero, un mes y medio antes de que se decretara el confinamiento. Tiempo le dio para jugar cinco partidos, cuatro de ellos desde el once titular. Tras finalizar contrato, volvió a la ciudad que le dio todo en el fútbol. Al menos, se quedará en ella hasta el final de temporada. En la entidad del Barrio del Pilar, por ahora, están satisfechos con su esfuerzo y confían en que demuestre todo lo que lleve dentro.
Un pasado a lo Oliver y Benji
Los Obama no eran portero y delantero, pero sí podrían asemejarse, por ejemplo, a los hermanos Derrick. Símiles aparte, dominaban a su antojo los torneos de Arona o de Brunete por su espectacular forma física y su potencia voraz. En su día, fueron protagonistas de numerosas polémicas, al considerar algunos padres que partían en condición ventajosa para con el resto de niños. Es más, Salomón lamentaba profundamente que la gente les silbara o abucheara, cuando afrontaban la competición con la ilusión de niños que querían disfrutar de su balón. Pero sí es cierto que su dominio era demoledor. El que ahora juega en Emiratos Árabes Unidos era un extremo, con gran envergadura, que hacía estragos por capacidad atlética ante los defensas rivales. Su hermano, protagonista de estas líneas, aprovechaba su condición para cortar todos y cada uno de los ataques del contrario. Era inteligente tácticamente e impecable al corte. Su fortaleza le permitía volar. Coger el balón como en la serie de dibujos animados, avanzar a la velocidad del rayo y disparar sobre la portería rival con una potencia impropia.
El Atlético quería proteger a sus diamantes en bruto. Sus nombres eran tendencia día sí y día también en las redes sociales en época navideña. No solo estaban a la orden del día para la gente. También para otros clubes, no solo en España, sino en el continente. Había una pelea encarnizada por llevarse a las dos nuevas perlas que podrían revolucionar el fútbol mundial si no se estancaban. Apostaron por seguir en Madrid. Fede comenzaba a crecer en el Juvenil Madrileño, pero nunca llegó a asentarse en el escalafón superior. Salomón, por su parte, si llegó a jugar con el Atleti B, donde perdió la confianza. Debutaron ambos en la Youth League, aunque el atacante fue más constante. Ahora, Salomón es más activo en redes y tiene abierto su Instagram para más de 100.000 seguidores y cualquier usuario. Fede, por su parte, lo tiene cerrado y se mantiene más al margen. Salomón tiene Twitter, aunque no lo frecuenta. Sí pasa más por Facebook, en contraposición a su hermano. Sus carreras han tomado caminos bien diferentes, claro está. Pero tienen mucho más en común que su fecha de nacimiento. Ambos siguen en activo, con la ilusión del primer día, y prometen dar guerra. 20 años y mucho futuro por delante. Aunque sea alejados de la fama.